miércoles 17, abril 2024
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«Valores supremos» y pandemia

Enseñanza de nuestro Presidente de la  Sala Constitucional: “aun en tiempos de crisis, en un Estado social y democrático de  derecho  continúan  vigentes  los valores fundamentales”

Es un oportunísimo recordatorio. Esta pandemia es lo peor de toda nuestra historia. Y apenas empieza. Es un verdadero estado de excepción, que sin dudas requiere, ineludiblemente, medidas de sacrificio. El asunto es lo de siempre: ¿hasta dónde? Se mantienen los “valores fundamentales”, sí, pero cuál concepto de valores fundamentales estamos manejando; ¿qué exactamente es lo sacrificable?; ¿quedan a salvo todos los derechos fundamentales, incluidos todos los principios generales fundamentales?

La Constitución prevé el estado de “evidente necesidad pública”, pero solo permite una suspensión temporal de vigencia de una lista cerrada de derechos (arts.121 inc.7º y 140 inc.4º). Es una normativa incompleta, al punto de que ni siquiera se está utilizando. Invocando la calamidad pública, sencillamente se tiende a tener por válida cualquier medida y por afectable cualquier regla o principio constitucional. Al final podría quedar todo el control posible reducido a una simple revisión de razonabilidad y desgraciadamente este seguirá siendo una valoración bastante subjetivable, por ende insuficiente garantísticamente hablando.

A cuento primero de la grave crisis financiera, fruto de las falencias de los políticos, reforzada a partir de este para nada año de gracia 2020 por la pandemia que nos tiene solo esperando a que nos invada el virus, inutilizados, la maquinaria pública, toda menos los tribunales de justicia (último bastión de protección), ha ido adquiriendo una audacia monumental. La normativa se manufactura a toda velocidad y sin la debida preocupación por los derechos fundamentales. De hecho nadie implora en estos momentos una dictadura, porque no hace falta. Que acabaremos arruinados (los que logren sobrevivir) no parece ofrecer duda, aunque siempre hay vivos que ya tenían tanto que no pueden arruinarse y otros que más bien en estos contextos hacen mejores negocios.

En suma, o el señor Presidente de la Sala logra, con su liderazgo, que esta no permita que naufrague nuestro Estado de Derecho, o sencillamente naufragará, aunque sea solo por un buen tiempo, porque más luego vendrá la pesada etapa de la recuperación, que ocupará igual sacrificio de la institucionalidad. Por supuesto que para muchísimos lo único que importa es, primero, que no se mueran todos los ticos (no me incluyo racionalmente, porque los que tenemos un cupo en la categoría de rocos no lo tendremos en las UCI); y segundo, que se salven las empresas. Los grandes “valores” (más bien derechos y principios fundamentales), pensará esa muchedumbre, podrán luego restablecerse.

El Derecho, desgraciadamente, es un producto humano. Tiene todas las imperfecciones del humano. Se puede jugar con él, sin límites. En Latinoamérica sobran ejemplos. El problema de prostituir el Ordenamiento es el de que los humanos llegaremos entonces a perder toda autoestima. Habrá toda una generación desperdiciada, si llegamos a sacrificar los derechos humanos hasta desconocerlos.

Los que sostienen que si no se logra la sabiduría necesaria nos hundiremos en la miseria, no exageran. Lo mismo sucederá si para salvar algunas vidas quedamos totalmente desmoralizados respecto de nuestra supuesta grandeza cultural. El riesgo está a la vista. El recordatorio del Presidente de la Sala era muy necesario.

(*) Mauro Murillo A. es Abogado

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1 COMENTARIO

  1. Y motivado por sus letras, Lic. Murillo, bien me atrevo plantear lo siguiente:
    Según la ONU, define genocidio: “Determinado tipo de actos criminales (pandemia mediática) perpetrados con intención de destruir, total o parcialmente (necesitados -viejos), a un grupo nacional (débiles), étnico (ticos), racial (latinos) o religioso (cultos-iglesias) como tal”. Los paréntesis son míos. He aquí mi particular aliño, responsable de ello.
    En su libro “El poder del Eje en la Europa” ocupada publicado en 1944 definió así el genocidio:
    Raphael Lemkin, jurista polaco puntualiza genocidio: “La puesta en práctica de acciones coordinadas (poder mediático mundial) que tienden a la destrucción de los elementos decisivos de la vida de los grupos nacionales (Costa Rica), con la finalidad de su aniquilamiento”.
    BIEN VALDRÍA TENER ESOS INSUMOS JURÍDICOS HACIA LA COMUNIDAD MUNDIAL PARA SACUDIRNOS, Y LOGRAR AL FINAL, TOMAR EL CAMINO DESEADO PARA COSTA RICA

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