viernes 29, marzo 2024
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El paradojal destino de la sociología contemporánea (IV)

Eugenio Rodríguez Vega, in memoriam.

Cuarta parte.

“El hombre y la sociedad en la época de crisis…

La clave para la comprensión de la sociedad industrial contemporánea, creía Mannheim (Karl), podía hallarse en las obras de Karl Marx y Max Weber. Marx había explorado las consecuencias sociales de la concentración de los medios de producción y de la separación del obrero de esos medios. Weber convenía en que se trataba de una observación importante. Pero al concentrarse de este modo en la esfera de la producción, razonaba, Marx solo había puesto de relieve un aspecto de un proceso mucho más general. La concentración de los “medios de producción” y la separación del “obrero” con respecto a ellos también podía discernirse en otros órdenes institucionales de la sociedad, sobre todo en las esferas política y militar, donde los medios de administración política y los medios de violencia y destrucción se concentraban cada vez más en manos de las élites. Ambos pensadores llamaron, pues, la atención sobre las principales tendencias estructurales de la sociedad, que estaban trabando una “fundamental democratización”, como Mannheim la llamaba…observó que en Alemania y en Rusia, al igual que en los países que mantenían la democracia política, la creciente burocratización de los sectores fundamentales de la sociedad parecía ser un proceso prácticamente inexorable. La burocratización socavaba la democracia porque separaba al pueblo de los medios de poder y daba origen,…,”a la dominación de pequeñas minorías, tanto bajo el capitalismo como bajo el comunismo”  Irving Zeitlin IDEOLOGÍA Y TEORÍA SOCIOLÓGICA  Amorrortu Editores Buenos Aires 1977 página 350.

Una vez entrado el siglo XX, pero sobre todo después del gran conflicto armado, al que ahora conocemos bajo la denominación de “Primera Guerra Mundial”(1914-1918), las ideologías más importantes y los componentes utópicos de sus discursos sociales y políticos se vieron puestos en tela de juicio, tanto en el caso del liberalismo como en el del socialismo, de raíz marxista,  dando lugar a una crisis revolucionaria que se solucionó aplastando a los sujetos revolucionarios, especialmente en el caso de Alemania con los espartaquistas, y dejando de lado una parte importante del ethos liberal y su concepción de la democracia, con lo que se abrió paso al totalitarismo fascista, como una respuesta represiva de las viejas élites europeas, cuando sintieron su existencia amenazada. La posición asumida frente al inminente estallido bélico de 1914, sobre todo a partir de la política que adoptaron sus voceros o representantes parlamentarios, en relación con el conflicto armado que involucró a toda Europa, al que el economista inglés John Maynard Keynes(1883-1946) llegó calificar como una “guerra civil europea” en una de sus obras más conocidas,  constituyó un hecho histórico que sumergió al socialismo en una profunda división, que se expresó en el malestar entre la corriente revolucionaria de la socialdemocracia, principalmente alemana, lo que condujo a la fallida revolución socialista de 1919, y al triunfo inicial de la revolución bolchevique en la Rusia de 1917, con expectativa entre los principales dirigentes bolcheviques de que esta sería el primer paso para la revolución europea, una esperanza que mantuvieron hasta que fue sofocada la revolución alemana, a lo largo del año de 1923. Los socialistas “democráticos” o reformistas tampoco dieron una respuesta democrática de verdad a la crisis aún más profunda que se avecinaba al concluir la guerra, más bien puede afirmarse que le abrieron las puertas al fascismo con sus posturas autoritarias y acomodaticias al statu quo, lo que evidenció también la crisis profunda del liberalismo durante el llamado período de entreguerras.

El peso de la burocratización puede dar al traste con los componentes esenciales de una utopía de naturaleza revolucionaria o incluso liberal, todo esto no implica que tales elementos utópicos desaparezcan del horizonte social, aunque sólo sea para mencionarlos como recuerdo de otras formas de legitimación del poder. Dentro de la visión propia de la sociología política de Max Weber, en la historia humana han existido al menos tres tipos de legitimación del poder: la de tipo tradicional, la carismática y la racional legal como un orden esencialmente burocrático en la modernidad, son precisamente los regímenes del período de entreguerras y los surgidos con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial los que dan lugar, con su burocratización creciente, a ese alejamiento de las mayorías populares de los medios de administración.

La sospecha ideológica, vista en términos de una “falsa conciencia” dentro de la tradición marxista o marxiana, fue retomada por el sociólogo y filósofo alemán Karl Mannheim (1893-1947), y discutida en una de sus obras más importantes, bajo el título de IDEOLOGÍA Y UTOPÍA, que publicó por primera vez en 1929, dando lugar al nacimiento de la sociología del conocimiento, la que para este autor “está íntimamente ligada con la teoría de la ideología de la que, sin embargo, es fácil distinguirla. El estudio de la ideología se propone descubrir los engaños y disfraces más o menos conscientes de los intereses humanos de grupo, en particular los de los partidos políticos. La sociología del conocimiento se ocupa no tanto de las deformaciones debidas  a un propósito deliberado de engañar, como a las varias maneras en que se presentan los objetos al sujeto, según las diferencias del marco social. Así, pues las estructuras mentales se forman inevitablemente de un modo diferente, según las diferencias del ambiente social e histórico” (K. Mannheim, Ideología y Utopía FCE México 2004 página 302).

