Reunidos en nuestra primera Asamblea Plenaria del año 2018, los Obispos de Costa Rica hemos reflexionado sobre diversos asuntos de gran relevancia en la vida eclesial y en el acontecer nacional. Respecto de este último, naturalmente, el tema que concentra no solo nuestra mirada, sino la de todo el país, es el proceso político electoral que aún no ha concluido, y que es de trascendental importancia para nuestra vida democrática, nuestro modelo de desarrollo y el bienestar de todos los habitantes del país.
La nueva etapa de la campaña política
Tras las justas electorales del pasado 4 de febrero, el país ha concluido la elección de los nuevos diputados que ocuparán una curul para el periodo constitucional 2018- 2022, a la vez que ha entrado en una nueva etapa en su camino para elegir al presidente y vicepresidentes del país, en lo que conocemos como la “segunda ronda”.
De acuerdo con la misión de la Iglesia, como lo expresa el Concilio Vaticano II, compartimos los gozos y las esperanzas, así como las tristezas y las angustias de las personas de nuestro tiempo, en especial, de los pobres y cuantos sufren (GS 1). De ahí que, todos los ámbitos de la vida humana son de nuestro interés y atañen a nuestra misión; así, los temas económicos, sociales, ambientales y políticos. Estos últimos, sin adentrarnos en el ámbito de la política partidista, que no es de nuestra competencia. En definitiva, nuestro propósito es seguir contribuyendo al desarrollo humano integral y solidario.
En el mes de diciembre dimos a conocer nuestro mensaje sobre el proceso electoral titulado La esperanza no defrauda, con el propósito, como expresamos en él, de “fortalecer la vida
democrática, suscitar la participación ciudadana y recordar el compromiso y responsabilidad
cristiana en la participación política”. No repetiremos lo que entonces manifestamos.
Mantenemos la propuesta de esas ideas, que consideramos plenamente válidas para esta nueva etapa del proceso electoral. Sin perder de vista lo anterior, queremos llamar a nuestros
compatriotas a reflexionar en un clima de tolerancia y sosiego lo vivido en la justa electoral que culminó el domingo 4 de febrero. Sin duda, que nos llama la atención el elevado porcentaje de abstencionismo, que no deja de inquietarnos como ciudadanos y como Pastores. El ejercicio democrático nos permitirá tomar en nuestras manos el destino de la Patria el domingo 1 de abril, esta vez escogeremos entre los candidatos que alcanzaron mayor número de votos; lo cual nos presenta la ocasión de meditar las propuestas presentadas por estos candidatos y estos partidos políticos. Esta oportunidad debe aprovecharse para ejercer el sufragio de forma consciente y responsable, para escoger la opción, que según nuestro recto entender y nuestros valores, sea la más conveniente para el gobierno de nuestro amado país.
Ahora deseamos llamar la atención sobre otros aspectos importantes que nos preocupan sobre
nuestra democracia y el futuro, tanto en el corto como en el mediano y largo plazos, de nuestro país.
Visión integral del país
Durante la campaña política, no solamente en los debates presidenciales, sino en la opinión
pública generada en torno a las propuestas políticas, han aflorado diversos temas de mucho interés para la población. Sin embargo, con mucha frecuencia se han escuchado voces lamentando que ha prevalecido una visión fragmentaria del país, reducida a unos pocos problemas. No se ha puesto sobre la mesa de la discusión política el rumbo general del país, una visión integral de la sociedad; en definitiva, el modelo de desarrollo integral y solidario que necesita el país. Se hace necesario afinar más la discusión política en esta dirección, de manera que, desde las múltiples propuestas expresadas, se pueda ir consolidando un camino que se oriente al bien común, desde políticas no solo de Gobierno, sino de Estado, involucrando a los tres poderes del Estado, las instituciones descentralizadas y los gobiernos locales. Esto demanda no solamente un esfuerzo de los dirigentes de la patria, sino que los partidos políticos, las fuerzas sociales, empresariales, académicas, religiosas y culturales pongan su mayor tesón en unir esfuerzos para que el país salga adelante. El medio para que esto suceda es el diálogo, el cual debe ser franco, abierto, y debe considerar las condiciones de los interlocutores que se involucren en él, como lo enseña el beato Pablo VI en su carta encíclica Ecclesiam Suam (“Su Iglesia”).
Integralidad del desarrollo humano
En esa dirección, se hace necesario concentrar los mayores esfuerzos en los sectores poblacionales con mayor rezago socioeconómico; en una política integral en favor de la familia; en la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su desenlace natural, cuidando y recuperando nuestra Casa Común; en el mejoramiento radical de los servicios de la Caja Costarricense del Seguro Social, una de las más urgentes necesidades para la defensa de la vida; en el desarrollo educativo y social de la juventud; en la erradicación de los asentamientos en condición de tugurio y precario; en una estrategia económica que reduzca la desigualdad, ataque la pobreza persistente en el país y que afronte desde los principios de la solidaridad y la justicia social la crisis fiscal, que no puede demorarse ni un instante más y que reclama compromiso patriótico de todos los sectores de la sociedad; en el fomento de la economía social y solidaria; en mecanismos ampliamente participativos para el control eficaz de la corrupción y para la rendición de cuentas; en la generación de empleo decente, y en la transformación del subempleo y el empleo informal en trabajo de calidad; en el transporte público y la infraestructura para una mayor calidad de vida personal y familiar; en la prevención de la delincuencia desde procesos de desarrollo pleno de la niñez y la juventud; en una adecuada inserción en la comunidad internacional, sin detrimento de la soberanía política y económicas y garantizando la protección de nuestros productores nacionales, especialmente los más pequeños.
