Hace pocos días leí un artículo que homologaba a Donald Trump con el anticristo del nuevo testamento. Y señalaba una enorme cantidad de coincidencias para defender esta tesis, lo cual no me pareció para nada extraño, pues estamos atravesando una época en que el catastrofismo se ha puesto de moda. Pero, ¿no existe en realidad alguna similitud?
Teóricos de la conspiración apuntan a que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, podría ser el tercer anticristo profetizado por el vidente del siglo XVI, Nostradamus, refiriéndose a él como el «gobernador militar» que desencadenará la apocalíptica Tercera Guerra Mundial.
Las predicciones de Nostradamus y las profecías de la Biblia usan la palabra «Trump» en sus dichos. En las predicciones de Nostradamus, el vidente describe a un líder como un «grande, desvergonzado, alborotador y audaz que será elegido gobernador del ejército». También escribe: «La falsa trompeta que oculta la locura hará que Bizancio (hoy se considera que Bizancio es Europa) cambie sus leyes, y de Egipto saldrá un hombre que quiere que el decreto sea retirado, cambiando dinero y normas». Para los teóricos la palabra «Trompeta» se compara con Donald Trump.
Todo resulta, por decir lo menos, perturbadoramente jocoso. Pero que dicho señor se asemeja a alguien que fomenta la discordia, la inseguridad, la crispación entre las naciones más poderosas, y que lleva a su país y al mundo hacia una época de inquietud es absolutamente cierto. Para hacernos pensar aún más, esta descripción encajaría con muchas profecías de la biblia, especialmente a la relacionada con el apocalipsis, acerca de Israel y la llegada del anticristo. Lo cierto es que las relaciones entre los Estados Unidos y Corea del Norte, o entre los Estados Unidos y Rusia, o con Siria, son cada día más inestables, por lo que no es extraño pensar que la paz mundial pende de un hilo. Solo el tiempo dirá si Trump es en realidad este personaje presagiado por el profeta.
Es cierto a veces que en el curso de la historia hay estadistas que parecen atípicos, sus planteamientos para gobernar los pueblos constituyen una ruptura con el modelo imperante. Es como si fuese reinventarse un nuevo modelo al margen de los estrategas del establishment, esto necesariamente crea un disturbio en el orden económico y financiero establecido.
Se ha creado un temor a nivel de diferentes sectores de la sociedad norteamericana y de sus socios tradicionales, a los que desde la Segunda Guerra Mundial han sido bautizados con el término de «Aliados», los estudiosos de la historia estadounidense saben, que nadie puede articular un proyecto de gobierno al margen de la soberanía imperial.
Si uno buscaba en Google antes de las elecciones en los Estados Unidos “Trump Fin Del Mundo”, aparecían 1.570.000 resultados; si pone “Apocalipsis Trump”, le salían 470 mil resultados. Y si escribe, en cambio, “Trump Anticristo”, le salían 156 mil. Y podían verse videos, reportajes, textos de todo tipo. Al igual que declaraciones de todo tipo de personas, empresarios, actores, diciendo que, si el republicano llegara a la Presidencia, va a ser “el fin del mundo”. Hay desde teorías de la conspiración hasta advertencias de todo tipo. Que su posible llegada a la Casa Blanca causaría una recesión global, que desataría una guerra nuclear, que se vengaría de quienes lo criticaron metiéndolos a la cárcel.
Lo que si es cierto es que, conforme las experiencias anteriores, cuando los presidentes en ejercicio desean reelegirse, desatan alguna guerra, porque es lo único que aglutina a los ciudadanos norteamericanos con su gobierno.
Pero este señor es verdaderamente un personaje de espanto, un personaje que por lo visto no ha leído un solo libro en su vida, ni siquiera el que le escribieron para que lo publicara con su nombre relatando sus éxitos empresariales. Su cultura proviene exclusivamente de la televisión; por eso, lo primero que hizo al ocupar la Casa Blanca fue exigir que colocaran tres enormes pantallas de plasma en su dormitorio, donde duerme solo, lejos de la bella Melania. Su energía es inagotable y su dieta diaria muy sobria, hecha de varias hamburguesas con queso y doce Coca-Colas light. Su aseo y su sentido del orden dejan mucho que desear.
