viernes 19, abril 2024
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A la memoria de Ernesto Cardenal

No puedo evitar recordar la extrañeza que sentí al notar en Nicaragua -como lo he vivido aquí- el mucho afán de los religiosos metidos a políticos de billetera gorda, falsamente en nombre de toda la cristiandad, anhelo que denota una especie de borrachera por el poder y el dinero fácil, entregándose ellos a los emisarios «celestiales» de Mike Pence. Daniel Ortega lo demostró el pasado julio, a propósito del 40 aniversario de la gesta de 1979. Los «brujos» de Trump fueron ahí recibidos con una inaudita pompa. El místico Cardenal, el poeta de lo muy humano, habrá visto con desasosiego tan repugnante puesta en escena. Cierto, él fue revolucionario y ministro, inspirado en su quehacer por la ética de su fe, pero no fue su pasatiempo hacer del cristianismo un amuleto sectario de proselitismo y colonización.

Esta tragicomedia -la de Ortega y su clero- no unió; en lugar de promover el amor lo disolvió. Fue una necedad que en vez de proclamar la universalidad del Evangelio, alentó el sectarismo. Exhibió el típico oportunismo al servicio de un autoritarismo en decadencia y perverso, producto de esas extrañas ecuaciones con que la historia nos sorprende.

Mal es que un creyente sea atrapado por la tormenta del odio, por la lascivia del dinero y el poder ; mal es que un cristiano caiga en las redes de los mercaderes de la fe y que a causa de ello pierda su alma. Porque el camino a Cristo no es otro que el de su amor para toda alma, en cualquier parte y en todo tiempo. Dios no es de nadie sino de todos. El evangelio de Solentiname fue un sol que no se apagó ni lo hará.

Se nos fue el poeta que no más el año pasado, en junio,  escribió:

Y cómo es que apareció cuando apareció

el Hijo de Dios bien desarmado

el lector fácilmente puede imaginarlo

Habrá sido extraño ver a Jesús

en medio de pobres enfermos y mujeres

liderando el Movimiento de Jesús

el manto no muy nítido que digamos

lavado por su madre lavandera

una tal María

Carpintero de ciudad en Cafarnaúm

tecnos en griego

de donde viene Técnico y Tecnología

“Y ustedes quién dicen que soy yo”

porque tal vez él mismo no sabía

Un Dios hecho carne

la calumniada carne

Y nosotros parte del Cuerpo de Cristo

junto con nuestros muertos queridos

como un hecho biológico

Jesús polvo de estrellas como nosotros

producto del Big Bang como nosotros

Dios se unió al hombre despojándose de Dios

No nos reveló religiosidad sino humanidad

Encarnado en lo humano reveló a Dios”.

(*) Allen Pérez es Abogado

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