jueves 25, abril 2024
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En Costa Rica vivimos ambientalmente endeudados

Recientemente la organización no gubernamental Global Footprint Network publicó el informe Sobregiro de la Tierra, un indicador de desempeño ambiental planetario que confirma que, los más de siete mil millones de personas, consumimos los recursos naturales a un ritmo mayor del que la Tierra puede renovar. Para el 2019 ese día ya llegó y fue el pasado 29 de julio. En siete meses consumimos el agua, la tierra, el aire limpio y los recursos naturales que ofrecía el planeta, a partir de esa fecha y durante los siguientes meses viviremos a crédito. El desbalance ecológico está a la vista, la presión sobre los recursos naturales es insostenible. Actualmente para abastecer las necesidades humanas requerimos 1.7 planetas Tierra en recursos y servicios del ecosistema. Esta tendencia tiende a empeorar ya que cada año el día del sobregiro llega antes.

Datos publicados por la World Wildlife Fund y Global Footprint Network indican que en la década del 70 el sobregiro llegaba a finales de diciembre, en 1990 fue el 07 de diciembre, en 2000 el 01 de noviembre, en 2010 un 21 de agosto y el 01 de agosto en 2018. Los bosques, los mares, la tierra fértil y cultivable son cada vez escasos. Seguimos acumulando millones de toneladas de desechos, emitimos más dióxido de carbono a la atmósfera de lo que pueden absorber nuestros océanos y bosques y talamos a una tasa mayor de la que los bosques pueden reproducirse y volver a crecer. Seguimos agotando la biomasa disponible en las pesquerías y el decline de poblaciones naturales continentales es inminente. La anticipación del sobregiro podría ser una señal de que estamos superando la capacidad de carga global y que la resiliencia planetaria es cada vez menor.

Costa Rica no escapa a esta realidad, cada año el día del sobregiro se adelanta. En 2017 fue el 08 de septiembre y este año será el 10 de agosto. En solo tres años acortamos casi un mes su llegada, vaya récord mundial. La tasa de cambio es alarmante y aunque nos identificamos con la etiqueta de país verde y ecológico, es inaplazable revisar la forma en que gestionamos y protegemos nuestro patrimonio natural, ya que, en términos globales somos insostenibles. En congruencia con el último Informe del Estado de La Nación 2018, como sociedad tenemos una gran capacidad para aprovechar el territorio y los recursos que impulsan el crecimiento económico, pero muchas limitaciones para reducir los efectos negativos de ese uso. La evidencia documentada, revela que, como sociedad nos alejamos del desarrollo humano sostenible. Seguimos extendiendo la huella ecológica, incrementamos el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero y como si fuera poco desconocemos los límites de captura y capacidad de carga de poblaciones naturales, especialmente las marinas. De continuar este patrón, pronto presenciaremos extinción de especies y pérdida irreversible de patrimonio genético. Como sociedad nos gana lo discursivo, no logramos resolver los grandes desafíos ambientales acumulados y mucho menos encarar nuevos retos de eficiencia que exige la comunidad internacional.

Ante el panorama, ¿qué podemos hacer? De la misma forma que lo establece el plan nacional de descarbonización de la economía nacional, debemos ser categóricos y evitar los lock in en el desarrollo sostenible, antes de transiciones hagamos transformaciones. Es apremiante reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, por lo tanto, debe impulsarse masivamente la electromovilidad en el transporte de personas, de carga e industrial. Los sectores productivos, emisores de GEI, deben evitar hacer inversiones para reducciones parciales y encaminarlas hacia las cero emisiones. No hay tiempo que perder, debemos proteger nuestro capital natural, debe imperar el principio de justicia ambiental, el in dubio pro natura y hacer que el que contamina realmente pague. Debe apostarse por un nuevo sistema de producción y consumo sostenible, con reformas fiscales verdes que promuevan acciones de crecimiento resiliente. La Costa Rica post-bicentenario requiere una transformación del modelo de desarrollo que minimice las tensiones sociales que genera la demanda de los activos ecológicos y que fortalezca las reservas naturales, estas son medidas vitales para el bienestar nacional.

(*) Dr. José Rodrigo Rojas M. es Investigador

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