Por Javier Otazu, Marrakech (Marruecos), 16 nov (EFE).- El secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, apeló a argumentos económicos y hasta a «la seguridad nacional de Estados Unidos» para que el presidente electo de su país, Donald Trump, se tome en serio el cambio climático y no rompa los acuerdos al respecto que Washington ha firmado.
En un apasionado discurso de una hora pronunciado en la ciudad marroquí de Marrakech, donde tiene lugar la cumbre sobre el clima (COP22), Kerry no citó en ningún momento por su nombre a Trump, que ha llegado a definir el cambio climático como «un cuento chino» y ha prometido, durante la campaña electoral, anular el Acuerdo de París.
Sin embargo, la presencia del magnate negacionista, quien desde el momento de su elección no ha vuelto a pronunciarse sobre el tema, sobrevoló toda la intervención de Kerry, en especial al afirmar que «las cosas se ven muy distintas cuando uno está en el Gobierno» que cuando está en campaña.
Las consecuencias del cambio climático, científicas, económicas y humanas «son hechos, no opiniones ni tampoco eslóganes políticos», y en ese sentido «nadie tiene derecho a tomar decisiones (sobre políticas climáticas) basado solamente en ideologías».
Para entender las consecuencias del calentamiento de la tierra, Kerry recomendó hablar con militares, por ser los que entienden «las amenazas a la seguridad nacional» derivadas de las catástrofes humanas a causa del clima, así como con científicos o con líderes religiosos.
Y aquí apeló a alguno de los argumentos a los que Trump puede ser especialmente sensible: «Invertir en energía limpia es un buen negocio», dijo.
Al respecto, citó a Brasil, la India y China, tres países emergentes que lo han entendido muy bien y por ello sumaron en 2015 más inversiones en energías verdes que las realizadas por Estados Unidos.
Desgraciadamente, señaló Kerry, las energías limpias representan todavía solo un 10% de las que se producen en el mundo, pues «producir energías sucias sigue siendo más barato», aunque ese argumento es engañoso porque los gastos de las fósiles se ven a largo plazo, en forma de enfermedades respiratorias o poblaciones enteras arrasadas por inundaciones.
Aunque su discurso tuvo un tono dramático -«está en juego nuestra forma de vida», alertó- no quiso caer en el pesimismo y se mostró convencido de que «una abrumadora mayoría de ciudadanos de Estados Unidos sabe que el cambio climático está sucediendo».
En consecuencia, añadió, «no creo que (los compromisos firmados por Estados Unidos) vayan a ser revocados».
En otra intervención, el enviado especial del Gobierno estadounidense para el cambio climático, Jonathan Pershing, también apeló hoy al interés puramente económico que tiene para el país la transición a las energías verdes y la transferencia de tecnología que EE.UU. puede liderar hacia el tercer mundo en los procesos de adaptación climática.
«Hay un valor sustancial para el ciudadano y el contribuyente estadounidense (…) Creemos que hay un mercado (en la transferencia tecnológica) y creo que nuestras empresas pueden ser competitivas en ese mercado», indicó Pershing, quien se negó a «especular» sobre lo que puede hacer el gobierno de Trump y el próximo Congreso de mayoría republicana.
A los miedos que despierta la elección de Trump también se refirió en Marrakech el viceministro chino de Exteriores, Liu Zhenmi, al asegurar que, cualesquiera que sean las decisiones de Trump, «no afectarán a los compromisos» internacionales de Pekín en esta materia ni a su apoyo al Acuerdo de París.
Liu desveló una conversación telefónica mantenida el pasado lunes entre Trump y el presidente chino, Xi Jinping: este último «le ofreció (a Trump) mantener la estrecha cooperación que ambos países han mantenido en materia de lucha contra el cambio climático en los últimos años».
Pese a que el viceministro chino de Exteriores sostuvo que Xi no obtuvo una respuesta de Trump, pidió cautela y unos meses «para ver cuál es la actitud del nuevo presidente electo respecto a la acción climática», si bien expresó su confianza en que «la primera potencia económica del mundo no vuelva a repetir la actitud que tuvo en el pasado con el Protocolo de Kioto», que firmó y luego no ratificó. EFE