viernes 19, abril 2024
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Lo que no se perdona

Ser indígena, ser indio como se dice, ser aindiado, ser achinado, bajito de estatura y de piel cafecita, oscura, y de nariz aguileña, nunca de ojos verdes o azules, es algo que en Bolivia no se perdona; menos se perdona, nunca lo perdonarán, que ese indio tenga poder, que convoque, y que defina el rumbo de toda una nación plurinacional y multilingüística.

Evo Morales cometió errores políticos costosos, sí, lo que usted quiera, pero negarle a él el mérito histórico de hacer retroceder 5 siglos de infamia, es mezquino, ruin e ignominioso. 

La dictadura de Añez (no totalmente cristalizada y en retroceso) se fraguó para asesinar al indio simbólico, sediento de liberación y voz propia, que encarnó exitoso Evo Morales Ayma. Siempre me disgustó su asocio con las dictaduras de Maduro y Ortega, pero de ahí a compararlo con estos dos últimos es un disparate rastrero. Una cobardía inconmensurablemente abyecta y  pérfida. Inexcusable.

Al indio no se le ha de perdonar ni un gramo de poder, dicen los fachos cruceños.  La dictadura de Añez tiene en su centro una dinámica racista mesiánica. Y monta dicha tiranía un show mediático nombrando a Rafael Quispe como el nuevo director del Fondo de Desarrollo Indígena (Fondioc), un indígena corrupto, aventurero y renegado, un malversador de fondos producto de la cooperación internacional estadounidense. En las mismas anda Martha Yujra Apaza, recién nombrada encargada de la cartera de Turismo.

Los fascistas saben a quien corromper. Lo hacen como lo hace Trump: a espaldas de sus coreografiados “rallys”, detrás de él, en la tribuna y en ángulo directo frente a las cámaras de televisión, destaca un latino, un negro, en un acuario lleno de peces blancos, histéricos y al unísono entonando el vergonzante “make America great again”.

Los fascistas bolivianos son émulos de Stalin, adoptan sus falacias y sus métodos, son parientes ambos entre sí, (aunque no lo admitan), porque las dos corrientes tienen en común el terrorismo de estado como apoyo. Es bueno -como una nota al pie de página- saber que Stalin y Franco tuvieron demasiado en común y que, en lo fundamental, fueron pocas las diferencias en su empacho por los crímenes. Pero en Bolivia, ahora, el crimen mayor es uno: ser indígena, ser Evo.

(*) Allen Pérez es Abogado

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1 COMENTARIO

  1. Excelente artículo , es bueno saber que todavía hay gente que respeta y ama al prójimo de cualquier color o raza, por eso, mis respetos para Don Allen Pérez
    Que el universo proteja a todos los indígenas del mundo, de los seres que han abandonado la luz, y se han entregado a las fuerzas oscuras.

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