viernes 29, marzo 2024
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Intolerancia y fundamentalismo en la política

Es preocupante el vacío que está dejando la ausencia de liderazgos políticos, la desafección del ciudadano respecto a los partidos y el grado de descreimiento en la capacidad de las instituciones para responder a las demandas y los desafíos que plantea una sociedad insatisfecha con el orden actual de cosas.

Los sondeos de opinión pública, el último recién divulgado por el Centro de Investigaciones y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica, así lo advierten. Y como en política los vacíos escénicos no tardan en llenarse, hacia allá van el fundamentalismo, el populismo y de la demagogia, no necesariamente cobijados por una misma bandera, aunque sí por una codicia desenfrenada y una confesa intolerancia.

He ahí el gran reto para nuestro régimen democrático, con el que distintas corrientes políticas han hecho carrera para construir una institucionalidad que por décadas hizo despuntar al país en el concierto de las naciones. ¿Agrietarán ese régimen la intolerancia, la irracionalidad, la presión para imponer ideas por la fuerza, que es lo que salta a la luz pública en estos tiempos? Sí, sin duda; está a ojos vista.

Las redes sociales son  escenario propicio para esas confrontaciones en que con ácidos epítetos se descalifica se descalifica a quien osa encarar ese fundamentalismo o la irracionalidad de la demagogia y el populismo.

Los partidos políticos tradicionales han perdido aptitud para percibir el sentimiento dominante en el electorado y para ofrecer una plataforma a tono con la realidad circundante. Se les agotó el sentido inspirador que les hacía atraer grandes masas. Por eso encaran un electorado que les da la espalda y que fracciona su voto en buena medida por la motivación que le generan ciertas tiendas populistas que en algunos casos son también expresiones de una construcción religiosa lastrada por la intolerancia que deriva del fundamentalismo.

Si la democracia es el peor de los sistemas de gobierno con excepción de todos los demás –al decir de Winston Churchill- muy grave sería que sus defectos se acentuen con la intolerancia y la intransigencia que acompañan esos conglomerados políticos de presencia indiscutible en nuestro medio.

Vientos de fronda bordean la democracia en Costa Rica.

(*) Álvaro Madrigal es Abogado y Periodista

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2 COMENTARIOS

  1. Excelente y preocupante enfoque a la vez el de Don Alvaro. Así pinta nuestra realidad y la responsabilidad de hacer las cosas bien, es una tarea de cada quien bajo estas condiciones

  2. La intolerancia y fundamentalismo en Costa Rica en realidad no es por la diversidad (gays, lesby y trans, etc.) o los sindicatos, sino por la abierta y descarada corrupción político-financiera que a diario se destapa, la cual se acumula y camufla, siendo un grave secreto a voces donde la gran ciudadanía no ha logrado entender y menos enterarse por la cómplice manipuladora red mediática nacional, quienes esconden tales temas, pagando favor por favor, a las tradicionales mafias de siempre. Extraviar esos enfoques, es hacerle al diablo concesiones. Prostituir la democracia, la ley y los manipuladores derechos humanos en función de escondidos intereses trasnacionales, financiando en forma invisible luchas callejeras, desorden e inestabilidad social es donde tales grupos se prestan al juego, erosionando nuestra democracia, la cual se descompone gradualmente como nos ocurre. La sutil excusa de desequilibrio se origina en forma palpable, por la generalizada y dantesca alcahuetería prevaleciente, donde la impunidad e inmunidad son los usuales billetes de curso. Y los políticos (de mentirillas) los responsables directos.

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