jueves 18, abril 2024
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UCR: 80 años de liderazgo y esperanza

La historia de Costa Rica desde el siglo diecinueve ha estado profundamente marcada por la esperanza social que representa la educación y particularmente la educación superior. La existencia de la Casa de Enseñanza de Santo Tomás y de la Universidad de Santo Tomás reflejan esa conciencia nacional de la necesidad de formar profesionales dispuestos a servir al país en sus diferentes ámbitos de desarrollo. Aunque formalmente la Universidad de Santo Tomás fue cerrada en 1888 para apoyar otros niveles del sistema educativo, ese afán por continuar la tradición universitaria se expresó con la creación de escuelas o facultades que pretendían asumir una misión formativa similar, como por ejemplo la Facultad de Medicina, Cirugía y Farmacia, y la Escuela Nacional de Bellas Artes, fundadas en 1897.

Por más de cuatro décadas Costa Rica no contó formalmente con una universidad. En un contexto de contradicciones, luchas sociales y políticas, protestas antiimperialistas y surgimiento de las ideas reformistas, a lo que se le adiciona el impacto de las guerras y revoluciones a nivel mundial y latinoamericano, se fue gestando un nuevo proyecto de universidad que se articulara orgánicamente a una sociedad solidaria y se insertara en la dinámica productiva e intelectual del país. Este proyecto se cristalizó con la creación de la Universidad de Costa Rica el 26 de agosto de 1940, durante el gobierno del Doctor Rafael Ángel Calderón Guardia, un presidente de una amplia sensibilidad social, sensibilidad que tanto extrañamos hoy en el país. Don Luis Demetrio Tinoco, siendo Secretario de Educación, asumió como primer rector de nuestra Alma Máter.

El artículo primero de la Ley 362 (1940) expresa puntualmente que Universidad de Costa Rica es una institución de cultura superior cuya misión central consiste en cultivar las ciencias, las letras y las bellas artes, misión que hoy podemos actualizar subrayando que ella prepara profesionales, genera conocimientos y se vincula con la sociedad a fin de obtener las transformaciones requeridas para el logro del bien común.

Esta misión la ha mantenido la Universidad de Costa Rica a lo largo de su historia, durante épocas de crisis y de tensiones como la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil del 48 y la Guerra Fría. También la ha confirmado asumiéndose como conciencia lúcida de la patria al manifestarse en contra de hechos y acciones que ponían en riesgo la soberanía y la institucionalidad, como sucedió con los casos de ALCOA (1970), el Combo del ICE (2000) y el TLC (2007), entre otros. Sobre todo, la Universidad de Costa Rica ha hecho brillar su misión con un proyecto académico y social enmarcado en la autonomía y la libertad de cátedra, graduando profesionales en los más variados campos del conocimiento y desarrollando investigaciones que directamente favorecen el desarrollo humano, así como revalorando el patrimonio histórico, cultural y ambiental.

Estructurada a nivel macro en las áreas de Salud, Artes y Letras, Ciencias Agroalimentarias, Ciencias Básicas, Ciencias Sociales, Ingenierías y Sedes Regionales, hoy la Institución cuenta con más de cuarenta mil estudiantes de grado y posgrado, ejecuta más mil quinientos proyectos de investigación, y más de mil proyectos de acción social, dispone de un Programa de la Persona Adulta y Adulta Mayor con más de 2500 estudiantes, aporta anualmente más de un millón de horas de trabajo comunal universitario y tiene suscritos alrededor de cuatrocientos convenios internacionales. Desarrolla, así mismo, programas en discapacidad, niñez, adolescencia, gestión y sostenibilidad ambiental, carbono neutralidad, derechos humanos, salud mental y deporte…  Mención especial debe hacerse a su sistema de becas, el cual ha sido bastión de la movilidad social, beneficiando a miles de costarricenses quienes por décadas han honrado este país con su mística y trabajo comprometido.

Estos hechos, entre muchos otros dignos de destacar, la han llevado a forjar un acervo científico, social y cultural que le ha permitido dar respuestas pertinentes a problemáticas nacionales y la colocan hoy día entre las mejores 400 universidades del mundo y las mejores veinte de América Latina. Sus respuestas a las diferentes problemáticas nacionales, por medio de sus facultades, escuelas, sedes regionales, centros e institutos de investigación y diferentes instancias académico administrativas, han sido determinantes y siguen generando nuevas luces y marcando un norte para enfrentar los retos que se avizoran en el futuro.

Razón hay para que la comunidad universitaria constituida por el personal docente y administrativo, y por el estudiantado, sientan orgullo de pertenecer a una universidad benemérita de la educación y la cultura, una institución de excelencia que en los últimos cinco años ha admitido a 45205 estudiantes provenientes de distintos sectores y regiones del país y graduado a 28742 nuevos profesionales, quienes se integran al mercado laboral con las herramientas que le proveen su sólida preparación académica y su visión humanista.

Con ochenta años, joven y madura al mismo tiempo, la Universidad de Costa Rica tiene hoy el deber de revisar su derrotero y ser visionaria, en una nueva normalidad, en una pos pandemia. Debe hacerlo con transparencia e innovación y en estricto cumplimiento de su ética y responsabilidad con la sociedad costarricense. Requiere reafirmar su compromiso con la democracia, la equidad y la justicia para que el liderazgo construido por décadas continúe siendo la fragua de un futuro de esperanza. Lucem aspicio.

(*) José Ángel Vargas Vargas, Catedrático UCR.

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