Todavía no han transcurrido los suficientes años como para tomar distancia de los hechos ocurridos en los últimos tres decenios en nuestro país, y así ponderar con frialdad fenómenos y circunstancias que permitan darles su dimensión justa. Pero, lo que sí es cierto, aunque no emitamos juicio de valor alguno, es que el país entero se ha deteriorado en varios aspectos. Y por encima de todos resalta el deterioro social, causado por la expansión de la corrupción que nació de la pérdida de valores, el debilitamiento de la educación, y el comportamiento de los distintos gobiernos que hemos tenido que padecer. Y digo padecer, porque aunque vivimos quejándonos de ellos, ha sido por culpa propia, ya que si elegimos maleantes como gobernantes y legisladores, y éstos eligen a las autoridades judiciales, nos convertimos en sus cómplices.
La corrupción es un fenómeno que atraviesa el funcionamiento de las instituciones del Estado, de la política formal y de las prácticas locales de las empresas y personas y que cuenta con un amplio abanico de posibilidades. Y es que la corrupción no es simplemente un fenómeno jurídico o un tema exclusivo de la economía: es también —y sustancialmente— un fenómeno social, un conjunto de prácticas que se ponen en juego en la vida cotidiana de las personas. Y en ello incide poderosamente el debilitamiento de la educación.
Los actos corruptos suceden en el sector público y en el privado, en el nacional y en el transnacional. El enriquecimiento ilícito por medio del robo directo de los bienes públicos, o el pago de un soborno (la «coima») a un funcionario, constituyen los actos corruptos más groseros y visibles. Pero hay también corrupción cuando los funcionarios o políticos -o sus representantes, delegados, comisarios o contratistas- actúan impunemente y contra el bien común por violación o incumplimiento de leyes, reglamentos, contratos, calendarios, presupuestos, costos o normas de calidad, y con abuso de autoridad, debilidad o en complicidad con entes contralores institucionales o cívicos.
La investigación en temas de corrupción ha cobrado gran importancia en los últimos años, y no se trata de una casualidad.
El contexto del mundo del capitalismo tardío ha dado gran relevancia a los fenómenos relativos a la movilización del mercado, al gasto público, al destino de los fondos del Estado (y a la maximización de la eficiencia de la inversión privada). El Estado y el mercado cambia su disposición: como es de conocimiento común el mercado crece en importancia y el Estado y su estructura formal pretenden convertirse en reguladores (entre otras de sus funciones). En este estado de las cosas, los temas de interés se resitúan: el debate sobre las «clases» parece suspenderse momentáneamente, el tema de las economías de planificación se olvida en el contexto de la oferta y la demanda, las reivindicaciones y los movimientos sociales se miran desde la perspectiva de la economía de mercado, de la estabilidad fiscal. Ahí, la corrupción resulta ser un tema central, pues atraviesa las estructuras centrales del Estado del capitalismo tardío y de su economía. La corrupción malversa fondos, desvía bienes, cuestiona la disposición del Estado mercantilizado, de sus funcionarios, del manejo de la política pública.
La corrupción constituye un verdadero cáncer social caracterizado por su «metástasis», sin embargo, no se trata de un fenómeno reciente ni mucho menos, pues ha acompañado a la historia de la civilización desde sus principios.
Pero en contra de lo que algunos puedan pensar, no debemos buscar sus orígenes exclusivamente en regímenes totalitarios ni democráticos, capitalistas ni comunistas, ultra derechistas ni ultra izquierdistas, pues su génesis parece esconderse en lo más oscuro de la condición humana, apestada por la avaricia y el ansia de poder.
Los hechos de corrupción no son una novedad en la historia humana y siempre ha sido un problema amenazante para la legitimación del estado-gobierno en la gestión de los bienes públicos y el bienestar general de una sociedad. También podemos afirmar que la corrupción siempre ha sido parte de la vida política pero las formas en que se expresa varía conforme a circunstancias socio-políticas en especial cuando una clase o un grupo ha obtenido el poder económico sin su correspondiente poder político y así la corrupción llega a sustituir o acompañar en los hechos la práctica de la administración pública.
En este sentido, se conocieron épocas históricas de mayor o menor corrupción, de sociedades más o menos corruptas, y de un sistema penal más o menos activo en su persecución; el sistema penal, el sistema de prohibiciones y la amenaza o la ejecución de castigos conforme a la normativa legal ha sido y continua siendo el instrumento utilizado para el diagnóstico y para el castigo, encerrando así el problema en una cuestión autorreferencial del derecho y de la conducta humana prohibida.
