viernes 29, marzo 2024
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Otra pandemia

El mundo conoce otra pandemia y nuevamente la humanidad muestra su vulnerabilidad. Nadie está preparado para enfermarse o morir, menos lo están las relaciones económicas, cuando son pensadas como omnipotentes y desarraigadas de toda determinación social.

La crisis de la sanidad pública pone en evidencia los pies de barro de la economía, del poder de las potencias mundiales, las riquezas acumuladas y del armamentismo con capacidad de destruir miles de veces nuestro planeta. Todo ello no puede vencer a un frágil virus, que se ha convertido en un gigante con capacidad para aterrorizar a todos, pero sin duda, los poderosos y ricos del mundo temen perder lo apropiado del trabajo de los otros y de la riqueza de los pueblos, mientras que los pobres y trabajadores, jóvenes y viejos, perderán lo poco que poseen, así como muchos enfermarán o morirán. Esta pandemia sacrificará la existencia de muchos y posibilitará una reconversión de una economía, más concentrada y centralizada, porque absorberán negocios, porque quebrarán o porque serán liquidadas por la competencia. Menos ricos, pero más poderosos y dominantes en las relaciones económicas y políticas del mundo podría ser el nuevo panorama post-COVID 19. Una historia que hemos visto repetirse en cada crisis, porque el poder de los propietarios del capital y de las potencias no han sido cuestionados políticamente, pese a que son y se muestran faltos de solidaridad y compromiso con el bienestar social y el desarrollo de la sociedad.

Esta pandemia ha mostrado que, sin el consumo y las labores de millones de trabajadores no existe economía. No son los propietarios del capital los hacedores de la economía, por el contrario, ellos han privatizado los beneficios generados colectivamente, como también han privatizado las tecnologías y sus usos para elevar la capacidad productiva del trabajo y para el bienestar individualizado. Ellos son que crean las crisis económicas al concentrar las riquezas y condenar a millones de personas a la infame miseria. Este mundo es de todos, como todos somos potencial y tendencialmente víctimas de un virus asesino, pero la desigualdad social imperante hace que no todos tengamos las mismas capacidades para enfrentarlo y derrotarlo, menos aún en procesos que han debilitado los sistemas de la salud pública y en general la institucionalidad de un Estado que otorga concesiones y privilegios a propietarios del capital y que adopta prácticas defraudadoras de los salarios y confiscatorias de las pensiones.

En Costa Rica los acontecimientos del pasado que fueron improntas sociales y políticas del Estado moderno, hoy muestran su trascendente presencia con una Caja Costarricense del Seguro Social y un Ministerio de Salud que no renuncian a sus postulados creados en la década del cuarenta del siglo pasado, como también la contribución social del Instituto Costarricense de Electricidad, el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados o la Fábrica Nacional de Licores, entre otros, así como la colaboración de ciudadanos para ayudar a enfermos y pobres, que son los más afectados con despidos, reducción de salarios, suspensión de contratos laborales  y sobre trabajos que palían las utilidades de los empresarios.

Los medios de comunicación se preocupan y dedican muchos espacios a la difusión de las consecuencias en los empresarios, pero no de los consumidores, así como la organización de empresarios privados que reclaman por medidas drásticas en su favor. Sector económico que considera que las medidas adoptadas para diferir impuestos, deudas, cobrar y no pagar el IVA, etc., son desde su perspectiva empresarial tenues medidas y exigen subvenciones mayores a las que ya disfrutan, pero en su desprecio a los trabajadores y sociedad, también demandan reducir los salarios de los funcionarios públicos.  Y aquellos que ven aumentar sus ganancias por mayores ventas, son indiferentes al acontecer social y nacional. ¿Acaso la ignorancia, las visiones ideológicas o el odio a los trabajadores les impide comprender que empobrecer a las mayorías nacionales, contrae la capacidad de consumo y con ello también serán afectados? ¿Acaso desconocen que el nivel y calidad de vida alcanzada ha sido una construcción social e histórica de nuestro pasado y que en la actualidad es obra fundamentalmente del esfuerzo y la supervivencia ciudadana? Los pobres y trabajadores no son causantes de la crisis económica, por el contrario, son sus víctimas por la acción estatal y empresarial en su contra.

La crisis del COVID-19 pone en evidencia las contradicciones de la sociedad a la vez que revela la profunda ausencia de solidaridad de quienes más tienen con el interés social y nacional costarricense. La agudización de la pandemia en nuestro país amenazará la insostenibilidad de la salud pública, puesto que no existe ningún sistema que lo pueda atender satisfactoriamente ante la creciente cantidad de enfermos, sin posibilidades de ser atendidos por otros medios. Solo la actuación conjunta de la institucionalidad pública puede paliar sus efectos, como lo hace hoy la Universidad de Costa Rica, institución que en los últimos tiempos ha sido sistemáticamente atacada y violentado sus facultades constitucionales, ignorando su histórica y solidaria contribución ciudadana.

