martes 23, abril 2024
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Algunos «periodistas» subestiman a las personas

Columna Poliédrica

Todavía hay gente que se asombra de la conducta de algunas personas que se desempeñan en los medios de comunicación nacionales. En no pocas ocasiones se presentan con un discurso de imparcialidad, a favor del pueblo y como los que encarnan la libertad de expresión de las personas; sin embargo, ya en otras ocasiones, en esta columna, se ha descrito cuál es la realidad de estos personajes y la manipulación discursiva que hacen en provecho propio.

Recientemente ha salido a la luz pública el caso de uno de esos personajes de los medios de comunicación que es una vergüenza para esa profesión. Se trata de una persona que a lo largo de los años ha generado un narcisismo enfermizo, propio de las personas que pierden la perspectiva de quienes son; o para decirlo en tico, llegan a un punto en que enloquecen y comienzan a creer que están por encima de las demás personas.

El problema es que la conducta de esos personajes es catalizado por la incompetencia de los que se relacionan con ellos. Sí, así como lo leen, una buena cantidad de los receptores del discurso mediático suelen creer muchas de las estupideces que plantean a diario; desgraciadamente este es un fenómeno que se ha potenciado con las redes sociales, ya que nunca falta los aduladores dispuestos a reafirmar el ego tan inflado que ya de por sí tienen.

Todavía más deprimente es la conducta de la mayoría de personajes públicos. Estamos hablando de los politiquillos de siempre, de esos que creen necesario congraciarse con los medios de comunicación para lograr cierta notoriedad con base en ellos; vamos a decirlo alto y claro, en la clase política costarricense se ha tocado fondo, estamos siendo gobernados por una serie de personas cuya cultura general es deficiente y que necesitan de la sociedad del espectáculo para, según ellos, lograr sus fines personales.

La venta de noticias y de espacios para promover la imagen de personas en los medios de comunicación han sido denunciadas desde hace tiempo. Se trata de una situación que no es nueva y por ello no es necesario mencionar a denunciantes que también podrían estar bajo sospecha; sin embargo, que haya personajes del propio gremio que se hayan atrevido a denunciar esas irregularidades, por lo menos, llama la atención del resto de los mortales.

El problema ha adquirido dimensiones que son preocupantes. Se ha dicho que dineros públicos son utilizados para comprar servicios que en realidad son una estafa para los receptores de los medios de comunicación, es decir, ya no importa informar, lo que interesa es manipular, el equilibrio como principio esencial del ejercicio profesional del periodismo ha dado paso a las informaciones sesgadas; de hecho, ya no se informa sino que se hace pasar las opiniones sesgadas como si fueran informaciones, se trata de un discurso engañoso que muchísimas personas lo asumen como verdades casi absolutas.

Lo que resulta totalmente reprochable es que todo ello se haga con base en dineros públicos. Los politiquillos que nos han venido gobernando destinan partidas presupuestarias para, según ellos, mejorar la imagen personal o de gestión; empero, se trata de un negocio redondo que es inducido por los propios medios de comunicación por medio de lo que se ha llamado: el negocio de las malas noticias. Ello es especialmente acentuado en relación con el sector público que, paradoja de paradojas, es el que termina financiando a los medios de comunicación y a sus personajes.

Lo que ha pasado recientemente es un vergonzoso episodio de esta realidad, pero es algo que se ha venido dando desde hace mucho tiempo. Por eso a las personas que ahora se rasgan las vestiduras y muestran asombro, hay que decirles que nos extraña su extrañeza. ¿Cómo es posible que se asombren de algo que ha venido ocurriendo a vista y paciencia de todos? ¿Cómo?

(*) Andi Mirom es Filósofo

columnapoliedrica.blogspot.com

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1 COMENTARIO

  1. Decía Omar Torrijos que «en política no hay sorpresas, lo que hay es gente sorprendida». entre los que me incluyo, porque soy apenas un aprendiz de esta materia. Don Andy no da nombres de periodistas que se prestan para confundir a la ciudadanía, pero sospecho que se refiere a una señora cuyo nombre de pila es una flor y todas las mañanas rueda, rueda y seguirá rodando a la opinión pública, con su cháchara matinal que al fin de cuentas no dice nada.

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