El FRS incluye una decena de movimientos armados pertenecientes a las regiones sudanesas de Darfur, Kordofán del Sur y Nilo Azul, las cuales forman parte del actual proceso pacificador.
No pocos expertos políticos consideraron que el pacto, el cual tuvo una primera firma el 31 de agosto pasado, es ya histórico al responder a los anhelos nacionales de contener los enfrentamientos armados en el país.
Pero, ¿qué hace tan interesante y trascendente el acuerdo de paz en Sudán? Muchos consideran que ese convenio entre fuerzas hasta hace poco beligerantes resulta importante al contemplar, entre otros aspectos, la desactivación y desmantelamiento de grupos insurgentes.
La entrega de armas por esas formaciones, según el texto, es a cambio de la participación de los combatientes de las fuerzas irregulares en las estructuras de poder gubernamental a escala estadual y federal, así como su integración en el Ejército regular.
Además de incluir asuntos de justicia y seguridad, el documento también establece la conformación de un tribunal especial encargado del procesamiento de implicados en delitos cometidos en la occidental región de Darfur, donde desde 2003 murieron alrededor de 350 mil personas y más de dos millones fueron desplazadas, según fuentes humanitarias.
Ese conflicto armado se desencadenó en la demarcación entre milicias de la mayoría árabe, apoyadas por las fuerzas gubernamentales del entonces gobernante Omar Hassan Al-Bashir (1989-2019), y grupos minoritarios africanos, los cuales reclamaban derechos como no ser discriminados por las autoridades.
Otros elementos convenidos entre las partes son la participación de los representantes de movimientos insurgentes en el Consejo Legislativo, resarcimientos de personas afectadas por la guerra, y la garantía de que desplazados y refugiados retornen pronto a sus casas de forma segura.
Cuando el texto sobre la paz en Jartum resulta acogido con beneplácito por la mayoría de los sectores sociales, especialistas consideran la necesidad de que facciones armadas como el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán y el Movimiento de Liberación de Sudán se integren a la coalición de organizaciones que rubricaron el convenio. Tales entes armados rechazaron hasta ahora formar parte del pacto, entre otras razones, debido a la presencia en las negociaciones de paz del general Mohamed Hamdan Dagalo, máximo representante de las llamadas Fuerzas de Apoyo Rápido, a las que vinculan con los crímenes cometidos en Darfur y otras zonas.
Una nueva era
Al referirse al pacto, personalidades en el mundo y en el propio territorio sudanés avalaron recientemente que ese logro permite al Gobierno de ese Estado concentrar los recursos financieros y humanos en la construcción de infraestructuras económicas y sociales para el beneficio de la población civil.
Tras señalar que la rúbrica del mencionado convenio significa el comienzo de una nueva era para los ciudadanos de Sudán, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, pidió en su cuenta en Twitter el apoyo de todos en el proceso de implementación, sobre todo en la región de Darfur.
En aras de lograr un Sudán estable, pacífico y próspero, el presidente de la Comisión de la Unión Africana, Moussa Faki Mahamat, difundió en un comunicado que las partes de ese país ‘mantengan la voluntad y la determinación políticas, demostradas hasta ahora, de garantizar la aplicación efectiva del convenio’.
Luego de expresar que la Unión Europea apoyará a Sudán en la consumación del arreglo, el alto representante de ese bloque comunitario, Josep Borrell, declaró a medios de prensa que por ese logro felicita al gobierno de transición de Jartum y a sus ciudadanos.
En otro orden, dentro del territorio sudanés, el primer ministro, Abdala Hamdock, reiteró que el logro de la paz es la principal prioridad del actual Ejecutivo provisional, integrado por civiles y militares.
Para el secretario general del Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán-Norte, Ismail Jalab, el mencionado convenio, el cual significa democracia, justicia y libertad, refleja que la nación africana dejó atrás la contienda bélica.
Las partes en conflicto en Sudán solventan sus diferencias, cuando ese país considerado pobre, con alegada falta de recursos y presencia de corrupción, sufre una aguda crisis económica marcada por una elevada inflación y carestía de productos alimenticios como el pan.
Además de sufrir sanciones económicas por el gobierno de Estados Unidos que lo incluyó en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, en 2011 Sudán también perdió unas tres cuartas partes de sus recursos petrolíferos cuando el actual Sudán del Sur obtuvo su independencia.