viernes 19, abril 2024
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Tenemos que repensar el mundo

La pobreza y la riqueza como factores de riesgo, sin duda aún no hay datos concretos, no obstante se puede deducir por los datos de algunos países del mundo, que ambas se tocan en sus extremos.
Primero, es importante remarcar que muchos sectores económicamente estables, si es que existe esa realidad, viven y conviven en un hacinamiento elegante. Los grandes edificios de apartamentos verticales, de treinta, cuarenta, sesenta pisos, son sin lugar a dudas zonas de hacinamiento. Cuatro personas (o más de dos) en un ascensor, tienen mucho contacto físico, aunque no lo quieran.
La diferencia entre estos casos y los de anillos periféricos de miseria, solo es cuestión de estilo. La propia constitución de las ciudades, a partir del periodo del feudalismo, ha sido de hacinamiento, prácticamente no ha cambiado en los últimos seis o siete siglos, ni cambiará.
Cuando en Costa Rica se comenzó una construcción acelerada de barriadas para personas de bajos ingresos, estas ni siquiera tenían cochera, es decir los políticos pensaron que esa gente jamás tendría un vehículo. Hasta aquí, no obstante ese prejuicio, lo peor fue construir barriadas sin interés de darles a esos ciudadanos un entorno sano, no, se les fue confinando a vivir hacinados en casitas minúsculas y pegadas unas a otras, donde la intimidad desapareció. Acaso no hubo arquitectos con conceptos claros de bienestar social, una especie de híbrido entre arquitecto y antropólogo, que pudiera señalar esas enormes fallas.
El caso de que el hacinamiento es causa de transmisión de enfermedades infectó-contagiosas, no tiene dudas desde el siglo diez y nueve, en el Londres decimonono era la principal razón de diseminación de las epidemias, aunado a los defectos de acueductos y alcantarillados.
La Madrid de la primera mitad del siglo XX no tenía un desarrollo adecuado, lo que hacía que sus habitantes lanzaran a la calle sus desechos fisiológicos líquidos y sólidos, de ahí nació el dicho: “¡agua va!”, cuando bacinilla en mano lanzaban los desechos por el balcón.
Hace poco más de quince años, tuve una discusión con un estimable articulista, acerca de la génesis de la delincuencia en los nichos de pobreza. Él aseveraba no creer que la pobreza fuese causa de delincuencia, yo aseveraba (y asevero) que una vida en condiciones de hacinamiento producen otro tipo de Weltanschauung, de ahí la proliferación de muchachos en condición de riesgo, no es que el tener o no tener dinero haga diferencia, no, pero el tener y no tener mejores horizontes si lo es.
Hoy, cuando vemos la tragedia del COVID-19, no podemos ignorar que hemos sido pésimos en planificación, ciudadelas mejor diseñadas incrustadas en redes adecuadas de trasporte público. Entender que los políticos en posesión de flotas de taxis y de buses urbanos, no es lo mejor para las grandes mayorías, un hecho simple: la Ruta 27 enseña la estrechez mental de nuestros políticos de los últimos cuarenta años. Las calles de San José fueron hechas para carretones y un que otro coche, nunca se pensó más que en un tranvía que iba en línea recta, de éste a oeste, un pequeño carromato que era el modo de transporte de los ciudadanos de la capital. Yo viví la época de los carretones tirados por un caballo para transporte de carga urbana. Me fui lejos por años y regresé a encontrarme con el mismo panorama miope de la “clase política”, verdadera enfermedad de la democracia.
Regresemos a la Pandemia y el hacinamiento, resulta que ahora la moda son Torres de apartamentos que hacen que las personas, les guste o no, vivan hacinadas (sic), da igual desde el punto de vista sanitario, vivir en la torre X que en La Carpio, la diferencia es de estilo, o de look si se desea elegantear el término, pero es y será simplemente un sofisma más.
Recuerdo y traigo a colación un asunto desconocido para la mayoría de los costarricenses, en la Ciudad de México, los errores de planificación fueron mayúsculos por décadas, lo cual llevaría a Guadalajara a evitar repetir ese mismo modelo de hormiguero humano, (recomiendo leer “La vida de las abejas y de las hormigas” de Maurice Maeterlinck), pues bien el Ayuntamiento de Guadalajara contrató un Arquitecto costarricense, Gerardo Ulate, para construir el plan vial de la ciudad a principios de los años setenta. Este ramonense, fue el impulsor de un modelo urbanístico excelente, es decir no es que no tengamos personas idóneas, es que los políticos no dejan nada evolucionar bien.
Algunas veces el impedimento está en aquella famosa actitud de los neoliberales, o los ricachos inconscientes: el máximo retorno de capital, entonces se construye una urbanización donde cada metro se revierta en dinero. Tuve la suerte de participar con una hija mía arquitecta, en el desarrollo de una urbanización, donde mi primera idea fue “crear un entorno adecuado” para los futuros inquilinos y sus hijos, claro que económicamente no era lo ideal, pero es que no todo es dinero. No crea el lector que soy un filántropo, pero si se que la creación de entornos mejores, produce mejores ciudadanos, entre los que me muevo y se mueven mis hijas.
Hasta aquí esa idea antropológica del bienestar, ahora vamos a la razón médica para evitar el hacinamiento, sea éste en ciudades de cartón o en condominios de sesenta pisos. El aislamiento mínimo, evita el contagio de muchas enfermedades, no podríamos vivir eternamente con mascarillas. Tenemos que vivir con aire puro, esto es posible en lugares donde penetre holgadamente el transporte público adecuado, evitando el abuso de automóviles, que si se puede, porque es el empleo innecesario y masivo del automóvil, lo que encarece la vida.
La Pandemia del Covid-19 está mostrando que queríamos colonizar exoplanetas y aún no sabíamos lavarnos las manos…, irónico pero cierto, resulta que nada sabíamos de higiene, y creíamos ser la mejor especie del planeta (!).
Ahora que la moda en círculos Zapotenses es el tren de la esposa del presidente, creo que antes deberían entrarle a un excelente reordenamiento urbano de San José, Heredia, Alajuela y Cartago, lo del tren debería venir después de eso, caso contrario estaría este gobierno poniendo la carreta delante de los bueyes.
(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es médico.

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2 COMENTARIOS

  1. Muy interesante su articulo Doctor.Leia precisamente sobre el impacto sanitario,en los bienes raices.En EEUU la incipiente tendencia es hacia casas y terrenos rurales,espacio y naturaleza dentro de lo posible, sobre el vivir en la ciudad.Lo que llamamos quintas.
    Si discrepo del tema del tren.En estos momentos viene la lluvia de dineros estatales a nivel mundial,reactivacion.Hay que aprovechar ,pues en semanas volveremos a las presas y al convencimiento de nuestro «hacinamiento Vial»Es indispensable un transporte publico de calidad.Y sin metro, el tren es la opcion.Saludos,siempre disfrutando de sus comentarios reales,con los pies en la tierra.

  2. Como siempre muy acertado su artículo don Rogelio, quisiera resaltar su observación al mencionar que la humanidad sueña con conquistar el universo aunque no sabemos ni cuidarnos en el mejor entorno posible, y ciertamente es la única forma de sobrevivir si nuestra especie y planeta sobreviven hasta la muerte de nuestro sol. Pero no podemos dejar atrás la mentalidad de simio que sólo piensa en acumular, que compite por recursos innecesarios tras la fantasía de explotar recursos para producir riqueza infinitamente en un entorno finito, la humanidad debe evolucionar y cambiar objetivos. Desgraciadamente parece que es pedir demasiado.

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