En el transcurso de la presente semana un medio, no interesa cual por intrascendente, publicó como una resonancia, las críticas efectuadas contra el Rector, autoridades y algunos miembros de la Universidad de Costa Rica, su autor un conocido académico universitario, que al parecer haciendo uso de una de las visiones epistemológicas más conservadoras de la historia, se dedica a hacer transcripciones parciales y parcializadas de lo dicho contra la Universidad de Costa Rica por algunos medios y por pocos sindicalistas.
En un artículo que ocupa un espacio poco acostumbrado en extensión, pero no en claridad ni lucidez, dado que la mediocridad es su regularidad, se pretende dar una imagen de neutralidad valorativa al reiterar descriptivamente, lo que otros han señalado, independiente de su consistencia y contextualización. Ello quizás, porque se asume que la repetición es una demostración, como también ocurre con las interpretaciones estadísticas que asumen que el mayor número de frecuencias es expresión de la verdad. Esa visión epistemológica positivista de la historia y acontecimientos, obviamente no es la Eric Hobsbawm, Edward Carr ni Carlos Pereyra entre otros, porque reduce y simplifica los procesos sociales e históricos de nuestras realidades y fenómenos. Así, sustenta una absurda concepción de autonomía universitaria, que ignora la historia y su constitución originaria de 1918. El autor sostiene una paradójica posición, porque para él defender la autonomía universitaria supone permitir que la transgredan, difamen y falsifiquen. Algo así como decir, que por anhelar y luchar por la libertad de pensamiento y de gestión universitaria, debemos aceptar que la violenten y seamos prisioneros de propósitos y poderes ajenos a nuestro pensamiento y actuación consecuente.
El historiador de las fuentes mediáticas, no interpreta las realidades sociales, actúa como aquellos que escriben la historia, pero invisibilizan a los que hacen la historia. Asume que la colonialidad del poder, del saber y del publicar, implica la posesión de la verdad. Esto quizás ocurre por la internalización del monopolio de la coacción estatal valora como normal, natural o aceptable la intervención indagatoria del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) en la Universidad de Costa Rica. Desde la perspectiva de los detractores de la Universidad, la defensa de los derechos y libertades que debemos proteger institucional y socialmente, no son conquistas históricas formalizadas jurídicamente, sino que son el producto de la interpretación de quienes no conocen, comprenden ni han respetado, en muchos contextos, los derechos ciudadanos e institucionales. Los enemigos de la autonomía universitaria son amigos de la autarquía.
Es cierto que la autonomía no es un enclave como afirma el Director de la OIJ, pero nunca lo ha sido no pretende serlo ni la autonomía universitaria es comparable con algún enclave. La incomprensión e intolerancia a la autonomía universitaria por parte de las autoridades judiciales, no los exime de su obligación de amparar y respetar la Constitución de la República.
(*) Juan Huaylupo Alcázar es Catedrático, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Costa Rica