viernes 29, marzo 2024
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Trump no soporta las reglas de juego de la democracia

De cal y de arena

Venezuela tiene su Estado de Derecho. Nicaragua tiene su Estado de Derecho. Los Estados Unidos de América también. Rusia, China, Turquía, Bielorrusia, Egipto, Honduras…tal es el caso de los Estados modernos.

Lo que pasa es que los contenidos de la estructura del Estado de Derecho ni son iguales ni tienen la misma interpretación. Bien enseñan las escuelas del Derecho Constitucional que no todo Estado es un Estado de Derecho y que no en todos los Estados surgen incólumes el imperio de la ley, la división de poderes, la sumisión de los administradores a la ley y al control jurisdiccional ni el respeto a los derechos y a las libertades de los individuos.

Y así como en nombre de la libertad vemos darse todo tipo de atropellos, en nombre del Estado de Derecho también se pisotean las libertades de los individuos, sus derechos y las reglas de juego propias de una institucionalidad de clara inspiración libertaria. Nicolás Maduro arremete contra la esencia del Estado de Derecho so pretexto de preservar el respeto a lo que para él es la institucionalidad. Igual Daniel Ortega, con un patrón de conducta común en todo gobernante con vocación de amo absoluto. Todos esos detentadores del poder no guardan entre sí más diferencia que la intensidad y el desenfado en la interpretación de lo que es emplear la fuerza del Estado para defender esa su institucionalidad. Evocación de aquellos reyes que estaban por encima de todo y de todos.

Quién iba a imaginar que en la Patria de Jefferson, Madison y Washington, en el primer cuarto del siglo XXI, iba a aparecer alguien que desde la silla presidencial y ungido legítimamente como Presidente de la Nación, se conduciría como la negación de la legitimidad de la concepción del Estado de Derecho. Y que ese engendro –vaya ironía- tomaría los inmensos poderes del Jefe de Estado para atropellar –en nombre del sagrado respeto al Orden Jurídico- las libertades ciudadanas.

Donald Trump, ungido como Presidente de los Estados Unidos de América por la gracia de Dios y de la voluntad mayoritaria de un colegio electoral –que no de una mayoría del voto popular-, hace uso arbitrario de sus poderes para arremeter contra las inmensas muchedumbres que por todo el territorio del país quieren expresar sin tapujos su repudio a una discriminación racial institucionalizada y que está dando muestras de una brutalidad propia de las tribus más atrasadas en las que se impone la ley del más fuerte.

Nicolás Maduro tiene su manera de interpretar lo que es el Estado de Derecho en Venezuela y lo que significa imponer su respeto a sangre y fuego. Igual Daniel Ortega en Nicaragua. Del mismo modo en que los Castro han dado una sui generis expresión de la “democracia popular cubana”, a los contenidos de su Estado de Derecho y al arsenal de recursos para imponerlo con la fuerza de las bayonetas. Todos tienen su interpretación de lo que es el Estado de Derecho. Y todos no soportan las reglas de juego de la democracia.

Los acompaña Donald Trump.  Exaltado cual energúmeno, se lanza contra todo y contra todos, asido a su personal interpretación de la defensa del Orden Público sustentado en el Estado de Derecho. Uno de sus últimos objetivos fueron los Gobernadores. Les criticó con venenosa pasión en días recientes desde los jardines de la rosaleda de la Casa Blanca por lo que consideró una respuesta floja suya a las protestas que han llenado calles y avenidas protagonizadas por aquellos a los que llamó “terroristas” –como Maduro y Ortega suelen hacerlo- y les recriminó no haberlos ni dominado ni enviado a prisión por largo tiempo, por lo que se trazaban como idiotas ante los ojos del público. El Presidente usó la palabra weak que en los giros vernáculos también se usa para decirle a alguien pendejo.

¿Y qué podríamos esperar de quien inflama las tensiones porque interpreta que “cuando empiezan los saqueos, empiezan los balazos”?

Cabe parafrasear al Presidente Porfirio Díaz: “Pobre Estados Unidos, tan lejos de Dios y en las manos de Trump”.

(*) Álvaro Madrigal es Abogado y Periodista

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6 COMENTARIOS

  1. Equivocado en su apreciación.Todos los estados son independientes con su gobernador a la cabeza y sus alcaldes que manejan las policias de cada ciudad.Nada tiene que ver el presidente, en este caso Trump.Precisamente y por la falta de actuación de la alcaldesa afro de Washington DC , el presidente pide refuerzos de su seguridad personal, y de otras instituciones federales para la protección de monumentos nacionales ante el vandalismo y la falta de accion.El parque Lafayette es territorio federal.Hay que hacer la distinción.Las ciudades como New York y Los Angeles o cualquiera de las envueltas en protestas y vandalismo son territorio del partido demócrata ,donde los afros,son su mayor respaldo electoral.El pueblo norteamericano en mayoría abrumadora esta viendo estupefacto como sus ciudades estan siendo vandalizadas, y una policía que no actúa o es blandengue auspiciada por los políticos locales.Atlanta con alcaldesa afro, se salió del canasto y pidió refuerzos a la Guardia nacional y problema resuelto.
    Es evidente que se hacen todos clase de maniobras ayudadas por la prensa para sacar del poder a Trump,mas a la fecha lo que hacen es fortalecerlo con sus bases para un triunfo apabullante en noviembre. NY y California los estados con mas votos electorales ,mas problemas de Covid y violencia,y quebrados económicamente, son estados que Trump ni gana, ni tiene esperanzas de ganar.

    • Javier Espinoza, equivocado está usted. Independientemente de si Lafayette Square es o no administrado por el gobierno federal, lo cierto es que el covarde ese en la casa blanca no tiene el poder, como el pretende: ni para mandar al ejercito (porque necesita la autorización del congreso), ni la guardia nacional, o ni siquiera la policía. Lo cierto es que la inmensa mayoría, en EEUU y el resto del mundo, efectivamente están viendo estupefactos cómo este cretino está atropellando la primera enmienda. La protesta en Lafayette, la que el maricón este mandó tirar gases lacrimógenos y balas de goma (entre otras cosas) para irse a tomar una foto frente a una iglesia, era pacífica y compuesta de tanto blancos y negros. Deje de leer sus noticias en Fox-News, Breitbart y todos esos canales que glorifican dictadores y toda suerte estupideces fascistas. Por lo demás, su comentario, con todas sus alusiones de «afro» es profundamente racista.

  2. Javier Espinoza, sus conceptos juridicos son de una ignorancia TOTAL, su comentario es de un fascista, que cree que el homicidio y la respuesta del pueblo blancos y negros son vandalismo. UBICATEX OCUPA

  3. Javier Espinoza. Vergüenza de comentario. Pura defensa barata del peor presidente en la historia de Estados Unidos. Por cierto, se nota la mala intención en el uso de la palabreja «afro», pena ajena das. Sos un pobre diablo.

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