La pequeña manifestación xenofóbica contra los inmigrantes nicaragüenses llevada a cabo en días pasados en el parque de La Merced, en San José, ha sido motivo para que nuestro país saltara a los titulares de los medios internacionales, exagerando el incidente y haciéndonos algún daño en la imagen que el país posee como lugar de paz y tolerancia.
Relativa, agregaría yo, porque la paz se ha visto alterada con el aumento de la delincuencia común y los agravios delictivos a nuestra gallina de los huevos de oro: el turismo; y la tolerancia es más de palabra que de hechos, pues si nos fijamos el tratamiento que determinados grupos religiosos y político-religiosos hace a las personas diversas sexualmente, quedamos bastante mal.
El incidente de La Merced tiene ribetes extraños, por decir lo menos. En primer lugar, el amarillismo periodístico que campea en nuestros medios informativos le ha concedido excesiva importancia y cobertura, y lo que es peor, los titulares y la redacción de las mismas noticias, estaban amañados de tal forma que parecía algo más grave de lo que realmente fue. Un ejemplo de ello es la forma en que describieron las bombas molotov, encontradas dentro de un maletín abandonado, presentándolas como si fueran a ser utilizadas inmediatamente, cuando en realidad –sin restarle gravedad al hecho- la rápida acción de las fuerzas de seguridad impidió que todo pasara a más.
En segundo lugar, las interpretaciones dadas a los móviles de los manifestantes, a los que calificaron como nazis en algunos casos, así como expresar abiertamente la sospecha de que todo era planeado desde Nicaragua para dañar la imagen de Costa Rica. Sin embargo, nadie ha expresado que podría ser un evento nacido más bien dentro de grupos adversos al actual gobierno del PAC, pues resultaba al menos raro que los manifestantes gritaran Fuera Carlos Alvarado, nuestro Presidente, cuando se suponía que el móvil de este zafarrancho era repudiar a los nicaragüenses que están huyendo de su país y buscando refugio en el nuestro.
Algo no encaja bien en todo esto. Y hay que tener cuidado con lo que se dice en las redes sociales, tan proclives a la exageración y el tremendismo.
Pedro J. Solís, en un artículo de su autoría denominado: El fenómeno de la xenofobia en Costa Rica desde una perspectiva histórica, señala las siguientes ideas, que deberíamos considerar un poco:
El fenómeno de la xenofobia en Costa Rica tiene su origen en la propia historia. Esta historia, condiciona la manera en que la xenofobia aparece en un lugar y momento determinado como el producto de diversas influencias socio-culturales que configuran el imaginario y los modos de convivencia de aquellos sujetos que habitan ese lugar en ese momento determinado.
La xenofobia es una situación donde los habitantes de un país muestran con actos, opiniones y actitudes “odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros” (Diccionario de la lengua española, 1992, 2112). Esta definición ofrece una idea general de la xenofobia. Sin embargo, para un análisis concreto de este fenómeno es necesario poner atención a lo que W. I. Thomas (citado por Berger, 1973, 122) denominó como situación social, cuyo sentido se forma por la manera en que los participantes definen dicha situación.
De tal manera, que para estudiar la xenofobia se tiene que recurrir a las significaciones que los involucrados atribuyen a las prácticas sociales xenófobas. Por este medio, es posible determinar las diferentes formas y características con que se manifiesta la xenofobia. Como fenómeno histórico que es, la xenofobia no es estática sino que se desarrolla en diversos niveles y logra, en algunos casos, expandirse a toda la población de un país. Por expresar una relación de desigualdad social, la xenofobia implica necesariamente personas o grupos que la reproducen y personas o grupos que la sufren. Existen criterios para definir cuándo se da la xenofobia y cuándo no. Estos criterios, al tiempo que permiten diferenciar la xenofobia de otros fenómenos también permiten identificar fenómenos relacionados que pueden entenderse como sus condicionantes.
En lo que respecta a sus condicionantes, la xenofobia no puede referirse a una causa única o esencial, por ejemplo, a la naturaleza humana, al instinto de autoconservación o al territorialismo innato al ser humano. Más bien, sus causas deben ser puestas en perspectiva histórica donde se hallará una multiplicidad de factores sociales cuya fuerza condicionante depende de la forma en que está organizada la sociedad, es decir, de la estructura social en un momento histórico determinado (Sobre el concepto de estructura social ver Light, D.; Keller, S. y Calhoun, C., 1995, 25).
Entre esas causas o condicionantes, tenemos a los “de tipo psicológico, económico, de contacto y de tipo histórico, sobre todo cuando arraigan muy fuertes ciertos prejuicios antagónicos, creadores de hondas situaciones de xenofobia laboral, racial, religiosa, política, etc.” (Del Campo, 1976, 1190)
En el caso de Costa Rica, la xenofobia puede explicarse psicológicamente, por medio de lo que Freud denominó narcisismo por la mínima diferencia; económicamente, por la situación económica de la región y la percepción que tienen los costarricenses de que los extranjeros vienen a explotar sus recursos, saturar los servicios públicos y acaparar los empleos disponibles; por razones de contacto, debido a la superioridad que tienden a manifestar los costarricenses en el trato cotidiano con los extranjeros; e históricamente, por cuanto Costa Rica se ha caracterizado por un imaginario etnocéntrico que ha acompañado su formación como Estado Nación independiente.
