Columna Poliédrica
Lo que le pasó a doña Eugenia Cartín, me atrevo a asegurarlo, nos ha pasado a cualquiera que haya contratado un servicio de internet en su casa. Alguna gente ha criticado la forma en que ella se expresó al hablar por teléfono, pero es evidente que para ese momento ya había llamado quién sabe cuántas veces y, como muchos de nosotros, se había enfrentado a la ineptitud de personas que son incapaces de resolver el problema con la conexión que ella tenía en su hogar.
Actualmente habemos muchos que necesitamos una conexión estable de internet para trabajar. Al igual que doña Eugenia que trabaja como traductora y necesita el correo electrónico o cualquiera de las aplicaciones existentes para entregar su trabajo, muchos requerimos del internet para recibir trabajos, investigar y posteriormente remitir los informes o análisis por los que nos contratan; en otras palabras, la conexión estable a internet se ha vuelto algo imprescindible para los que hacemos teletrabajo y el perjuicio que se nos ocasiona cuando la conexión a internet se cae, es sumamente grande.
Hay personas que todavía pueden ser más perjudicadas cuando la conexión a internet se cae o no funciona con la velocidad real contratada. Conozco a un amigo que se gana la vida haciendo transacciones financieras internacionales que van desde apuestas deportivas hasta inversiones relacionadas con la compra de acciones de empresas y demás productos financieros, para él una desconexión momentánea puede representar la pérdida de sumas de dinero importantes o la incertidumbre en relación con la acreditación o no de una transacción en una entidad bancaria o en un puesto de bolsa.
Me identifico plenamente con doña Eugenia porque yo he vivido una situación similar. Contraté el servicio de internet en una empresa ubicada en Sabana oeste, lo anterior porque en ese momento la empresa ubicada en Sabana norte dijo que no tenía conexión donde vivo. Pues bien, durante un tiempo el servicio se mantuvo más o menos estable, sin embargo, al tiempo comenzó a caerse la conexión y comencé a padecer con ese problema.
Al igual que doña Eugenia, llamaba y el problema no lo resolvían. En efecto, uno llama al número que brinda la empresa para estos menesteres y se encuentra, en no pocas ocasiones, con que “todos nuestros operadores están ocupados”; si se tiene la suerte que se “desocupe” el operador, se topa uno con una especie de persona estandarizada que te pregunta siempre lo mismo: número de contrato, datos personales, servicios contratados y luego comienza el padecimiento con el rollo del módem.
Usualmente los operadores lo que hacen es hacerte preguntas en relación con situaciones básicas que no requiere de ser un experto para resolverlas. Te preguntan que si el módem está encendido, si la luz del aparato está en rojo y cosas de ese tipo que se resuelven apagando y encendiendo el aparato; empero, el verdadero suplicio viene cuando el problema no se resuelve tan fácil, cuando es un asunto de configuración o peor cuando es un asunto relacionado con la central de comunicaciones.
Imagino la frustración de una señora como doña Eugenia cuando le dicen que la van a pasar con un técnico. Y es que cuando eso sucede, la cosa se complica porque te piden hacer una serie de procedimientos que requieren cierto nivel de comprensión en relación con la configuración del módem; en otras palabras, según ellos, casi siempre cuando la señal de internet se cae es porque existen problemas en que se requiere volver a configurar el aparato y ello implica entrar en el software que rige el módem. ¿Se imaginan a una persona que nunca se ha ocupado de ese tipo de procedimientos siendo dirigida por teléfono por un técnico?
Los técnicos suelen pensar que todas las personas son informáticos. Me ha pasado que a pesar de hacer todos los procedimientos indicados por el técnico, el aparato no funciona y el fulano suele decir que el responsable de ello es uno; es decir, que quien hizo algún procedimiento mal fue el usuario y que el bruto es uno, no obstante, cuando terminan mandando el técnico a la casa y el aparato tampoco funciona, se dan cuenta que los brutos son ellos; sin embargo, a pesar de ello, uno sigue pagando las consecuencias, a saber: no tiene el servicio, ya no tiene hígado, no le resuelven el problema y lo peor: te siguen cobrando como si nada hubiese pasado.
En consecuencia, el verdadero problema de todo esto es la desprotección real en la que estamos los consumidores. Y no me vengan a decir que vaya a la Defensoría del Consumidor porque la eficacia de ese órgano burocrático deja mucho que desear, de hecho, la mayoría de las personas desisten de ir a esas instancias debido a la inoperancia e impunidad que se da en relación con las empresas; las personas terminan valorando más el tiempo que van a gastar y procurando buscar otras opciones que puedan ofrecer, al menos, mejores garantías en relación con la estabilidad del servicio, aunque igual se topa uno con una serie de empleados que se comportan como robots.
Las empresas hacen lo que les da la gana con el consumidor porque, normalmente, les resulta más rentable pagar las multas que eventualmente les imponen, que hacer una corrección integral de sus falencias para con el usuario. Muchas empresas tienen estudios de las probabilidades de que un cliente lleve un caso hasta las últimas consecuencias y prefieren “trabajar” sobre ese mínimo porcentaje, ya que ello resulta más económico al punto que la atención de estos casos están incorporados al presupuesto de la empresa.