En cuanto a la sociología del conocimiento, a diferencia de la teoría de la ideología, con su larga y compleja historia acerca de la sospecha o el ocultamiento deliberado de algunas intenciones o juicios de valor, no siempre explícitos para los actores sociales involucrados, lo que resulta relevante es ¿cómo poder explicar o evidenciar, dentro de la formulación del conocimiento o su asunción como tal, las formas que asumen en el despliegue de la vida social misma, los elementos específicos que validan para el conjunto de la sociedad la existencia de una serie de instituciones, cuya naturaleza cambió esencialmente sin que el hecho se haga evidente por sí mismo? De esta manera, los “partidos políticos” u otras instancias sociales pueden seguir teniendo una existencia nominal e incluso jurídica, aunque ya hayan sido vaciados de sus componentes esenciales que los definían de ciertas maneras, dentro de un marco específico de conocimiento al cual ya no se hace referencia, simplemente existen para una sociedad determinada aunque se hayan convertido en meras franquicias electorales, sin relevancia alguna en términos sociológicos al no cumplir o jugar el mismo papel que se les asignó dentro de la racionalidad de una cierta partidocracia, simplemente se les acepta como tales aún y cuando ya no sean útiles para dar cuenta de lo que podríamos calificar como la realidad. Esto es especialmente cierto para las corrientes del pensamiento conservador, las que asumen el ambiente (o las circunstancias sociales específicas) como parte de un orden natural, en su horizonte no existe la utopía (K Mannheim ibid p. 266), en todo caso lo utópico forma parte de su propia estructura dentro de una perfecta armonía. Las gentes siguen viviendo como si la realidad de su mundo no hubiera cambiado, puesto que “Hay elementos ideales que perduran en el presente como vestigios de la tensión de períodos anteriores, en que el mundo no se había estabilizado, y que ahora operan sólo ideológicamente: son verbigracia, creencias, religiones y mitos desterrados a un reino que está más allá de la historia. En tal etapa, el pensamiento, como lo indicamos ya, se inclina a aceptar el mundo circundante con toda la accidentalidad de su concreción, como si fuera el propio orden del mundo, que se debe aceptar como es y que no ofrece problema alguno”. (K. Mannheim op.cit p 267). Son los desafíos del pensamiento liberal y el socialista planteados por las clases sociales emergentes los que llevan a los conservadores a plantear reflexiones históricas y filosóficas, que son para Mannheim “una contrautopía que sirve como medio de orientación y defensa”.(ibídem). En términos de la validación del conocimiento sucede, como en el caso de los conflictos de tierras entre los campesinos u hacendados mestizos y los llamados “indígenas”, que para los primeros el único conocimiento válido es de la mercantilización de la tierra y su uso intensivo en la agricultura o en la ganadería, una racionalidad que excluye otros criterios como los que caracterizan las cosmovisiones de los pueblos originarios del subcontinente latinoamericano. Si los segundos luchan por recuperar sus tierras para conservar los recursos naturales como los de los bosques y las aguas, para los hacendados no existe ningún conflicto: ellos ya habían comprado esas tierras, no hay cabida para ningún otro tipo de racionalidad, su conocimiento de lo social visto en esos términos es el único válido. El problema surge cuando acuden a escalar la violencia hasta la “ejecución” de los líderes aborígenes recuperadores de la tierra, esto al menos resulta mucho más difícil de justificar dentro del propio marco racional que han venido asumiendo, no necesariamente de una manera consciente, es ahí donde entra a jugar la discusión sobre la teoría de la ideología.

Los inmensos aparatos mediáticos, tecnológicos e industriales apuntan al control político visto en términos de las hegemonías culturales, las que consideradas desde esta perspectiva entran dentro de las sospechas características de la teoría de la ideología, al menos después de la descalificación por parte de Napoleón Bonaparte de los llamados “ideólogos”, a quienes acusaba de enmascarar la realidad con sus posturas críticas o metafísicas, como también en relación con la ideología vista como falsa conciencia dentro de la tradición marxista o marxiana, partiendo de las diversas tomas de posición al respecto dentro de los llamados marxistas o marxólogos, en relación con las distinciones entre la obra juvenil de Karl Marx que incluye el famoso texto de la Ideología Alemana, y aquellos otros que optan por vincularse a la obra madura de este autor, más orientada hacia los temas de la economía política clásica, en especial en cuanto al tema del valor trabajo. Estos inmensos aparatos mediáticos conducen a buena parte de la población a no percibir los cambios que se están dando en el subsuelo social y político, pues de alguna manera obnubilan sus percepciones acerca del medio social en que viven, las que dejan de ser propias y la conducen a seguir pensando que nada ha cambiado, cuando en el fondo de la dinámica social ya están presentes los elementos esenciales que habrán de configurar un nuevo período histórico, visto en términos de la larga duración. ¿Podrá la sociología contemporánea ofrecer respuestas acordes con la magnitud y la complejidad de los desafíos planteados, en especial la sociología del conocimiento, hoy enfrentada también a los grandes cambios tecnológicos?

