Según cifras oficiales, en los comicios generales de 2016 fueron rechazadas alrededor del uno por ciento de los 33,4 millones de boletas de votantes ausentes en los 50 estados y Washington, D.C.
Este año, sin embargo, las tasas de devoluciones podrían ser muy superiores porque muchas personas votan por correo por primera vez y desconocen las reglas.
Según una investigación de David Cottrell, Michael C. Herron y Daniel A. Smith, los electores sin experiencia en votar por esa modalidad tienen hasta tres veces más probabilidades de que se rechacen sus boletas.
El riesgo siempre ha estado ahí, dijo a FiveThirtyEight Charles Stewart, fundador del Laboratorio de Ciencia y Datos Electorales del Instituto Tecnológico de Massachusetts.
Las boletas pueden ser rechazadas por varias causas, pero los expertos aseguran que la principal es que llegan tarde a los centros de recepción.
La segunda razón más común es que le falta la firma requerida; las personas que votan en ausencia deben firmar su boleta o el sobre donde se envía, y algunos estados incluso exigen la de un testigo.
Las papeletas también se pueden devolver si la firma en ellas no coincide con la que el votante tiene en el archivo.
En las elecciones del 3 de noviembre se espera que más personas emitan sus boletas por correspondencia en lugar de en persona, debido a la Covid-19.
El asunto del sufragio por correspondencia es uno de los que amenaza con demorar el resultado final de los comicios, pues en muchos estados el conteo se realiza el mismo día de las elecciones y en otros incluso después.
En las últimas semanas varios especialistas señalaron que los estadounidenses y quienes siguen el proceso electoral en el resto del mundo tendrían que esperar varios días, o quizás semanas, para conocer los resultados finales de las presidenciales.
Es probable que una de las causas de esta demora sea el extenso uso del voto por correo, aseguró recientemente al diario The Hill Chris Gagin, abogado y asesor de la organización Republicanos por el Estado de Derecho.