En mi caso me pasé a la empresa de Sabana norte, pero no crean que andan muy largo del servicio de los de Sabana oeste. La despersonalización de la atención al público, al cliente o usuario es igual en ambos casos, empleados que funcionan de manera estandarizada, que les cuesta diferenciar los casos y los problemas, que les cuesta pensar y entender que no todas las situaciones son iguales y, sobre todo, entender que existen personas cuyo trabajo depende de un servicio estable y adecuado de parte de ellos; es decir, no todos los usuarios de internet están bajando “viejas chingas” o viendo estupideces y superficialidades propias de la edad de muchos de los que le contestan a uno en esas empresas.
La protección efectiva del consumidor se debería reflejar en que las empresas, a partir de un caso específico, corrijan sus protocolos para que la experiencia del caso concreto se refleje en el resto de los clientes. No obstante, la política que siguen una buena cantidad de empresas es la contraria, se atiende el caso contrario de manera estandarizada y si el cliente se pone difícil, se le somete a un desgaste hasta ver cuánto aguanta y si continúa de majadero y acude a las vías legales, se atiende el caso tratando de evadir cualquier responsabilidad que le corresponda a la empresa.
Esa es la realidad, lo demás son cuentos ticos y de otras latitudes. Por eso, lo que le pasó a doña Eugenia requiere una reflexión de todos, sin embargo, está claro que hay personas cuya sensibilidad al respecto es nula y refleja una total ignorancia de cómo funciona la relación empresa-cliente en la actualidad.
Ahhh y que no vengan a decir que no todas las empresas actúan así !!!! ¿No han visto, por ejemplo, lo que está pasando con las compañías aéreas? La realidad es que no nos enteramos ni siquiera del 1% de los casos que se dan, al final lo importante es lucrar a costa de lo que sea y mientras a mí no me toque, lo demás y los demás no importan.
(*) Andi Mirom es Filósofo
6 Comments
Javier VF
Estoy de acuerdo en el comentario del escritor del artículo, ya que yo soy altamente dependiente del internet, pero hay que tomar en cuenta que uno no puede decir que una conexión para el hogar le genera perjuicios económicos, ya que el internet contratado para trabajar es otro, mucha gente no entiende esto y no leen la letra menuda.
nilfs2
No es lo mismo el Internet empresarial que el Internet casero, si su fuente de ingresos depende del Internet, se debería optar por un enlace de fibra uno a uno, los enlaces caseros sólo sirven «para ver viejas chingas»; con esto no trato de defender a los proveedores de servicios, que en mi experiencia la mayoría son bastante malitos, si no el mostrar que uno también debe asesorarse antes de invertir en tecnología para un negocio, así como se asesoran con abogados, contadores, etc.
Alberto Sibaja Rojas
Los dos comentarios anteriores podrían ser pertinentes para el ejemplo que pone el articulista de alguien que se dedica hacer transacciones financieras. Ojo, desconozco si el internet empresarial presenta problemas similares, en todo caso, no en todas las zonas de San José y no se diga del país, el enlace uno a uno lo ofrecen, así que no necesariamente el asesoramiento resuelve el problema. En todo caso, para lo que se dedica doña Eugenia le debería bastar una conexión NO EMPRESARIAL, de casa de 10 megas o incluso menos, claro está, siempre y cuando no se desconecte a cada rato y ese es el punto: Las empresas ofrecen un servicio continuo a una velocidad determinada y cuando eso se incumple, las personas quedamos desamparadas y eso no puede ser, porque además te siguen cobrando. Por eso lo que señala en este artículo es total y completamente cierto.
nilfs2
Don Alberto, en la jerga informática a eso se le conoce como RTO (Recovery Time Objective), que en resumen es, cuánto tiempo tolera su negocio el estar sin operar en caso de una interrupción programada tanto como no programada, a está señora por lo visto el SLA (Service Level Agreement, o nivel de servicio) ofrecido por un enlace casero no le cumple con el RTO de su negocio. En cuanto a la disponibilidad del servicio empresarial, hagamos la analogía de una persona que pretende abrir un supermercado en un lugar que sólo tiene espacio de parqueo para 3 vehículos, se deduce que no es el lugar indicado para operar un supermercado.
Jaime Lopez Vargas
Lo que necesitamos es mas y mas competencia.Mas y mas empresas ofreciendo el servicio,para que literalmente se peleen por los clientes y brinden el mejor servicio.Importa poco si es de de Sabana Norte u Oeste o de donde sea;que preste el servicio deseado al precio accesible.No mas monopolios,ni privados ni estatales.
Tampoco creo que la señora Cartin se haya visto perjudicada en $500,000 dolares.
El abuso terminara afectando a todos los usuarios,con tarifas mas altas que protejan de demandas.
Como veras Andi ,»no hay almuerzo gratis «.
Diego
El gran problema no es si la conexión es buena o mala, o si el producto venía con defectos o no.
El asunto es el servicio al cliente, estas empresas (en su mayoría transnacionales) son muy buenas en sus estrategias de venta de sus bienes y servicios.
Pero su servicio al cliente está diseñado de tal forma que obliga al consumidor a utilizar los famosos 800’s. Centros de llamadas que se ubican en otro país y que son completamente impersonales y con empleados que tampoco tienen una relación de empleo con la empresa que vendió el servicio o el bien.
Además estos empleados únicamente responden conforme a un menú pre-establecido.
Ni siquiera tienen un local o un teléfono o el nombre de un responsable en Costa Rica, y cada vez que se llama al centro de llamadas (que con frecuencia se corta la conversación), debe repetirse toda la retahíla de número de serie, número de servicio, etcétera, etcétera. Incluso cuando de requiere una reparación, el taller es sub-contratado y sin ninguna relación directa con la empresa.
Al final el consumidor se siente indefenso.