miércoles 24, abril 2024
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La esperanza es el arma de los valientes

La esperanza es lo único que no puede quitarse al ser humano, pues pierde cualquier interés en la vida. Viktor Frankl, ese genial médico judío, sobreviviente de los campos de la muerte de Auschwitz y Dachau, quien dejó tras de sí una verdadera revolución de las ideas de la psicología después del término de la Segunda Guerra Mundial, que escribió un librito que he utilizado como una especie de catecismo acerca de la razón de vivir, hace énfasis en lo importante que es la esperanza dentro de la desesperanza.
El hombre en busca de sentido”, un libro que todos deberíamos leer en primaria, más ahora los jóvenes en esta época incierta que les ha tocado vivir. Personalmente he atravesado dos duros episodios en mi salud, con un intermedio de tiempo de veinticinco años entre ellos, cuando profesionalmente mejor estaba (en ambos), haber salido adelante gracias a colegas que nunca me cansaré de bendecir, en ambos casos el enfrentamiento a la incertidumbre y a la inseguridad, me llevaron a la desesperanza, enemiga principal de la existencia humana, no obstante levante mi cara al sol con optimismo. La segunda vez, un día de control, mi querido colega y médico personal (Dios lo bendiga por soportarme) en un momento de abatimiento me dijo: Rogelio, en realidad no se que tienes, ni se si podré hacer que regreses a una vida normal, fue una de las frases más duras que he escuchado en mi vida, esta vez como paciente. De momento sentí ese abatimiento como mío, era como si los dos hubiéramos llegado a mitad del camino hacia la cumbre y las fuerzas nos hubieran abandonado. No contesté nada, no sabía siquiera que decir, pero recordé una frase de Viktor Frankl: “la búsqueda por parte del hombre del sentido de la vida, constituye una fuerza primaria y no una racionalización secundaria de sus impulsos instintivos. Este sentido es único y específico en cuanto es uno mismo y uno solo quien tiene que encontrarlo, únicamente así logra alcanzar el hombre un significado que satisfaga su propia voluntad de sentido”.
Me despedí de mi querido médico, no quise comentar con mi esposa mi manera de sentir esa confusión momentáneamente, aún más creo que yo sabía mejor que mi médico, que las cosas irían para adelante. Me di esperanza a mi mismo, caminé hacia la salida del hospital con la clara idea de que todo cambiaría, como en efecto cambió, salí y levante mis ojos al sol, parece que el sol tiene un significado casi mágico en nuestras vidas (¿un Dios ancestral?) Mi temor ambas veces había sido tener que abandonar mi querida medicina, la cual había llenado mi vida desde jovencito junto con la literatura. ¿Qué sería de mi sin ambas? Ni pensarlo, eso ni remotamente lo quería pensar. El tiempo paso, como pasa todo en esta vida, volví a una vida normal y supe que en esos trances, mi esperanza fue el pivote para salir adelante. Yo soy creyente católico, aunque las dudas que me siembra el racionalismo algunas veces hacen que me caiga, no obstante mi madre sembró muy bien ese corazón que le encargaron en su vida y con frecuencia la recuerdo, alegre de haber tenido ese ángel en mi vida.
He estado recabando información sobre el Covid 19, me preocupa mi familia, mis amigos, todos los seres humanos, y no podría negar que la incredulidad y la desesperanza me tientan al abatimiento, pero no hay derecho de ser cobarde, no, la diferencia entre vida y muerte es el valor y éste produce esperanza.
La medicina ha sido siempre muy parca para aceptar tratamientos desconocidos, y en parte sin eso no sería ciencia sino charlatanería. Pero también nos presenta un terrible dilema a los médicos: “algunas veces matamos a los pacientes por miedo a que se nos mueran, otras los dejamos morir por temor a matarlos”. Dilema difícil de sobrellevar.
Ahora nuestra obligación es cumplir a pie juntillas los protocolos dictados por las autoridades de salud, es que nuestro comportamiento puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Aparece en lontananza una esperanza nacida de una experiencia hecha en Corea y China a raíz del H1N1, se trata del empleo de medicamentos utilizados para la malaria. El presidente Donald Trump, con su manera peculiar de ser en público, hace pocos días lanzó la receta mágica, no obstante la comunidad científica lo vio con ojos de disgusto. Pues bien, resulta que se está utilizando en casos desesperados y parece haber un rayo de esperanza, es decir medicamentos no utilizados jamás para esto, parecen ser prometedores ante esta pandemia que nos lleva al borde de la desesperanza.
Desde luego, no es de ir a la farmacia y comprarlos para empezar a protegernos, no, su empleo será en base a protocolos médicos estrictos, y no elimina el protocolo de salud preventiva: lavado de manos, uso de alcohol, nada de manitas y besos, separarnos un poco para estar más juntos, protocolo de tos y estornudo, y mantenernos en cuarentena siguiendo las directrices de las autoridades de salud. No creer las bolas de las redes sociales.
Tengamos esperanza. “Aunque se pierda la fe, aún queda la esperanza”, me dijo un compañero de facultad hace cuarenta y siete años.
(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médicoc

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1 COMENTARIO

  1. Muy bueno la verdad el pensamiento,apesar de ser un tema que a todos nos tiene preocupados(y porque no decirlo…un poco hartos),la verdad es que leerlo me parecio que trajo un poco de frescura a mi mente;mas que todo porque trae al presente recuerdos del ayer,una vivencia-no solo números- y la esperanza de que siempre encontraremos una forma de salir a delante…juntos siempre la hay.ADELANTE COSTA RICA!!!

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