De cal y de arena
Más que por virtuosa concesión de la clase gobernante, los centros de ejercicio del poder y los espacios conexos donde la élite se despliega, han quedado sembrados –si se me permite la palabra- en edificios de cristal, expuestos al ojo escrutador de tirios y troyanos. Los deslumbrantes avances de la tecnología permiten seguimientos de las conductas y del pensamiento de la clase gobernante, impensables en otros tiempos. Los artilugios insertos en ese mundo de internet están imponiendo sus reglas de juego, sin duda.
Ya no hace falta que el regente de la cosa pública disponga abrir cortinajes o eliminar la opacidad de las ventanas para dar fe de su fiel cumplimiento a la promesa de hacer de darle a la casa de gobierno la fisonomía de una casa de cristal (de lo que, por cierto, en Costa Rica quedamos frustrados con la constatación de que se nos había dado atolillo con el dedo). Ahora basta con tener acceso a la inmensamente infinita “nube” para saber qué dijo, qué hizo, qué y con quién conversó el jerarca -esté o no esté en la función pública- pues allí se almacena todo.
Lo estamos viendo y viviendo en estas etapas, las primeras de tanteo de la administración Alvarado Quesada, con las constantes disecciones de la vida de sus figuras descollantes a propósito de sus andares por la política, por el mundo de los negocios, por la cátedra. Una prensa ansiosa de marcar cancha y en posesión de las más avanzadas tecnologías, se hace presente en los arcanos del tránsito vital de unos y otros. Los escarba, los hurga, los cuestiona, los acosa… para constatar y confirmar sus virtudes pero también para delatar sus vicios y debilidades, sus contradicciones y sus falsías. Que no tarda en difundir.
Los medios de comunicación –los periodistas, obviamente- han asumido el rol de nuevos actores políticos, con su baraja de intereses y su autoasignada misión de custodio de los valores de la sociedad. La crisis de representatividad de los partidos políticos y la ausencia de liderazgos les cobija, les refugia, les impulsa también.
La clase política y quienes gravitan en su entorno en buena parte no se ha percatado de estos fuertes vientos de cambio, que a veces tienen poder arrasador. Por eso vemos cómo les agarran con las manos en la masa, incursos en contradicciones y omisiones que una prensa desprovista de consideraciones y revestida con el ropaje de la misión de preservar la veracidad, no tiembla a la hora de desnudarlos.
Quienes arriban al poder deberían percatarse de la llegada de nuevas reglas de juego y deberían prepararse para el embate que se escenifica en esos espacios mediáticos a los que candorosamente marchan imbuidos de un afán no muy lejano al exhibicionismo. Que de no tomar consciencia, pronto van a quedar descalificados, desautorizados, sin capacidad de convocatoria para emprender la delicada misión encomendada, la que –como punto de partida- exige autoridad moral, coherencia y pertinencia. Lo mejor es que se pongan las pilas a temprana hora, no vaya a ser que más tarde queden como aquel rey del cuento de Hans Christian Andersen, que recorría las calles sin vestimenta, sin percatarse de ello y con la burla del pueblo. Deberían interpretar que el mandato de TRABAJAR! incluye el deber de prepararse para comparecer ante la opinión pública, ante los medios. Y esto implica apreciar claramente la delicada línea que marca la meta en la función pública, allí donde se funden la ética y la ley. Se percibe a través de los cristales de esa casa que simboliza el poder político.
Recuerdo que el 8 de mayo de 2014 el presidente Luis Guillermo Solís hizo una invitación “a la sociedad civil –apoyada por los órganos de fiscalización y los medios de comunicación- a vigilar y evaluar la forma en que los funcionarios públicos cumplan su deber”.
La sociedad civil vigiló y evaluó. También los poderes mediáticos,. Una y otros, sin necesidad de la ultrajada “casa de cristal”. Y ya vemos cómo terminaron las acciones del flamante gobernante.
(*) Álvaro Madrigal es Abogado y Periodista
1 Comment
Maria
Son caros en este pais los productos agricolas o los encarecen los inermediarios a su antojo? Veamos los agricultores venden su produccion a los intermediarios estos son los que fijan el precio de compra y de venta.Las ganancias para estos ( intermediaros) sera siempre de buena para arriba. La del agricultor mala o casi nula en muchos casos , ya que el por lo general no lleva un control y comtabilidad de sus costos y no tiene ninguna asesoria ni proteccion del estado.Por ejemplo si esta semana hay mucha oferta de repollos en el mercado el intermediario solo llega y le dice al campesino productor que le va a pagar la mitad del precio de la semana pasada.Asi el vendera un poco mas barato en el mercado pero siempre conservando sus ganancias .El agricultor problamente vendera por debajo del costo.