miércoles 24, abril 2024
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Las neurosis de nuestros días

Todos, salvo los muertos (eso creemos), tenemos neurosis de un tipo o de otro. En épocas que ocultan el sol parcialmente, dejando en incertidumbre nuestra “seguridad”, resurgen con mayor fuerza, son más evidentes. Una neurosis es definida como un grupo de enfermedades que se caracterizan por la presencia de trastornos nerviosos y alteraciones emocionales sin que, aparentemente, haya ninguna lesión física en el sistema nervioso. Es una verdadera Medusa, que guarda y protege nuestra seguridad, a expensas de mil falsas verdades. Pese a la gran evolución de la ciencia, los problemas de la mente continúan siendo más del terreno especulativo que del hecho científico. ¿La mente? ¿Qué es y dónde está la mente? Vaya pregunta de difícil respuesta. Creemos, mediante la experiencia de los últimos cien años, que su residencia es el cerebro, desde donde maneja a su antojo la vida del ser humano: la felicidad y la desdicha, la seriedad y la frivolidad, además de la regulación interactuante de las funciones neurovegetativas.
Hay estudios muy serios sobre las respuestas de diferentes lugares del cerebro que manejan el pensamiento, su localización es casi un hecho real y científico, no obstante la infinita variedad de conexiones algunas veces echan por tierra esas investigaciones. Los procesos del pensamiento son gobernados por la corteza cerebral, la parte más elevada del cerebro humano (mediante procesos físico químicos), no obstante por la enorme experimentación toxicológica, se pueden alterar con facilidad. Uno de los grandes trabajos acerca de esto se dieron con el LSD, una substancia capaz de sacar únicamente lo que ya existe, las alteraciones de la conciencia con el ácido se dan porque ya existen, aunque en forma silente y disfrazada. Las autoridades sanitarias de EEUU prohibieron su uso por temor, se vio durante las experimentaciones que podía liberar a la mente humana de temores infundados, lo cual no funciona en la masa, que se podría desbocar (en la época hippie, que por cierto me tocó vivir en EEUU, fui producto de Woodstock, se le conocía como la droga de la verdad).
El alcohol (una palabra árabe que significa espíritu) la cannabis, el opio y la cocaína, cambian las percepciones, pero únicamente en base a un estado determinado de conciencia pre existente, desde luego por mecanismos físico químicos.
Hay muchísimas experiencias “sensuales” que modifican nuestra conducta, el amor, el odio, la ira, el miedo, son ejemplos claros de ello. Los trabajos de Goldman sobre el proceso del pensamiento y los sentimientos, llamado inteligencia emocional, que en síntesis su único objetivo era demostrar que la inteligencia podía modificarse, haciendo que las respuestas fueran menos instintivas pero saltándose algunas zonas de conciencia, lo cual causa respuestas más útiles que las normales.
Algunos “hechos”en nuestra vida, pueden modificar nuestro pensamiento de una manera radical: la ruina económica, la pérdida de un ser querido, un desprecio, el agotamiento, “el conocimiento de algunas realidades” que nos trascienden, el miedo a la muerte, pueden llevarnos a enfermar seriamente. Aquí se nutrió por años el “psicosomatismo”, que al final causó tanto o más daño porque ocultó enfermedades reales, etiquetándolas de psicosomáticas.
Es un hecho comprobado que algunas enfermedades como el cáncer, tienen su disparador en procesos de nuestro pensamiento, lo que no sabemos es exactamente la vía de acción, pero lo hacen. Quizá el incontrovertible factor publicidad del “consumo”, haya logrado enmascarar por mucho tiempo nuestras neurosis, mediante mecanismos compensatorios. El uso de alcohol y cocaína sumado a una vida de velocidad, causan cambios radicales en nuestra manera de pensar. El consumo de café desmedido (la cafeína es un alcaloide que produce híper función de la célula nerviosa: neurona), te, bebidas energizantes incluidos ciertos refrescos gaseosos que producen dependencia, aceleran nuestras funciones vitales: pulso y respiración, llevando a un crecimiento potencialmente mortal del corazón (la cocaína produce hipertrofia cardiaca), nos llevan a ignorar señales de alerta de nuestro cuerpo.
Cada día se necesita más estímulo para poder enfrentar la vida del mundo moderno. Quiero citar un pensamiento de Gustavo Flaubert, de una carta cuando escribía cuartilla por cuartilla Madame Bovary (Flaubert era obsesivo compulsivo): Le seul moyen de supporter l’existence, c’est de s’étourdir dans la littérature comme dans une orgie perpétuelle. Puede sonar ridículo, pero el perfeccionismo de su estilo literario, lo llevó a conseguir una tregua con su conciencia. La literatura es una fantástica terapia, leer, y mucho más lo es el hecho de escribir. Los aparatos electrónicos modernos como el “teléfono inteligente” que es una computadora de bolsillo, han desplazado con éxito el acto de leer. Han modificado nuestra conducta, nos ha hecho canalizar nuestras neurosis por un camino menos dañino, pero ojo, porque han creado una verdadera pandemia de desinformación: peor aún, ha logrado hacer creer que se sabe de todo y que todo está en la internet. Alrededor de veinticinco años atrás, la revista Newsweek hablaba que en poco tiempo la información sería tanta, que algunos profesionales se sentirían (serían puestos en evidencia) menos preparados que un estudiante de secundaria, esto sucedió.
Hoy, cuando hemos visto que todo lo que conocíamos está paralizado, es normal que al ir pasando la etapa aguda, afloren las neurosis por doquier, causando un efecto nefasto en el tejido social, y sus efectos a mediano plazo nos son totalmente desconocidos. La correcta canalización de esas pulsiones solo pueden conseguirse mediante la reflexión inteligente, lo cual no es predecible, posiblemente la gran mayoría ni siquiera lo intentará.
La neurosis de la Covid 19, de todas maneras estará rondándonos los próximos veinte años y serán los cimientos del mundo del mañana.
(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico

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