sábado 20, abril 2024
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¿Debe la CCSS reinventarse?

No hay duda que después del hambre, la mayor necesidad a llenar en un ser humano, es la salud perdida. Quisiera hacer una muy breve sinopsis del porqué escribo este artículo, siendo médico. Primero aclarar que ha sido mi posición personal desde que llegué graduado de Mexico, hace cuarenta y cinco años: nunca ocupé puestos de jefatura ni sindicales.

En ese momento se notaba ya el lento deterioro de los hospitales manejados por la JPS y de los centros de salud conocidos como Unidades Sanitarias. Vivíamos una época de un socialismo (anacrónico por cierto), donde algunos dirigentes del PLN tenían una visión llena de prejuicios contra la medicina privada.

Trabajé en ambos extremos de la balanza, la JPS-Salubridad y la CCSS, supe lo bueno y lo malo de cada sistema. Luego, la ley que don Mario Echandi Jimenez creó de “Universalización” de la CCSS, fue implementada y machacada por la mano dura del Guido Miranda, hasta que todos los hospitales pasaron a ser parte de ella.

Creo que la idea primigenia de la Seguridad Social, fue muy buena, mostraba nuestra solidaridad humana, los médicos mayoritariamente ganábamos muy mal, no obstante no había mucho en que gastar y por esa razón se podía vivir sin mayores tropiezos, la inmensa mayoría de los costarricenses lo hacíamos. Todo esto acontecía antes de la caída del Muro de Berlín, era como le dije a Oscar Arias en 1983: una vacuna contra el comunismo. Funcionó, formó médicos de altísima calidad profesional y la mayoría muy humanos.

El cambio de los años, donde el liberalismo económico se fue entronizando, las cosas se complicaron por esto y además teníamos cerca de un millón de nicaragüenses no cotizando y utilizando los servicios de salud de la CCSS.

Durante muchos años esta institución había sido la “caja chica del estado costarricense”, razón por la cual ninguno de nuestros genios políticos optó por cambiar el modelo: NO PRIVATIZARLO, esto lo pongo con mayúsculas porque algún sindicalista automáticamente tratará de desacreditarme, mediante la palabra PRIVATIZACIÓN.

No, lo que necesitábamos son dos cosas que le tomaré prestadas a la antigua URSS: una Perestroika y un Gladsnot. No se hizo por pereza intelectual y por cálculo político, aunque no me extrañaría que tras bambalinas la mano peluda, busque la privatización por la vía del exterminio, de la anarquía reinante, donde “no quede de otra”.

En la década de los ochenta, la idea de vender las 7 hectáreas del HSJD-HNN y Blanco Cervantes, para construir un hospital pequeño en Pavas, uno en Hatillo y otro en Desamparados, no sonó tan descabellada, pero el hecho de convertirlo en “Benemérito” por don Juan Quillermo Brenes Castillo (Cachimbal, QEPD) cerró para siempre esa alternativa, a pesar de que desde finales de los años setenta se ha demostrado en EEUU que los hospitales de más de cien camas, son demasiado caros de manejar. Siguió la institución moviéndose, aunque con verdaderos problemas financieros.

Hay que mantener dos edificios burocráticos pletóricos de empleados, en plenas avenidas Segunda y Cuarta, pudiéndose haber sectorizado la burocracia por hospitales.

Hubo después negocios políticos: préstamo Finlandia y préstamo España que quedaron en nada. Vendrían peores épocas para la Caja, como se le llama abreviadamente, y nuevos desastres.

El primer golpe de gracia se lo dio Oscar Arias II cuando mediante Eduardo Doryan metió 13.500 burócratas, basado en un mediocre plan escudo para paliar la crisis de 2008: la burbuja de los bienes raíces en EEUU, que por cierto no funcionó.

Aunque la CCSS soportó ese golpe, abrió el portillo para mayores enfermedades, la debilidad del régimen de enfermedad y maternidad (EyM, en adelante), que era mantenido vivo desde que Guido Miranda mandaba sin ataduras, mediante el uso de los recursos de invalidez, vejez y muerte (IVM en adelante). Este fue el principio del fin y lo que ha atraído males mayores a esta institución, con las posibilidades de que se nos termine en un momento determinado, para mal de las mayorías.

El PLN, antiguo bastión socialistoide, ha caído en las fauces del liberalismo económico-político, ya no existen vestigios del espíritu de solidaridad humana que hizo grande ese partido. Escribí siete artículos en el gobierno de Laura Chinchilla, fue predicar en el desierto. Hay como una confabulación tras bambalinas para que caiga y ahí si, poder privatizarla.

¿Por qué no dividir a CCSS en administración de bienes y capitales (incluyendo IVM) y paralelamente crear un Instituto Costarricense de Salud, que bajo estricto presupuesto (EyM) administre la salud entre los usuarios? Es que de esa manera puede manejarse de forma más cristalina y por ende más barata, lo que quitaría un poco de confusión y beneficios entre algunos empleados de muy elevado presupuesto.

Lo último que desearía ver es UNA JUNTA DE NOTABLES para analizar esa propuesta, es la mejor manera de echar una cortina de humo (Aquileo J. Echeverría, dixit). La CCSS puede salir adelante, solo requiere voluntad y pericia reinventarla, posiblemente el primer paso sea eliminar las famosas juntas 4/3 de don Pepe y no buscar veteranos que si en el pasado no funcionaron, menos funcionarán ahora.
La incongruencia e inoperancia del Presidente Alvarado en estos días, ha servido para retomar el tema de la reingeniería de la Caja Costarricense de Seguro Social.

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico

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2 COMENTARIOS

  1. Que interesante es leer de un tema tan importante de una persona que lo ha vivido.No es teoría.
    Yo creo en el seguro social.Creo que todos los costarricense merecemos el cuido de nuestra salud y una pensión a la vejez.
    El gran problema es el abuso. Abuso de los costos administrativos de la salud y la ventaja que pretenden y han logrado algunos de tener sistemas de pensiones abusivos a costa de los demás y fuera del Seguro Social.
    Ese es el dilema.

  2. Totalmente de acuerdo en lo de fraccionar a esta institución con presupuestos independientes, hasta en la empresa privada se nota la ineficiencia por culpa del elefantismo, entre más grande el animal más difícil controlarlo. Lo que sí no podemos aceptar bajo ningún pretexto, ya sea por razones nobles o no, es el que se utilice el bienestar de la salud de la población como reen para imponer una ideología, con la salud de la gente no se juega, eso es criminal y debe ser castigado como tal, es inaceptable.

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