San José, 7 May (Elpaís.cr) – Noche especial se esperaba en el Camp Nou. Casi tres temporadas después de su alejamiento regresaba el técnico Josep Guardiola, el más ganador en la historia azulgrana, pero defendiendo otros colores, los del Bayern Múnich en el primer «round» por las semifinales de la «Champions».
En la previa se habló mucho de su vuelta y sobre todo de cómo lo recibiría la hinchada culé que tantas veces lo ovacionó, y que por supuesto no se olvida de todos los títulos obtenidos durante su estancia, sin embargo, cada uno jugó su papel: la afición apoyó fielmente al Barça y Pep, en esta ocasión fue el enemigo, el rival a vencer.
Él dejó claro que no retornaba con la intención de ser homenajeado, sino para dar un paso firme en la búsqueda del Bayern por alcanzar una nueva final europea.
Incluso, el entrenador entendió que lo mejor era pasar desapercibido y no entró en el mismo momento en el que saltan los jugadores a la cancha, lo hizo cuando sonaba el himno de la Liga de Campeones y la hinchada local, que abarrotó el reducto catalán, alentaba con fuerza a sus jugadores y no tenía tiempo ni ganas de gastar energía en algo distinto a eso.
Guardiola, ganador de 14 trofeos en sus cuatro campañas al mando del Barcelona, llegó a su banquillo de manera silenciosa, se sentó y luego se levantó para saludar a su colega y amigo Luis Enrique, antes de hacerlo definitivamente tras el silbatazo inicial del italiano Nicola Rizzoli.
A partir de ese momento el estratega sí se puso de pie y vivió el juego, intensamente. Como se viven las finales y sobre todo con su sello caraterístico: cuidando y tratando de corregir los detalles negativos de su equipo, sabiendo además, a quienes tenía enfrente, en especial un expupilo suyo, el astro Lionel Messi.
El retorno de Pep quizá no fue exactamente de la forma que se lo imaginó, en el caso de que así lo hiciera, pero no le salía mal. Sufrió en algunos momentos en un partido intenso por parte de ambos, mas fue ahí cuando apareció el arquero Manuel Neuer.
Asimismo, todavía pasados los 70′ el encuentro estaba saliéndole de modo inmejorable: un Barça sin tantas llegadas en la complementaria, el Bayern con algunas posesiones largas lejos de su arco y manteniendo el 0-0, aspecto sin dudas más importante pensando en la vuelta la próxima semana en Múnich.
No obstante, el genio salió de la lámpara. El distinto, el «crack» argentino, el que según había dicho Guardiola el martes en conferencia de prensa: “Estando como intuyo que está, no hay defensa que pueda pararle. Es imposible…», decidió romper el 0-0. Por algo lo remarcó Pep, el sabía lo que le podría ocurrir a su equipo si Leo se enchufaba.
Al 77′ cuando los azulgranas todavía reclamaban un supuesto penal de Rafinha sobre Neymar, que el juez no consideró como tal, por la izquierda salía Bernat, envalentonado para el contragolpe, mas se encontró con un Dani Alves hambriento que trabó, recuperó, quitó a Xabi Alonso y cedió para Messi, el ’10’ al borde del área fijó su objetivo en el gol. Sacó un potente zurdazo pegado al poste izquierdo, imposible para Neuer.
El delirio en el Camp Nou no tardó. En las gradas se rendían a los pies de su héroe, el máximo goleador de la Liga y de la ‘Champions’, el que nunca les falla cuando más lo necesitan, y en ese momento su aparición fue precisa y determinate. Aún faltaba lo mejor.
Tres minutos después, Messi controló por la derecha ante la marca del gigante Boateng, el zaguero lo esperó y retrocedió queriendo evitar un ridículo prematuro y tal vez, la colaboración de un compañero. De nada le sirvió. Messi lo llevó hacia su área y con un quiebre de zurda lo desparramó, le quebró el alma, lo dejó acostado en el piso para definir con la sutileza que no es casualidad en él, ni siquiera haciéndolo de derecha, «su pierna débil».
El ensordecedor «Messi», «Messi», «Messi» copó el Camp Nou, revencias y agradecimientos del público culé a la ‘Pulga’, por regalar un gol de esa clase y por romper una muralla alemana (Neuer) que, no había podido vulnerar hasta este miércoles.
El mismo Leo participó a los 93′ con la asistencia del 3-0 para Neymar, el tanto que ante cualquier otro contrincante en una serie a visita recíproca sería la lápida, sin embargo, frente al Bayern los azulgranas tienen claro que deberán jugar en el Allianz Arena como si todo estuviera igualado sin goles, así como marchaba todo hasta el 76′, cuando el rosarino se decidió a asumir el protagonismo absoluto y terminó de dejar el retorno de Pep simplemente en un hecho anecdótico.