Pero la corrupción no es ya un hecho casual o contingente y se ha instalado de manera preponderante en la vida pública. Así, parece cada vez más necesario incursionar en otros ámbitos de las ciencias sociales en la búsqueda de una explicación de este fenómeno; esto implica reconocer que el sistema penal ha sido hasta ahora insuficiente para resolverlo o reducirlo y esto merece una explicación.
En el fondo de todo se encuentra el debilitamiento intencional de los sistemas educativos, a todo nivel. Los programas de escuelas y colegios se modificaron hace años para fomentar el facilismo de los educandos, instaurando una superficialidad imposible de superar hoy día. Y ello ha permeado incluso la educación universitaria, sobre todo la privada, en donde no es extraño escuchar de las autoridades de éstas que, como los estudiantes pagan, deben ser blandos los profesores en su actuación docente. Lo cual es, en sí mismo, un acto corrupto.
(*) Alfonso J. Palacios Echeverría
9 Comments
Rogelio Cedeño Castro
El gran aporte que nos hace don Alfonso en este artículo es el de situarnos dentro de esa dimensión más oscura de la condición humana, llevándonos a ubicarnos en una realidad que ya no pude seguir siendo ocultada, es aquí cuando siento que mi candoroso optimismo rousseauniano y kantiano se viene estrepitosamente al suelo, de manera irremisible, aunque siempre dentro de un sórdido silencio. Si la corrupción fuera un fenómeno atribuible a un sólo tipo de ser humano o a determinadas ideologías, incluso a la manera en que éstas se traducen en regímenes políticos es el asunto sería demasiado simple. Consuelo de los mediocres que no soporta el crudo reconocimiento de los hechos.
carolina jimenez
Tengo mucho pesar por mi pais, desde hace unas decadas -y gracias a los gobiernos de turno- se fue hundiendo en la corrupcion; ademas, se convirtio en el pais de nadie -cualquiera entra o sale- y gracias a sus leyes blandengues, es un paraiso para los delincuentes.
Cristiano -No Ronaldo
Excelente Don Rogelio su comentario es una de mis premisas para creer en un Ser Supremo que tiene el control de todas las cosas y especial interes en la superacion humana. presisamente le pregunte a Pablo Antonio Cuadra en su casa de habitacion en Las Colinas, » Cual es su opinion del problema en Nicaragua ahora que la derecha ha tenido su oportunidad con Arnoldo Aleman…en medio de los actos de corrupcion partidaria….No cree que el asunto no es ideologico sino un mal humano?
Marité Valenzuela H
qué interesante!!!! me encantaría saber qué le contestó Don Pablo Antonio??? admiro muchísimo su poesía, los nicaraguenses son poetas, estoy muy triste con lo de Nicaragua, muchas gracias!!
nilfs2
No se castiga a los corruptos, todos quedan impunes o con sanciones que son risibles, hasta que esto no cambie van a seguir haciendo lo que les da la gana.
Fernando
Todo se lo achacamos a los políticos.Examen de conciencia debemos hacer todos como nación y cada uno de nosotros.
Juan Huezo Zúñiga
¿Fenómeno social? descaro político y empresarial. La sinvergüenzada debe prevalecer. Ya vemos como nuestra Sala Plena le da largas a su actuar con respecto a Celso y sus cuatro de la Sala III de lo Penal. ¿Esperan con las elecciones la añeja mafia siga siempre en el poder? ¿Serán que estos, al ser censurados canten sin guitarra, llevándonos a un caos sin fronteras y a situaciones impredecibles judiciales? Vaya tamales mal cocinaron esas gentes del PLUSC a nuestra democracia donde el sistema tambalea, al irrespetarse la seguridad jurídica ya hace tiempos. Veremos.
Rogelio Cedeño Castro
Lástima que muchos no le hayan dado una lectura más cuidadosa a este excelente artículo y al sentido que asume el fenómeno social de la corrupción. No es cosa de estarse lamentando por lo que ocurre sino de entender la esencia de un fenómeno social tan arraigado.
Marité Valenzuela H
De acuerdo Don Rogelio. Algo nos funciona torcido a los humanos. Pero también mucho nos funciona no torcido…..me gusta el símbolo del Tao, decía creo que Facundo Cabral que una bomba hace mucha bulla pero una caricia no. Erick Fromm habla en un libro maravilloso, como son todos sus libros, que se llama La revolución de la esperanza, habla sobre la fuerza de la ternura, un poder enorme tienen también las cosas lindas y buenas, pienso que hay un factor horrible en la consecusión de hechos de violencia de todo tipo en la historia: el aburrimiento!!! le mando un saludo y que esté usted muy bien Don Rogelio!!!