viernes 19, abril 2024
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La muerte debería ser una decisión y no una imposición

Columna Poliédrica

Desde que nacemos, hasta el momento, llevamos programado que vamos a morir. Digo hasta el momento, porque el conocimiento humano ha ido retardando múltiples procesos que antes propiciaban la muerte de las personas. La expectativa de vida ha ido en aumento por el avance de la ciencia y no sabemos si se conseguirá, en algún momento, inhibir esa programación que tenemos desde que nacemos. ¿Pero quién dice que la muerte tenemos que valorarla negativamente?

La muerte normalmente se ha tratado como un hecho biológico. En principio uno está muerto cuando el cuerpo cesa en todos sus procesos, en ese momento, se deja de existir corporalmente; empero, las personas que creen en que somos cuerpo y alma, consideran que el alma se desliga del cuerpo y, bueno, se va a un espacio al que se le han dado diversos nombres; cielo, infierno, el hades, el inframundo, etc.

La muerte también ha sido entendida como una liberación del alma en relación con el cuerpo. Claro, la existencia del alma es un presupuesto que se asume y con base en él, se plantea la dicotomía esclavitud-libertad para explicar la muerte como un hecho de liberación de todas las vicisitudes que la vida tiene para con las personas. Esta interpretación hace una valoración negativa de la vida, es decir, el nacimiento es un hecho perjudicial porque implica tener que soportar una serie de situaciones que solo los que nacen tienen que tolerar.

Y es que la vida y sus vicisitudes no parecen tener una lógica determinada. Hay personas que nacen y desde el inicio están marcadas por las enfermedades y el sufrimiento corporal; en cambio, hay otras que gozan de una salud envidiable, a pesar de su diferente condición de vida. No se entiende por qué en un caso la fortuna se adhiere a un neonato y por qué en otro, la desgracia es la que decide aferrarse a aquel que, incluso, no ha pedido nacer.

Hay personas que manifiestan que es Dios quien da y quita la vida. Si así fuera, entonces es él quien también establece por qué la vida de una persona va estar plagada de enfermedades o por qué será lo contrario. Está claro que esa idea de Dios no plantea un trato igual para todos, es decir, Dios no es justo en términos de la justicia conmutativa aristotélica sino que se inclina más por una justicia distributiva.

También habría que decir lo mismo en relación con la muerte. Bajo esa línea de pensamiento, la muerte no es otra cosa que la decisión de ese Dios de quitar la vida y allí cabe, nuevamente, la siguiente pregunta: ¿por qué hay personas que mueren sin sufrimiento, sin dolor; y por qué hay otras que es todo lo contrario? Cuesta entender cuáles son los criterios de ese Dios para establecer a qué personas sí y a cuáles no, hará soportar el sufrimiento y la desgracia que la vida muchas veces implica.

Por esas contradicciones lógicas con la idea de un Dios bueno, justo y misericordioso, me parece que es mejor no involucrar a las deidades en dos hechos paradójicos como nacer y morir. En el primer caso, en principio, el nacido no elige hacerlo, nace por decisión de otras personas que no son él; sin embargo, en relación con la muerte, existe las dos posibilidades, a saber: que la persona que nació, en determinado momento, pueda decidir en relación con su vida o que otras personas lo hagan por ella.

Teniendo en cuenta lo anterior, se debería promover que las personas puedan decidir sobre su vida. Lo anterior aplica para las personas que ya han vivido y que no están contentos con su vida, sea porque la fortuna no ha estado de su lado o porque al final de sus días, el sufrimiento físico se ha instalado en forma de dolor corporal insoportable. A las personas se les debería dar la oportunidad de decidir en relación con sus vidas, pero hasta eso se les quita con base en dogmas plagados de contradicciones de todo tipo.

No espero que en esta sociedad conservadora estén de acuerdo con lo aquí planteado. Si al menos ello provoca alguna reflexión, me daré por satisfecho, ya que hay temas que se quieren sepultar sin haber sido discutidos a fondo. La discusión requiere de seres pensantes, críticos, que al menos tengan la posibilidad de disentir con los que quieren imponer su único punto de vista. ¿Cuántas veces la humanidad tendrá que padecer estos dogmatismos para aprender que el avance del conocimiento ha estado basado en el disenso?

(*) Andi Mirom es Filósofo

andimirom@gmail.com

columnapoliedrica.blogspot.com

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1 COMENTARIO

  1. Las personas que consideran y o creen que Dios da la vida y que es quien la quita,y en base a esto estan dispuestos a sufrir hasta el final en una enfermedad terminal o cosa parecida; estan en todo su derecho a seguir sus prececeptos religiosos ,al respecto . Pero igualmente los que no pensamos asi , tambien tenemos todo el derecho de decidirnos por la eutanasia. Que entiedan , que no pueden venir imponer a todo sus creencias y lo que estas dictan . Por esto las leyes no deben estar hechas para complacer una determinada creencia religiosa . Deben ser en imparciales , justas , balanceadas y protegernos a todos, creyentes y no creyentes. La eutanasia , el derecho a una muerte digna , debe ser pronto una ley con su respectivo protocolo. Que los diputados y los que les toque su aprobacion lo comprendan y se guarden sus creencias religiosas para su vida y o ambito personal. No es justo que se nos corte esta posibilidad , mas bien es algo cruel e inhumano .Se puede decir que atenta contra los derechos humanos y las libertades individuales.

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