El individualismo posesivo de los propietarios del capital muestra transparentemente sus contradicciones contra el Estado y contra trabajadores, es cada vez más evidente al entendimiento que la compleja situación que hoy vivimos solo puede resuelta colectivamente, nunca aislada ni privadamente. El Estado con su institucionalidad y los trabajadores con capacidades e iniciativas deberán ser la fuerza de unidad para enfrentar el reto público trascendente que vivimos. Mientras tanto, los empresarios se autoexcluyen, porque se imaginan élites aristocráticas que deben ser servidas, ajenas a los intereses sociales y nacionales. Si fueran capaces de trascender sus chatas miradas, supeditadas a la inmediatez de la ganancia, podrían reconocer su necesidad de sumarse al proceso sin condiciones, porque nos necesitan para su propia sobrevivencia.

(*) Juan Huaylupo Alcázar (*), es catedrático de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica.

Es catedrático de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica.

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3 COMENTARIOS

  1. Dice mi muy apreciado amigo, don Juan Huaylupo Alcázar, que estamos ante otra pandemia, y en eso estamos de acuerdo, al menos en principio: se trata de la presencia súbita de un agente microbiano, altamente patógeno hasta ahora desconocido para la ciencia, y para la gran mayoría del personal médico, un virus cuya manera de actuar frente al organismo humano y el de otras especies animales como perros y gatos, según se ha comprobado en estos días, puede causar graves daños u afectaciones e incluso la muerte en el término de horas, o de pocos días. Su descubrimiento en China, donde ha logrado ser detenido por ahora, fue el preludio de esta catástrofe planetaria que se anuncia, hora tras hora, día tras día en los medios de (in)comunicación social.
    Esa, de la que hemos venido hablando, es al menos, una de las pandemias en curso, dado que la otra, si nos atenemos a lo planteado por Huaylupo es la de orden económico y social, la que aparecido casi al unísono en el horizonte planetario, dentro del rango de una escala jamás vista en la historia de la humanidad, es un adentrarse al reino de lo desconocido. De aquí en adelante, nos queda claro que el coronavirus covid 19 se encargará de la tarea de enfermar y matar a todos los que pueda como resultado de la acción digamos que biológica, mientras que el sistema social y político regido por una lógica neoliberal, propia del darwinismo social en su peor sentido, se encargará de reducir a la miseria y matar a los que no pueda “ejecutar” el ya mencionado coronavirus, a lo que han venido contribuyendo con sus políticas en procura de deteriorar los sistemas públicos de salud. Entonces podemos, por así decirlo, agregar que el universo de los microorganismos con sus agentes patógenos, coronavirus y otros, se encargará de ejecutar lo suyo, del resto se hará cargo el orden económico y social totalitario de nuestros días, donde el que protesta o diga algo o que desentone con el coro de las ranas (Aristófanes) será llamado “insolidario” (enemigo de la patria, en la que pese a todo, no creen los del gran capital, sus verdaderos enemigos). Concluimos diciendo que para eso tenemos unos gobernantes ilegítimos, siempre al servicio del capital financiero en detrimento del productivo, quienes culminarán esa tarea en beneficio de unos pocos. Este otro coronavirus será mucho peor, ya verán ustedes.

  2. De Luis Bruschtein PÁGINA 12 BUENOS AIRES:La decisión de ordenar una cuarentena apenas se conocieron los primeros casos tiene un costo económico alto. El gobierno de Mauricio Macri dejó al país en una crisis compleja y estas medidas pusieron freno a la recuperación y agregaron caída del consumo y de la producción, hicieron perder miles de puestos de trabajo y dejaron en el aire al mundo de la economía informal y al comercio.
    Será difícil recomponer el daño producido por la epidemia y el que dejó el macrismo. La otra salida, la que supuestamente salvaba la economía, fue una ilusión costosa para las corporaciones norteamericanas.
    La primera muerte por coronavirus se registró en Estados Unidos el último día de febrero y en Argentina una semana después. Pero allí ya hubo 1300 muertes y se ha convertido en el país con más infectados en el planeta con 83 mil enfermos.»

  3. Esta otra pandemia pareciera ser una especie de alter ego de la de orden biológico, la que tendría una función complementaria vista en términos sociológicos y culturales, de ahí las estrechas conexiones de una y otra que sin embargo muchos no logran distinguir: cuando los agentes patógenos empezaron a evidenciar su presencia y los temibles efectos de ella, ya los sistemas de salud pública se encontraban debilitados como consecuencia de las acciones deliberadas de los creyentes en la religión del mercado (Hinkelammert, dixit), consagrados a la tarea de desmantelar el Estado social de derecho. Buen momento para que empezara la segunda fase no tan explícita, ni tampoco como el resultado de una acción puramente conspirativa, ahora ambas patologías harán lo suyo, sin apenas resistencia del conjunto de la sociedad.

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