En la sucesión de los innumerables detalles de las historias individuales y desafíos existenciales experimentados por los personajes de la Familia Garbanzo, en su largo periplo espacio temporal desde sus lares originarios en la serranía de Bustamante, próxima a los valles centrales de Costa Rica, mientras van atravesando las cimas de la Cordillera de Talamanca, con la heroica y decidida determinación de vencer todos los obstáculos y peligros, hasta el hecho esencial de poder asentarse finalmente en las tierras del Valle del Río General, y mucho más hacia el sur, siempre hacia ese mítico sur que es como la línea del horizonte, en un prolongado encuentro con los otros diferentes, no importa si chiricanos o indígenas, de los diversos pueblos originarios, es como se va conformando toda una epopeya de estas gentes esforzadas, y a ratos soñadoras, que van mezclando sus historias(personal and intimates stories, en la tradición anglosajona), con la inmensa correntada de una historia(o history, de los grandes eventos colectivos de la humanidad)o devenir de la especie humana entera, la que a semejanza de un río caudaloso termina por desembocar en el inmenso océano de los tiempos, en un constante ir y venir entre unos hechos cotidianos u otros extraordinarios, según se mire, los que terminan por oscilar entre lo mítico y lo estrictamente real. Los Garbanzo han llegado para quedarse, y marcar así con su huella profunda las tierras generaleñas, su legado será inconmensurable con el paso de los años, y las décadas transcurridas.
El escritor y poeta generaleño, William Garbanzo Vargas, nos ofrece en sus HISTORIAS DE LA FAMILIA GARBANZO EN EL VALLE DE EL GENERAL E.DIGITAL ED. San José Costa Rica, primera edición 2018, una voz poética clara y brillante, que ahora incursiona en los territorios de la narrativa, presentándonos en un extenso relato, las vicisitudes de todo un recorrido familiar, que arranca entre 1878 y 1883, cuando sus antepasados toman la determinación de desplazarse hacia las tierras boscosas del Valle de El General, debiendo asumir la heroica determinación de cargar con la circunstancia de que se encuentran ante un viaje, casi siempre sin regreso, lo que hace que las despedidas de sus mayores y hermanos sean conmovedoras, antes de abordar los largos caminos llenos de peligros, y de toda clase de sacrificios y penalidades, más allá de las montañas los esperan unas tierras abundantes y fértiles, como una expectativa cierta para quienes emprendieron, de una vez por todas, lo que terminaría por ser un largo periplo de muy difícil e incierto retorno al punto de partida, en la Sierra de Bustamante, al sur del cantón de Desamparados. La violencia de otras gentes, o los riesgos propios de los pasos montañosos, vienen a ser la nota dominante, la incertidumbre que pondrá un fin temprano a la vida de algunos de ellos, como fue el caso de Felipe Alejandro Garbanzo Quirós en 1883, a veces a causa de disputas originadas en la euforia de la ingesta de alcohol, o en las ambiciones territoriales, cuando no simplemente por la llegada de ese visitante inesperado, que resulta ser la muerte.
La imponente naturaleza y el paisaje exuberante, conformado por los bosques y ríos caudalosos de ese valle, tan lejanos para ellos hasta entonces, conforman el ámbito donde aquellos valientes, y a ratos fantasiosos, pioneros se abocan a acarrilar enormes extensiones de fértiles tierras en las márgenes del Río General, con la expectativa de sembrar y cosechar pronto, pero sobre todo en el área del llamado General Viejo, para dar paso con el tiempo a la formación de Palmares, Pejibaye y otros sitios hacia los que se van desplazando.
Más al sur está Buenos Aires, también Térraba y Boruca, con sus sabanas de tierra colorada, donde se produce el encuentro con los otros, sobre todo aquellos chiricanos en una perenne migración de este a oeste, con sus ganados y esperanzas a cuestas, el horizonte se amplía entonces, en esa tierra rojiza del vecino caserío de Buenos Aires no podemos sembrar -se dicen a sí mismos-, pero podemos tener ganado para negociar con aquellos otros: los que vienen de Chiriquí y traen su ganado, pero también sus costumbres mestizas, entonces les llevaré el mío hasta Boquerón, Dolega o Gualaca, o en caso contrario, ellos me lo traerán hasta estas tierras, dentro de lo que son inmensos desafíos para hombres y mujeres valientes, siempre dispuestos a desafiar los malos caminos y los ríos crecidos durante la estación lluviosa, con el tiempo se unirán a ellos por alianzas matrimoniales. Los Garbanzo serán parte de esa fuerza motora que fue poblando, desde dos direcciones opuestas, lo que ahora llamamos el sur de Costa Rica, por entonces una extensa y desdibujada frontera cultural.
Uno de los pioneros de esa gran familia, Patricio Federico Garbanzo Camacho, habilitará hacia 1889 el camino a Uvita, el que será esencial para el tráfico comercial y la traída de bienes necesarios, desde el puerto de Puntarenas, aprovechando los bongos que llegan a recalar allí.. aquí en Uvita solo viven algunos chiricanos…(Garbanzo, pág. 55). Otros, como María Domitila Garbanzo Arguedas, forjaron su independencia en el comercio, desplazándose por ese camino y viajando hasta Puntarenas a llevar y traer mercancías, no será la única mujer de esa familia que forje su independencia así: con astucia, fuerza y tenacidad.
Las décadas pasan, el siglo XX avanza y los Garbanzo intervienen en la construcción de la carretera interamericana que conectará esa región con el centro del país, como también tomarán parte, o serán espectadores críticos del conflicto armado de 1948, como antes lo había sido Jeremías Garbanzo Arguedas, treinta años atrás, en la lucha contra la dictadura de los Tinoco, en la que fue asesinado junto con Rogelio Fernández Güell y otros combatientes, mucho más tarde otro de ellos Jesús Garbanzo Arguedas, quien muere en los primeros años del siglo XXI, será un gran dirigente de los trabajadores bananeros en la región de Río Frío, pero ya eso es otro capítulo, dentro de las proyecciones de esta familia, a lo largo de poco más de un siglo.
Invitamos a los lectores a sumergirse en las páginas de la narrativa de este poeta y escritor generaleño, las que los harán vivir la intensidad de estos acontecimientos, pudiendo acercarse así a los innumerables detalles de esta gran epopeya.
(*) Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor.