martes 23, abril 2024
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Un tributo a Adelaida Chaverri, en el Día Internacional de la Mujer

Alocución en el homenaje póstumo realizado a tres notables académicas el lunes 9 de marzo por Correos de Costa Rica (CORTEL) y la Universidad Nacional (UNA), a propósito del Día Internacional de la Mujer, en el Complejo San Pablo, de la UNA.

Ya se van a cumplir 16 años de que escribiera el siguiente artículo, publicado en el diario La República el 12 de mayo de 2004, y que intitulé Tributos a Adelaida Chaverri. Me parece pertinente compartirlo en esta importante ceremonia de hoy, y dice así:

“Poco después de su muerte, acaecida el 20 de setiembre de 2003, en estas mismas páginas dediqué unas palabras a la colega y amiga Adelaida Chaverri. Siempre la supe querida y admirada por mucha gente, pero no imaginé que se le rendirían tributos tan significativos como los que hoy quiero destacar aquí, los cuales son más que elocuentes de la gratitud hacia ella.

En primer lugar, en la tarde del 23 de octubre, en un cálido convivio lleno de evocaciones por parte de numerosos amigos, sus hijos Catalina y Andrés develaron su retrato en la sala José Tosi, del Centro Científico Tropical (CCT), del cual ella fue miembro muy activa. El amigo Alfonso Mata Jiménez, promotor de este homenaje, hizo una bella recopilación de textos y fotos, como un recuerdo imperecedero para quienes tanto la valoramos y quisimos. Asimismo, el 30 de octubre, en la celebración del 30 aniversario de la fundación de la Reserva Biológica Bosque Nuboso Monteverde, se bautizó con su nombre el sector superior del sendero La Ventana.

Apenas un mes después, en los jardines de la Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional (UNA), en un también cálido homenaje se plantó un arbolito de una especie de encino (Quercus oocarpa), pues ella dedicó gran parte de su carrera a estudiar los encinares o robledales de las montañas altas de nuestro país. Las hermosas palabras inscritas en la placa que acompaña al árbol hablan por sí mismas: “Este roble encino está dedicado a la memoria de Adelaida Chaverri Polini. Su longevidad representa la trascendencia de la obra heredada por ella”.

Para esa misma fecha, en el programa Panorama, transmitido en cadena a todo el país por la Cámara Nacional de Radio (CANARA), se hizo una síntesis de la detallada biografía preparada por Maarten Kappelle y Antoine Cleef, cómplices científicos de Adelaida en la aventura de estudiar la vegetación de las montañas altas, y sobre todo de ese enigmático e insondable Chirripó.

Adelaida en la cima de Chirripó.

Y, comenzando este año, apareció el tercer volumen del libro Árboles de Costa Rica —escrito por Nelson Zamora, Quírico Jiménez y Luis J. Poveda, y coeditado por el Instituto Nacional de Biodiversidad (INBio), el CCT y Conservación Internacional—, dedicado a ella, con estas palabras: “Para Adelaida Chaverri Polini. Amante de los árboles de nuestros bosques y luchadora tenaz e incansable por su conservación. Que la sombra de los viejos robles de Talamanca que hoy te extrañan, te acompañe y proteja siempre”.

Por último, hace pocas semanas Adelaida ingresó a la Galería de la Mujer, siendo la décima mujer en recibir tal distinción, la cual se otorga anualmente como un reconocimiento a las costarricenses que han contribuido al mejoramiento de la calidad de vida de las mujeres, así como a la eliminación de la subordinación y discriminación en su contra. Por eso el 23 de abril, mientras se develaba su retrato en el Instituto Nacional de la Mujer (INAMU) y escuchaba las atinadas y tiernas palabras de su hermana Irene y de las miembros de la Comisión que le asignó el galardón, se ampliaron mis apreciaciones sobre ella.

Sí, porque además de todos sus merecimientos como investigadora y profesora universitaria, sus aportes al conservacionismo y sus logros como destacada atleta y madre ejemplar, me percaté de esa impronta profunda e indeleble que dejó, al abrir brecha en el mundo tan masculino y patriarcal de las ciencias fácticas. Entonces la evoqué de nuevo escalando hasta los 3820 metros de su amado Chirripó con cinco meses de embarazo y, otras veces, a pesar del cáncer que tanto la desgastaba.