Democracia participativa
El alto aprecio que tiene la Iglesia por el sistema democrático la ha llevado a desarrollar, en sus enfoques doctrinales, el importante principio de la participación democrática. Esta se entiende no solamente como el ejercicio del sufragio, ni en la mera delegación del poder para gobernar a personas electas por el pueblo. Se trata, como señala el Documento de Aparecida, de la necesidad de “que los diversos sujetos de la comunidad civil, en cualquiera de sus niveles, sean informados, escuchados e implicados en el ejercicio de las funciones que ésta desarrolla” (n.º 190; ver n.º 74).
El alto porcentaje de abstencionismo registrado nos desafía como sociedad para encontrar los
modos de incentivar la participación y la responsabilidad ciudadana en torno a nuestro sistema democrático. Desde este principio, instamos a los futuros gobernantes, tanto en el ámbito del Poder Ejecutivo como del Poder Legislativo, que se abran a la más amplia participación de la población. El Poder Ejecutivo conviene que propicie un amplio diálogo nacional, una profunda consulta a los diversos actores socioeconómicos, políticos, ambientales y culturales del país para el diseño del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022. Esta disposición garantizará lograr los consensos necesarios para que las políticas avancen con armonía social, con una verdadera representatividad de los diversos sectores y el compromiso de estos en colaborar para que el país no solo funcione bien, sino que crezca en los indicadores de un desarrollo humano incluyente y que abarque todos los ámbitos de la vida.
Armonía en la pluralidad
En tiempos de política partidista es natural que se contrasten puntos de vista, proyectos e intereses de sectores de la sociedad. Somos una sociedad pluralista. Esto no solo es normal, sino, también, una riqueza. Sin embargo, no está bien la polarización y, mucho menos, las posiciones intolerantes y agresivas entre quienes sustentan posiciones diferentes. Es importante que reencontremos el camino del sano pluralismo. Es cierto que hay temas que dividen a la población, pero hay muchos otros que la unen. Es necesario rescatar el respeto, la tolerancia, la capacidad de unirnos en torno a la mayor cantidad de temas urgentes para el Desarrollo Humano de toda la población. Es conveniente insistir en la necesidad de lograr acuerdos y de clarificar los desacuerdos para ir construyendo juntos una propuesta de país que permita a todos la consecución de las condiciones para una vida plena.
Medios de comunicación y cultura democrática
Nos enseña la Doctrina Social de la Iglesia que “la información se encuentra entre los principales instrumentos de participación democrática. Es impensable la participación sin el conocimiento de los problemas de la comunidad política, de los datos de hecho y de las varias propuestas de solución (CDSI 414). Por lo tanto, los Medios de Comunicación Social están llamados a desempeñar un rol de primer orden en la edificación de una cultura política auténticamente democrática. A ellos los invitamos a contribuir a que, con un espíritu constructivo e imparcial, la nueva etapa de la campaña política se oriente a la discusión a fondo de los grandes desafíos de nuestra patria, del rumbo del país, de la senda para crecer en un desarrollo humano auténtico.
Imploramos de Dios la bendición de nuestra nación, tomados de la mano de la Virgen Madre de los costarricenses, Nuestra Señora de los Ángeles.
En San José, 09 de febrero de 2018.
+José Rafael Quirós Quirós
Arzobispo Metropolitano de San José
Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
+Gabriel Enrique Montero Umaña
Obispo de San Isidro de El General
Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
+Javier Román Arias
Obispo de Limón
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
+José Manuel Garita Herrera
Obispo de Ciudad Quesada
Tesorero de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
+Ángel SanCasimiro Fernández
Obispo de Alajuela
+Óscar Fernández Guillén
Obispo de Puntarenas
+Manuel Eugenio Salazar Mora
Obispo de Tilarán-Liberia
+Mario Enrique Quirós Quirós
Obispo de Cartago
+Daniel Francisco Blanco Méndez
Obispo Auxiliar de San José
2 Comments
Fabián Solís Murillo
Que discurso vacío y acomodaticio. Salido de un grupo que se puso al servicio del fraude electoral de Oscar Arias y su TLC en 2007.
Si quieren hablar de temas fiscales primero deberían renunciar a los privilegios tributarios que tiene su iglesia.
En esa misma línea, deberían apoyar la idea de un Estado Laico, de haberlo hecho antes quizá el país se hubiera evitado las molestias generadas por la intromisión de los fundamentalistas pentecostales en nuestra política y estuviéramos discutiendo temas concretos y no subjetivos como «la familia y los principios», estandarte de uno que puede llevar a la banca rota al país al son de los panderos, esto sin ahondar en su falta de experiencia y su inexistente formación académica y profesional.
A propósito de la familia y la vida, bajo cuáles preceptos se refieren a esto unos que se casan con una institución y nunca llegan a formar un hogar propio. No hay que olvidar los escándalos sexuales a nivel mundial…
Podría extenderme pero prefiero cerrar con la misma solicitud que se le ha planteado a los evangélicos, no se metan en política, no les compete y lo único que van a lograr es perjudicar a una nación entera.
Saturnino
Yo quedé más satisfecho con su comentario, excelente gracias.