viernes 19, abril 2024
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De gatos, ratas y tuertos

Hay una frase muy famosa que dice algo sobre tuertos y ciegos, la cual me invoca con toda contundencia a nuestra Asamblea Legislativa, a su nuevo edificio y sobre todo a nuestros padres y madres de la Patria.
Qué dicho sea de paso están a punto de estrenar un monumental edificio, porque en el que estaban iban a ser devorados por ratas.

Ellos y ellas van a estrenar una mole de edificación que tuvo la módica suma de aproximadamente $150 millones de dólares y por esta estratosférica razón merece obsequiarles un análisis plástico y una analogía con sus inquilinos.

Puedo ver desde mi apartamento esa enorme infraestructura de concreto, un cubo gigantesco, con unas ventanitas tan pequeñas, como ojitos vigilantes; pero ojitos con muy poca visión como el tuerto de nuestra frase, a punto de cerrarse.

Un edificio color gris ratón (como el de sus anteriores huéspedes), un gris de puro concreto, donde no hay ningún estímulo visual de color, que nos motive a entrar ¿Qué irónico verdad?

Es como un búnker, da miedo, totalmente sellado, hermético, impositivo, severo que da la sensación de poder absoluto e irrefutable.

Ojalá hubiera sido un edificio como el de padres y madres de la Patria porque uno a sus progenitores les tiene confianza y les respeta.

Por eso creo que ese edificio debió haber sido como un hogar: abierto, acogedor, limpio, claro y transparente, que nos invitara al pueblo a ser sus huéspedes, con lindas salas para recibirnos con un diseño en forma de círculo para vernos las caras, para estar frente a frente, para dialogar llanamente, (sin mentonasos de madre ni con canastos de gatos o gatas por aquello de las ratas) y vernos a los ojos.

Lo hubiera hecho muy luminoso para que emerja la luz natural y así economizar energía y poder observar a nuestro pueblo y tener a la vez buena visión. También le hubiera hecho un gran parqueo de bicicletas y estimular el hacer actividad física y no gastar gasolina.

Por último le hubiera diseñado desde arriba un gran domo para que iluminara todas las salas e invitara a la meditación a la creatividad y a la relajación; jamás, lo hubiera hecho tan cuadrado, pesado, gris, obtuso y cerrado.

Para terminar quisiera decirles que este pequeño análisis semiótico que he realizado lo hice basado en la parte externa del edificio y desde la “vistada” que tengo desde mi balcón y desde aquí les digo que ojalá estén bien invertidos esa sarta de millones, es capaz que ahí fue a parar parte del fondo de mi pensión ¡Quién quita! Porque ya me acordé de la famosa frase: en el país de los ciegos, el tuerto es Rey.

(*) Roxana Salazar Bonilla

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