Por Carlos Dorat (dpa), Santiago de Chile, 17 sep (dpa) – Las experiencias enseñan y Chile, considerado uno de los países «más sísmicos del mundo», las ha recogido a lo largo de años para afrontar fenómenos como el de este miércoles: en otras latitudes del mundo, el terremoto de magnitud 8,4 en la escala de Richter habría sido devastador.
En Chile el movimiento telúrico dejó diez muertos y algunas decenas de lesionados principalmente el norte del país, según informes oficiales.
La baja cifra de víctimas «se debe al grado de preparación» que muestra Chile tanto en lo público como en lo privado, subrayó el ministro del Interior Jorge Burgos.
Actualmente están vigentes, entre otras varias medidas, planes de seguridad que ha desarrollado la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) del Ministerio del Interior destinados a reforzar los mecanismos de prevención de accidentes y atención de emergencias.
Ello explica, por ejemplo, el rápido y ordenado traslado anoche de alrededor de un millón de personas desde zonas del litoral a lugares más seguros establecidos con antelación.
Son «las medidas claras de evacuación» que la mayoría de los chilenos conoce y acepta las que han permitido que la catástrofe sea menor, aseguran las autoridades.
«Hay lecciones aprendidas», dijo la presidenta Michelle Bachelet, que se trasladaba junto a algunos ministros y funcionarios hasta la región de Coquimbo, a unos 460 kilómetros al norte de la capital, una de las más afectadas por el fenómeno y declarada «zona de catástrofe».
Los graves daños registrados en viviendas y locales comerciales en la zona se debieron principalmente al tsunami que siguió al terremoto. Las olas alcanzaron alturas de entre cuatro y cinco metros y el agua alcanzó viviendas cercanas.
De hecho la mayoría de las más de 500 personas que fallecieron en el violento terremoto del 27 de febrero de 2010, de magnitud 8.8, se debió más al tsunami que le siguió y no tanto al desplome de viviendas.
Desde hace varios años Chile ha establecido estrictas medidas en materia de construcción de edificios antisísmicos. Las normas garantizan principalmente que las estructuras salven vidas, pero no obliga a que no sufran daños.
Los expertos explican que el secreto de toda la construcción está en que la estructura sea de hormigón armado y acero para darle suficiente flexibilidad y resistencia a la edificación, que se balancea de un lado a otro como un bote en el agua, pero no se cae.
Así, con los años, la medidas aplicadas han permitido que las víctimas y los daños sean cada vez menores.
Una de las mayores catástrofes en el país se produjo en 1939, cuando un sismo de 7,8 en la escala de Richter causó la muerte de 28 mil personas. También el movimiento telúrico más fuerte jamás medido en el mundo se produjo en este mismo país en 1960: un terremoto de magnitud 9,5, que provocó 1.655 muertos.
En febrero de 2010 murieron más de 520 personas en otro seísmo de magnitud 8,8.
De este modo, el hecho de que Chile estará siempre sometido a este tipo de fenómenos ya es parte del consciente colectivo de los habitantes del país, pues en el océano Pacífico se sitúa el llamado Cinturón de Fuego, con unos 450 volcanes activos a lo largo de unos 40 mil kilómetros.
Allí chocan varias placas tectónicas y eso produce erupciones, terremotos y tsunamis.
Actualmente la situación es de casi normalidad, con todos los servicios básicos como energía eléctrica, telefonía y transporte funcionando sin mayores problemas en un Chile aún golpeado por la tragedia pero que se prepara, a partir de hoy, para celebrar fiestas patrias.