Para el conocimiento de los estimados lectores del diario Elpais.cr, quisiera traer a la atención de la opinión, información a propósito de los hechos ocurridos en 1915 en el Imperio Otomano en relación con la población armenia.
Antes de entrar en los acontecimientos históricos, me permito mencionar los siguientes puntos:
El término genocidio denota un crimen claramente definido por el derecho internacional. Precisamente, no existe ninguna decisión de un tribunal competente que valore los sucesos de 1915 como un genocidio. Por ejemplo, la jurisprudencia de la Corte Europea de Derechos Humanos y del Consejo Constitucional Francés determinaron que los acontecimientos de 1915 constituyen un tema legítimo de debate. Además, según la Ley Universal y la resolución de Corte Europea de Derechos Humanos, la imposición de la tesis armenia a través de las iniciativas políticas va en contra de la libertad de expresión.
Efectivamente en algunos países, los parlamentos lamentablemente, realizaron declaraciones con fines de política interior. Turquía ha declarado en múltiples ocasiones que asuntos de esta naturaleza no se pueden tratar por los miembros de un parlamento, ya que no son de su competencia, además, se requiere un análisis científico, jurídico y un conocimiento detallado de la historia. La distorsión de la historia por consideraciones políticas internas nunca puede ser aceptada.
En relación con la posición de Turquía, reitero unas frases de la última declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Turquía:
“Turquía aún está detrás de su propuesta de establecer una Comisión Histórica Conjunta para arrojar la luz sobre todos los aspectos de los eventos que tuvieron lugar hace 104 años. Los armenios radicales, quienes quieren hacer olvidar sus responsabilidades por los sucesos de 1915, no muestran el coraje de responder positivamente a esta propuesta”.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, el apoyo dado por algunas organizaciones armenias influyentes a las políticas de la Rusia zarista encaminadas debilitar y dividir el Imperio Otomano fue considerado un gran problema de seguridad. Las acciones separatistas y las revueltas de estos grupos, y sus ataques armados en zonas con población otomana predominantemente musulmana, hicieron crecer la amenaza.
El estado otomano se encontró, desprevenido, como parte en la Primera Guerra Mundial en octubre de 1914. Durante la Primera Guerra Mundial, los grupos armenios radicales no dudaron en unir sus fuerzas a las del ejercito invasor ruso para crear un Armenia étnicamente homogénea. Mientras el ejército zarista continuaba con su avance y las revueltas y atrocidades perpetradas por las pandillas armenias no podían evitarse, el gobierno otomano no podía optar por ninguna otra alternativa para evacuar los asentamientos armenios en el frente de guerra y en las rutas de suministro al frente. Con este fin, la ley de Reubicación y Reasentamiento, promulgada el 27 de mayo de 1915, contemplaba trasladar a toda la población armenia en las zonas de operaciones de guerra, fuera de estas aéreas, a asentamiento en el sur del Imperio, como la provincia de Damasco. Sin embargo, una gran parte de la población armenia del estado otomano, no fue objeto de afectación con esta ley o medidas.
El estado otomano, del lado de los perdedores de la Primera Guerra Mundial, termino firmando, el 30 de octubre de 1918, el documento de rendición del armisticio de Mondros, que llevó a la ocupación de su territorio. Este desarrollo dio un nuevo impulso a las aspiraciones y ambiciones armenias. La población armenia que se reasentó en la actual Siria, cuando Francia ocupó ese territorio, retrocedió al sudeste de Anatolia bajo la ocupación francesa y realizó actos que a su vez dieron lugar a la resistencia turca.
El pueblo de Anatolia, turcos y armenios, sufrieron juntos estas tragedias históricas. Los asesinatos mutuos han causado heridas y dolores recíprocos.
Como lo manifestó recientemente la Cancillería de Turquía: “… Recordamos los dolores de más de quinientos mil musulmanes masacrados por rebeldes armenios en el mismo periodo…
Conmemoramos con respeto a los miembros de todas las otras comunidades otomanas, incluidas las comunidades musulmanas, cristianas y judías, quienes perdieron sus vidas durante el colapso del Imperio Otomano”.
Quiero terminar con las palabras del Presidente de la República de Turquía Recep Tayyip Erdogan, en su carta enviada el pasado 24 de abril de 2019 al Patriarca Aram Ateshián:
“Nuestros ciudadanos armenios, como ciudadanos iguales y libres, asumen papeles importantes en todas las esferas de la vida social, política y comercial de nuestro país hoy en día, como lo hicieron en el pasado.
Nuestro objetivo común es que estos dos pueblos, que han compartido su dolor y alegría a lo largo de la historia, curen las heridas del pasado y fortalezcan aún más sus lazos…
Considero que la manera de construir un futuro compartido es ser uno y estar unidos.
En este sentido, les pido que eviten ayudar a aquellos que buscan crear odio, rencor y hostilidad, distorsionando nuestra historia común.
Con estas reflexiones, vuelvo a rendir homenaje con respecto a los armenios otomanos que perdimos durante la Primera Guerra Mundial”.
(*) Nuri Kaya Bakkalbaşı, Embajador de la República de Turquía en Costa Rica.
Si no me equivoco, fue el Papa Ratzinger quien lanzó el calificativo de genocidio.