viernes 29, marzo 2024
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El anarquismo al acecho

De cal y de arena

No es por primera vez. Tampoco será la última. Evidentemente, este episodio marcado por la atrabiliaria demanda de destitución del Ministro de Educación, Edgar  Mora, sí es un eslabón de un cadena que se configura poco a poco, desde hace rato, en este caso en términos de un capítulo donde se expresa con más rudeza, ruido y repercusiones, la grave crisis política que vive este país.

Este Ministro sirvió como “cabeza de turco”. Fue evidente la poca destreza de Mora para manejarse dentro del complejo mundo de las relaciones del ministerio con ese entreverado mundo de intereses, complejos, apetitos y prebendas que conforman maestros, profesores y administradores de la docencia. Uno que otro traspié sirvió de mechero para encender una pira… la misma pira en que finalmente lo sacrificaron las fuerzas que arbitrariamente lo escogieron como cabeza de turco, con la imperdonable torpeza de un Jefe de Estado que no supo medir los hechos, sus orígenes, sus motivaciones, sus efectos mismos en lo que respecta al futuro inmediato de esta sociedad y les puso la pieza en bandeja.

Lo peor que pudo hacer el Presidente Alvarado fue consentir su renuncia, más aún si se trató de un cese pactado. Fue la peor señal de debilidad dada en el peor momento.

Cayó el Ministro de Educación. ¿Y qué? ¿Es que se acabaron los incidentes, es que retornó a las vías públicas el derecho de los ciudadanos al libre tránsito, es que se rescató la seguridad, es que los promotores del desafío al orden público se integraron al estudio de la forma en que pueden ayudar a reinyectarle vitalidad a la economía en beneficio del regreso del empleo a los niveles de crecimiento indispensables? Nada de eso. Tomaron fuerza a partir de interpretar que en la Casa Presidencial se incuba un temor cerval a la presión de las calles y de que esa herramienta –aplicada con la debida fuerza y constancia es suficiente para arrodillar a un presidente que suele dar muestras de extravíos en el entendimiento de lo que significa ser Jefe de Estado y de la necesidad imperiosa que tiene de construir a su alrededor una plataforma con suficiente inyección de pericia política -ya que no la tiene él- para sostener su gobierno dentro de una atmósfera de confianza y credibilidad. Por eso, tras la decapitación de Mora, tensaron más la cuerda.

La presión de la opinión pública y la orfandad en que quedó en la oficina presidencial, lo obligaron a replantear estrategias. Fue cuando ordenó la operación inmediata de remoción de los cierres de carreteras.

El hecho de que en cuestión de horas los revoltosos pusieran pies en polvorosa confirma que el Presidente se aflojó ante las primeras de tanteo y de que lo que tenía que hacer era sostener al ministro y encarar con energía a los retadores del orden público. Los mismos que quedaron “sin mama y sin chupeta” después del pulso que se echaron en 2018 a raíz de la propuesta Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas.

De las elecciones don Carlos salió sin los apoyos políticos indispensables. Ni por la incoherencia del electorado que lo votó simplemente por una jugada de carambola montada para evitar la bola negra ni por el número de diputados de su partido. Fue un triunfo poco menos que pírrico.

Intentó llenar el vacío y de sus diligencias emergió un precario entendimiento con el despechado candidato del partido Unidad Social Cristiana, Rodolfo Piza. No hay que desgastarse para advertir qué endeble fue la armazón que salió y cuánta soldadura hubo que gastar para armar el tinglado que sacó adelante el proyecto de saneamiento de las finanzas públicas (de limitada eficacia y elevado costo político, con una huelga prolongada por la gracia del contubernio de los admiradores y beneficiarios del reino de los privilegios sostenido por las arcas públicas). Hoy ese  grande y gravoso esfuerzo político corre el riesgo de quedar exhausto, poco menos que estéril,  pues la administración Alvarado no encuentra dónde cargar fuerzas para envalentonarse y dar cabal cumplido a las otras tareas que apareja la ejecución del plan de saneamiento de las finanzas públicas. Su comportamiento, al menos por este capítulo del que Mora ha sido cabeza de turco, no fomenta el optimismo.

