jueves 18, abril 2024
spot_img

Libertad conculcada

(El siglo venidero será espiritual o no será. André Malraux).
Quienes nacimos a mitad del siglo XX, en medio de una relativa seguridad, apenas amenazada con los aspavientos de Moscú y Washington, nunca pensamos estar un día encerrados para tratar de evitar la muerte nuestra y de nuestros seres queridos por un virus, nunca pensamos que esta pesadilla que nos atrapa a todos sin distingos de clases ni de ningún otro título, que abriría todas las fronteras del mundo, que vendría a ser dolorosamente parte de la evolución social del ser humano, era algo hasta hace quince días increíble, era un problema de los chinos, quizá de los italianos, pero en Costa Rica no, eso era imposible.
Hoy estamos con una libertad conculcada, escondidos dentro de la insegura seguridad de nuestros hogares, aprendiendo qué tanto vale la libertad, cuán poco la hemos aquilatado, nos habíamos acostumbrado a no pensar. Cuando de pronto ves que cualquier persona puede ser el portador del virus sin saberlo, el mensajero, el transmisor del asesino, nos parece estar viviendo una pesadilla, y una trama de ficción muy bien elaborada, que habíamos visto en películas y que jamás hubiéramos pensado que esa verdad pudiese encarnarse en un microorganismo tan pequeño, pero tan letal.
Ver al señor Ministro de Salud diciendo angustiado: “por favor, esto no es jugando, quédense en sus casas”. Algo impensable hasta hace dos días, una súplica a los ciudadanos irresponsables a quedarse en sus casas para proteger a sus seres queridos. ¿Por qué seremos tan irresponsables los humanos? Esta pandemia nos ha venido a revelar lo que en realidad sabíamos pero queríamos ignorar, que habíamos causado tanto daño a la biosfera, que quizá ya era irreparable, no obstante la Sabia Naturaleza nos está enseñando que si se puede reparar el daño, de hecho con un virus mutante ha logrado lo que ninguna ONG ha podido: bajar los niveles de contaminación en países como China, Italia, España, Corea del Sur, etc. La Pachamama se ha sacudido al huésped más destructivo de golpe y porrazo con esta pandemia, ya no solo lo hace con terremotos y tsunamis, lo hace con un minúsculo ser de su creación: el Virus del Covid 19.
Yo pertenezco a la generación perdida del peace and love, una generación engañada y crédula, que fuimos víctimas fáciles del laissez fairelaissez passer.
Pero, cuando hemos tenido que hacer frente a la cruel realidad, nos hemos unido apoyando los milenials, que lo están haciendo muy bien.
Vendrá un momento en el cual, si hemos de estudiar los sucedido en Wuhan, la epidemia pasará, el virus no, ese se quedará entre nosotros como un virus más, que seguirá contagiando personas, aunque será cada vez más manejable por el organismo humano.
Esta pandemia ha sacado lo mejor y lo peor de los seres humanos, ya nunca seremos igual que antes de Wuhan, no, ahora hemos obtenido la mayoría de edad, somos una nueva sociedad, que con todo derecho puede reclamarle a los poderosos que no se roben y destrocen los recursos naturales, que estos son de todos los seres humanos.
Los políticos tendrán que saber que no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo (A. Lincoln.)
La vida retornará lentamente a una nueva normalidad, pero ya nada será igual, aunque si creo que todo será mejor.
Tendremos que prestar oídos a la naturaleza, nuestra sociedad agropecuaria tendrá que reiniciar su ascenso, porque todos tenemos que comer y ¿para qué traer arroz de China gastando millones de toneladas de CO2 si podemos producirlo a cien kilómetros de la capital?
¿Para qué importar carne que podemos producir al alcance de la mano, desde EEUU? En ese negocio de las importaciones sólo hay dos ganadores: los políticos y los intermediarios.
Aprovechemos nuestros campos, vamos olvidándonos de las inmensas extensiones de postres: piña y café, cuando podemos producir comida.
Comprendamos que aunque la vida parece una quimera, no se repite, es una sola. Cuando perdemos un ser querido es irreemplazable, cuando ellos nos pierden a nosotros les hacemos falta. Nadie quiere morirse racionalmente, ni los suicidas que frecuentemente se arrepienten cuando ya no hay oportunidad.
Vivamos y dejemos vivir, respetemos los derechos de los demás para poder exigirles que respeten nuestros derechos.
(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico

Noticias de Interés

1 COMENTARIO

  1. Pienso igual don Rogelio, históricamente los tiempos difíciles han cosechado mejores humanos.

    Desde hace algún tiempo se me ocurrió que, quizás si la humanidad enfrentase un enemigo imparcial, que sea una amenaza para todos y cada uno, podríamos así romper las barreras mentales que nos hacen y nos hacemos, esas que llamamos nacionalidad, raza, religión etc…
    Nunca imaginé, eso sí, que ya estaba entre nosotros.

    Ahora que el planeta entero tiene que pensar todas las consecuencias de cada acto para nosotros y nuestros seres queridos, ahora que la raza humana entró junta a un estado de meditación y solidaridad, creo fervientemente que éste terrible obstáculo nos hará no solo más fuertes, sino mejor todavía, más conscientes de que en realidad somos una gran familia, y, si aún luchando entre nosotros logramos conquistar el mundo y alcanzar altos niveles de tecnología y estándares de vida, unidos haríamos del planeta un paraíso, y el universo un campo de exploración.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Últimas Noticias