Y, con mis ojos húmedos y el cuerpo galvanizado por la emoción de compartir esos momentos con sus queridos hermanos y su anciano padre, en una sala llena de valientes mujeres que hoy luchan contra tanta lacra machista, me pregunté en silencio: ¿sexo débil? ¿Cuál, Adelaida? ¿Cuál?”.

Hoy me regocijo de este muy merecido homenaje, emprendido por Correos de Costa Rica (CORTEL) y secundado por la UNA, a propósito del Día Internacional de la Mujer. Gracias a él, con singulares pero complementarios sellos postales conmemorativos, sobria y bellamente diseñados, circularán por el mundo las efigies de Adelaida y otras dos notables mujeres, doña Hilda Chen-Apuy Espinoza y Mireya Barboza Mesén, a quienes conocí de vista pero no tuve el honor de tratar.

Nuevos sellos postales conmemorativos.

Y deseo aprovechar esta ocasión para mencionar cuatro cuestiones que me parecen importantes.

Una es que hace exactamente tres años, para inaugurar la sección de Biografías de la Revista de Ciencias Ambientales, de la UNA, publiqué un amplio artículo intitulado Adelaida Chaverri: la primera naturalista y conservacionista costarricense. Porque ella tuvo ese doble mérito: ser la primera mujer que, a pesar de ser una reconocida matemática, se dejó cautivar por nuestra naturaleza, al punto de convertirse tanto en su estudiosa como en su tuteladora.

De ello da fe —y esa es la segunda cuestión— la dedicatoria del libro Páramos de Costa Rica, editado por Maarten Kappelle y Sally Horn, publicado por el INBio y aparecido en 2008, que dice así: “A la memoria de nuestra colega y compañera Adelaida Chaverri Polini (1947-2003), coautora de tres capítulos de este libro, investigadora pionera de los páramos costarricenses y quien con una gran visión propuso la creación del Parque Nacional Chirripó, el área silvestre protegida con la mayor extensión de páramo en Costa Rica”.

En tercer lugar, gracias a los denodados esfuerzos de su entrañable amigo, el ya citado maestro y colega conservacionista Alfonso Mata, se logró la publicación póstuma del libro Historia natural del Parque Nacional Chirripó, Costa Rica, también por parte del INBio, y que vería la luz en 2008. Al final del libro, Adelaida escribió lo siguiente: “En este lugar, la naturaleza, en lucha con la entropía universal, ha construido un equilibrio vivo particularmente frágil. Solo la unión de todos los que lo amamos logrará la conservación de sus bellezas y su completa recuperación, tal y como fueron vistas por los primeros visitantes de estas cimas, mujeres y hombres indígenas, de tez bronceada y cuerpos ágiles, cuyas mentes entendieron mucho más rápidamente y mejor que nosotros las interrelaciones naturales entre los seres y su ambiente, en lo que es hoy el Parque Nacional Chirripó”.

Y, en conexión con esto —y como cuarta y última cuestión—, deseo darles la noticia de que, por fin, este año esperamos concretar el largamente acariciado anhelo de que uno de los cerros de esos mágicos parajes sea bautizado como Cerro Adelaida, para que, tan eternos como esas inmemoriales cumbres, nada, absolutamente nada, pueda borrar su legado y su memoria.

(*) Luko Hilje Quirós

(luko@ice.co.cr)

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6 COMENTARIOS

  1. Luko, te felicito por tan completo homenaje a Adelaida! Fuimos amigas de adolescencia. Me gusta mucho la cuarta opción, la del cerró Adelaida. Qué señora tan valiente!

  2. ¡qué bonitas palabras, Luko! El trabajo y la obra de estos pioneros de la conservación en Costa Rica no puede ni debe ignorarse.

  3. Con lágrimas en los ojos he leído y reelegido los justos homenajes realizados a mi querida compañera Adelaida. ADECHA como la llamaba con cariño. A su lado nació parte de mi lucha por el Planeta. Gracias hasta ese lugar maravilloso donde te encuentras.

  4. Conoci a Adelaida en nuestros primeros años de estudiantes universitarios y desde entonces entendi que se trataba de alguien fuera de serie como fue su vida profesional y academica; siempre destacadisima. Luko ha hecho una hermosisima semblanza de una persona excepcional

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