Sin liderazgos políticos, sin partidos políticos avalados por la confianza ciudadana, sin un claro rumbo ideológico de los partidos, con un grave extravío en el electorado, con el PLN y el PUSC dando palos de ciego y renunciando a su misión orientadora, con el PAC sumido en una borrachera que le arrastra a pegar de una pared a otra sembrando dudas sobre su actitud y pertinencia (ideológica y ética), con las corrientes pentecostales invadiendo los predios de la política como si los aciagos tiempos de los Estados confesionales -intolerantes y despóticos por definición- no hubiesen arrasado con todo vestigio de las reglas de juego de la democracia. Nadie cree en nadie, y hasta el gurú de la asepsia política –Ottón Solís- está en la picota. La confusión es total, como lo testimonian los círculos de transportistas y de estudiantes que queriéndolo o no queriéndolo,  han sido usados como marionetas…

Así pues, el terreno se abona para que el anarquismo haga su fiesta.

No es que este capítulo en el que Edgar Mora ha sido asignado para figurar como cabeza de turco sea la muestra de que el asalto al poder está en marcha. Pero sí es evidente que es el expediente al que el anarquismo echa mano para echarse el pulso, para hacer una medición de fuerzas, para calentar turbinas y ajustar tuercas allí adentro del aparato del Estado y en las organizaciones sociales, con un día “D” que muchos desconocemos pero que presumimos que existe.

Una sociedad debidamente anarquizada es buena carne de cañón.

En el trasfondo más de uno tiene debidamente claro en qué es poner a punto un escenario y en qué pasos preceden un asalto. Probablemente con apoyos de las nuevas versiones  de las tiranías caribeñas.

Si algo doy por un hecho es que la “albinocracia” sabe en qué está, detrás de qué anda, con qué herramientas cuenta, cómo explotar aquello de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, cómo cobrar facturas por solidaridad probada, cuáles son las flaquezas de quienes nos gobiernan y quiénes son “útiles compañeros de viaje”.

(*) Álvaro Madrigal es Abogado y Periodista

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7 COMENTARIOS

  1. Todos, absolutamente todos los costarricenses deberían leer este excelente artículo: un prólogo a una democracia decadente. Gracias don Alvaro.

  2. El concepto debe ser «anarquismo sindical». Los estudiantes y transportistas no son movimientos espontáneos, sino planificados por el amplio sector sindical desde la oficina central de ANEP.

  3. Don Álvaro no deberíamos de hablar de que hay un gran titiritero detrás de toda esta maraña de acontecimientos y dónde los oportunistas ¿están viendo de qué se aprovechan?

  4. Usted, Don Alvaro se guarda, con que intensión: usted sabrá, la gestión de las cámaras.
    Lograron la aprobación de la reforma ley fiscal, ni hecha a su medida, les hubiera quedado mejor, las tributarias leyes laxas, que premian la evasión y la corrupción
    de los organismos del Ministerio de Hacienda, las normas de «perdón» tributarias que vinieron con esta reforma. Si usted cree que Albino es una especie de gurú magnificado, no veo su objetivo. Nos estamos convirtiendo, Don Alvaro, en una democracia a la hondureña, donde el capital se escuda tras altas murallas. En lo que estoy de acuerdo con usted, es en vacio de liderazgo político, que el movimiento pentecostés se esta apresurando a ocupar. Para ¿ dónde va Costa Rica ? no lo sé. El proyecto de los tratados de libre comercio, socialmente han sido un fracaso, no han sido respuesta, solo para despertar más la avaricia de la clase ecónomica

  5. La derecha no sale de su perplejidad, al ver las tempestades que están cosechando de los vientecillos que empezaron a sembrar hace más de cuatro décadas. El autor de este artículo solo señala los síntomas de esta sociedad convulsa, pero no entra a las profundidades de las causas y claro siguiendo la estrategia de las cámaras patronales y sus relacionistas públicos (léase la «prensa» radiada, escrita y televisiva), ahora todos los todos los problemas que nos aquejan son por causa de Albino. Ya es hora que los irresponsables que causaron todos estos entuertos, tengan la hombría de aceptar sus responsabilidades y corrijan el rumbo de nuestro País. O ya será demasiado tarde? no estaremos como el Titanic que faltándole unas pocas millas para chocar con el fatídico iceberg, ya estaba técnicamente hundido?

  6. Don Alberto Losa y don Alberto Ortega, sus apreciaciones son bastante más acertivas corrigiendo varias notas o diagnósticos «digamos parcializados» de don Álvaro.
    La situación es muy compleja y aún más cuando el que fue llamado a dirigir el país no tiene lo mínimo necesario para hacerlo, peor aún, se esfuerza por dividir aún más la sociedad !provecho para más de un asolapado vividor!

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