Al intentar comprender el fenómeno de la xenofobia en Costa Rica, se debe enfocar la mirada hacia la situación migratoria del país. En este sentido, Costa Rica presenta unas condiciones geográficas especiales que la hacen apta para la inmigración; entre ellas, ser un puente entre América del Sur y América del Norte, sus vastos recursos naturales, su situación económica y política que, a fin de cuentas, dan el aspecto de que el país goza de una cierta estabilidad interna si lo comparamos con los países vecinos. Por estas y otras razones, Costa Rica es un país con una alta tasa de inmigración si se toma también en consideración su territorio y población.
Hay que dejar patente, que los extranjeros que deciden emigrar al país, en primera instancia, no vienen en condición de representantes de una cultura o de un país, vienen más bien en su calidad de individuos con una identidad particular y con sus propias historias de vida, las cuales sociopsicológicamente pueden ayudar a comprender por qué decidieron emigrar a este país y no a otro, o por qué simplemente decidieron abandonar su propio país. Pero la xenofobia no debe su origen solamente a que en este país viven muchos extranjeros, sino que la misma región es xenófoba desde el momento que la historia de América Latina está marcada por un sistema de dominio étnico-racial cuyos orígenes se sitúan ya en la época colonial.
Como podemos ver, el problema de las manifestaciones xenófobas es realmente mucho más complejo que el simple repudio hacia una nacionalidad específica, los nicaragüenses, que huyendo de las desastrosas condiciones de su país desde todo punto de vista, atraviesan muchas veces ilegalmente nuestra frontera norte, buscando amparo, trabajo, atención médica, educación para sus hijos, y más.
Lo que sí parece un acto de irresponsabilidad altamente reprochable es el tratamiento periodístico que se le ha dado al Zafarrancho de La Merced, que más bien parece tener la intención de exacerbar los sentimientos negativos de los ciudadanos todos, hacia un numeroso grupo de personas que, lamentablemente y por razones de todos conocidos, han tenido de huir de su país hacia el nuestro.
No es mi intención negar los efectos negativos que las migraciones de este tipo generan en el país receptor, como el nuestro, en campos como el trabajo, la salud, la vivienda, la educación, el transporte, y otros. Son ciertos y los hemos estado viviendo y padeciendo desde hace decenios. Y lo peor de todo es que los organismos internacionales que atienden los flujos migratorios nunca le han dado la ayuda que acostumbra a conceder a otros países, a esta endeble Costa Rica nuestra. Y sin embargo, se nos exige la atención de dichos flujos, como si fuéramos un país desarrollado.
Algo no está funcionando correctamente.
(*) Alfonso J. Palacios Echeverría
5 Comments
John Smith
Los medios deberían ignorar esos incidentes y no difundirlos, así invalidan el fin del hecho, que es llamar la atención, desalentando así más hechos similares en el futuro, como sucede con los suicidios, que no son cubiertos por la prensa. Sin embargo, el nefasto duopolio de medios que tenemos en este país está deseando pintar todo de amarillo, este evento era demasiado tentador para dejarlo pasar por alto.
edgard somarriba
de cierto es que desde hace años ha habido emigración pasiva de nicaragüenses a costa rica, sutil al punto que habrá casi un millón de nicaragüenses entre legales he ilegales esto pone en riesgo la estabilidad socio económica del país,y cultural al abrir las frontera, la fuga de divisas en el aspecto que la renta no queda en costa rica, si no viaja para nicaragua en forma de remesas, ahora los nicaragüenses podrían llegar a ser una minoría que tenga peso como para insidir en la política nacional, como ha sucedido con los latinos en los estados unidos
John Smith
La inmigración es una actividad más en un mundo sobrepoblado y globalizado, TODOS somos inmigrantes, en todo caso los únicos que tendrían derecho a quejarse serían los indígenas, que son los únicos que no son inmigrantes.
carolina jimenez aguilar
Gracias por su articulo, don Alfonso. En las redes sociales, hay personas que comentan sobre la inmigracion con muy poca profundidad y siguiendo una sola directriz, incluyendo algunos pseudoacademicos.
Lo que no entiendo por que se nos exige la atencion de estos exagerados flujos migratorios como si fueramos un pais del primer mundo, y sin recibir ninguna ayuda economica, ademas, estamos en crisis fiscal.
John Smith
Se llama compasión, por eso los recibimos, como le vamos a dar la espalda a alguien que su vida peligra, sería lo mismo que ser cómplice del homicidio, además de las prácticamente nulas oportunidades que tiene esta gente. Ya quisiera verlos en la situación inversa, que la verdad si no ordenamos las finanzas públicas no vamos a estar muy lejos, no por que nos vayan a matar, si no por la falta de oportunidades, todos los ticos migrando a Panamá.
Lo que sí tenemos que hacer es recibirlos con orden, que vengan a contribuir al país con trabajo, y no a vivir del asistencialismo, que todos paguen caja e impuestos, como cualquier Tico, que actualmente muchos trabajadores migrantes no cotizan no por culpa de ellos, si no por culpa de las mismas compañías y personas que los contratan, que aprovechando su situación migratoria evaden el pago de cargas sociales correspondientes a estas personas, así que tenemos una gran responsabilidad en ese problema.