Resulta que un billonario excéntrico con domicilio en la Quinta Avenida se alzó con la Presidencia de la primera potencia mundial como vocero de los empobrecidos, los olvidados y los indignados. Es una paradoja perversa que esta rebelión contra las elites, esta estruendosa denuncia del “orden establecido” haya sido encarnada por un miembro excelso de dichas elites. No se trató de un líder popular, de un dirigente sindical o de un miembro de una minoría relegada, sino de un empresario irreverente bañado de dorado que no pagó impuestos en su vida. Con su desfachatez y culto deliberado a lo “políticamente incorrecto”, Donald Trump supo interpelar al pueblo norteamericano y capitalizar el malestar y la frustración de grandes segmentos de la población estadounidense que vieron sus ingresos y oportunidades escurrirse de manera lenta pero inexorable en las últimas décadas. También apeló a pulsiones segregacionistas fáciles de invocar en las críticas a los acuerdos de libre comercio y por la promesa de empleos que articuló Donald Trump y le dieron la espalda al partido que antes los abandonó. Por la combinación de la deslocalización industrial y la robotización productiva, la economía estadounidense perdió 29% de sus empleos industriales desde el año 2000. La mayoría de los planes productivos diseñados para estos trabajadores por la Administración Obama murieron antes de nacer.
Ahora bien, ¿qué implica para nosotros, los latinoamericanos, este movimiento tectónico en el núcleo del sistema? Es evidente que estamos frente a un punto de inflexión geopolítico cuya dimensión completa aún no podemos descifrar.
La victoria de Trump conjuga elementos aislacionistas de los nacionalismos de derecha europeos (bajo el mantra de “America first”) con algunos condimentos neoliberales de la restauración conservadora que aqueja a nuestra región (bajo el influjo de la denominada “teoría del derrame”).
Es cierto también que Estados Unidos cuenta con un “gobierno permanente” que trasciende a quien sea que ocupe la Casa Blanca, y Trump tiene que negociar su agenda con el Congreso y con los poderes fácticos de Washington. En particular, dentro de la política exterior norteamericana, la referida específicamente hacia América Latina ha sido relativamente estable en las últimas administraciones, a excepción del valorado giro en la relación con Cuba y las complejidades específicas de la relación con México.
Siempre lo que prima es la defensa del interés nacional estadounidense, especialmente de sus grandes corporaciones, bajo su “estrategia de seguridad nacional”. Pero atención: Trump ha roto hasta ahora con todos los moldes, y así como fue un candidato atípico era esperable que fuera también un Presidente atípico, lo que despierta interrogantes e incertidumbres. En este marco de reconfiguración geopolítica aún abierto, un peligro, un riesgo y una oportunidad aparecen en el horizonte de nuestra región. El peligro: que las pulsiones reaccionarias que también anidan en nuestras tierras se sientan habilitadas para desplegar su xenofobia y racismo, descargando en los más débiles (inmigrantes, mujeres, minorías) la supuesta responsabilidad y la furia por las promesas incumplidas de la nueva ola neoliberal vigente hoy en la región.
(*) Alfonso J. Palacios Echeverría
6 Comments
Vicky Langley
Una cosa si es increiblemente cierta : a pesar de las criticas sobre todo de la intelectualidad mundial y los medios mundiales contra Mr Trump ,este sigue cosechando triunfos y la economia se mueve en la direccion correcta.Es una lucha contra el establishment que es inexplicable a los que participan del estado.
En nuestro pais estamos viendo el fenomeno de Fabricio y Restauracion nacional.Su mensaje a calado de tal forma que tiene a la intelectualidad costarricense y a los medios totalmente confundidos,pues no encuentarn la forma de parar lo que pareciera una victoria electoral contundente con una mayoria en la asamblea.Un hecho que nos puede servir a CR para bien o para mal.
Andrés
¡Sea necia!
Rogelio Cedeño Castro
Algunos apuestan alegremente al autoritarismo, a costa de los derechos del hombre y del ciudadano, ojalá no sea demasiado tarde cuando despierten de ese sueño: nightmare but no dream.
Fabián Solís Murillo
¿Confundidos? No hay confusión en el odio, el fanatismo, la homofobia y la discriminación. Los intelectuales del país saben perfectamente lo que está pasando, la glosolalia es lo único que genera confusión. Hay un sector de la ciudadanía fácilmente manipulable y la campaña de RN, vacía de ideas y llena de irracionalidad fue lo que caló profundamente en las personas con escasa educación.
carolina jimenez
La campana de RN tambien ha calado en grupos que ha toda costa quieren salvaguardar sus intereses y beneficios economicos, cobijados por una bandera pseudocristiana.
Santiago
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