(*) Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor.

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4 COMENTARIOS

  1. De Juan Félix Montero Aguilar: Ante la derrota de la revolución alemana es que la URSS se ve obligada a optar por consolidar la revolución en un solo país, sin que significara renuncia a la solidaridad con los movimientos revolucionarios de otros países.

  2. Respuesta a Juan Félix Montero: «Ese planteamiento tuyo corresponde a una discusión histórica y a un manejo cuidadoso de las fuentes historiográficas, aunque yo estoy más interesado en dimensión sociológica que pueda dársele a estos temas, pese a todo considero que la salida del estalinismo fue conservadora y volcada hacia el interior de un Estado que abandonó el camino de la revolución mundial, tal y como la habían pensado Lenin, Trotsky y muchos otros líderes del Partido Bolchevique. Por eso tuvieron que eliminar a la mayor parte de la dirigencia revolucionaria de 1917, optando por llevar a cabo una revolución industrial en un corto período y con un elevado costo humano, esa vía terminó pavimentándole el camino al fascismo alemán e italiano, sólo era cuestión de tiempo para que toda Europa se viera sumida de nuevo en una feroz guerra.»

  3. De Juan Félix Montero Aguilar: El movimiento de liberación nacional, que liquidó el sistema colonial del Imperialismo se realizó gracias al apoyo de la URSS, se establecieron democracias populares en muchos países y otros optaron por una vía no capitalista de desarrollo. Fue tal su influencia que en Estados Unidos algunos llegaron a plantearse conservar el capitalismo en un solo país, parafraseando esa consigna.

  4. Gracias Juan Félix por el esfuerzo que haces de entrarle(por así decirlo) a la cuarta parte del texto que he venido elaborando sobre los dilemas a que se enfrenta la sociología contemporánea: entre sus contenidos más importantes está un intento por hacer un deslinde entre la teoría de la ideología en la tradición marxiana y la sociología del conocimiento, a partir de la obra del sociólogo y filósofo también alemán Karl Mannheim (1893-1947), titulada IDEOLOGIA Y UTOPÍA de 1929, en plena crisis del pensamiento político y social contemporáneo al concluir la Primera Guerra Mundial y con el avance del fascismo en Alemania y en otras partes de Europa. Sin duda que la posterior derrota del fascismo con el decisivo concurso de los pueblos de la Unión Soviética abrió las puertas, con grandes luchas y sacrificios, a la liquidación del sistema colonial europeo en muchos países de Asia y África, la atmósfera política de ese período permitió y favoreció la famosa Conferencia de Bandung, donde los líderes de la lucha anticolonial como Sukarno, Nasser. Chou en Lai y otros sentaron la plataforma de esa lucha. Puede decirse, desde la sociología del conocimiento que al cambiar gradualmente la manera de presentarse los elementos objetivos de esa realidad colonial a los sujetos históricos concernidos, se dio surgimiento al marco sociohistórico que contribuyó a formar las estructuras mentales de toda una generación de luchadores insobornables y valerosos, y abrió así las compuertas para alcanzar la primera «independencia» de muchos de esos países, librándose de las garras del colonialismo europeo: Argelia y Viet Nam después de cruentas guerras y enormes sacrificios entraron en una etapa muy diferente de su historia. Sin duda, desde muy temprano, la existencia de la Unión Soviética fue un factor muy importante para el surgimiento de los movimientos y líderes en la lucha contra el colonialismo, Ho Chi Minh llegó muy temprano allí, después de haber intentado en vano, convencer al presidente estadounidense Wdidrow Wilson de la justeza de su lucha, durante la Conferencia de Versalles, en la inmediata postguerra de 1919-1920. Los Estados Unidos nunca han exportado su particular manera de concebir la democracia(más bien capitalismo en un solo pais), excepto como un engañoso manejo discursivo(teoría de la ideología) en sus expidiciones de rapiña imperial: destruyeron la democracia incipiente de Guatemala, en 1954 y más recientemente en Irak, como tampoco en Libia, jamás contribuyeron a que surgiera algo que fuera más allá del vacío e hipócrita ejercicio retórico de unos regímenes autoritarios que, en términos de una verdadera democracia, son apenas meros cascarones vacíos.

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