martes 16, abril 2024
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Libertad bajo renuncia

Leí con tristeza cómo un caso, el más escandaloso de los doscientos años de independencia, está agonizando por ilegalidad. “La carcel es para los pobres”, reza el refrán, yo lo creo de esa manera, porque en siete décadas de vida, jamás he visto un rico ricachón de veras en prisión. Solamente vi algunos en la escuela República de Colombia, que funcionó como cárcel durante la contrarrevolución del año 1955. 

 

Hoy, viendo el curso que toma el caso, duele saber que alguien pudiera montar un show para evitar la prisión. La razón: escuchas telefónicas ilegales, es decir fueron hechas sin el debido procedimiento legal, por ende no tienen ninguna validez en un juicio: sería inconstitucional. O fue un error de quienes las solicitaron, lo que demuestra la ineptitud de esas personas, o fue un horror que por supuesto pagaremos todos. 

 

Aunque provoca náusea, debemos respetar el orden constitucional a toda costa, caso contrario nos convertiríamos en un país sin ley. 

 

Nos queda el juicio moral, aunque no aplica cárcel, provoca mucho mayor daño que la cárcel, porque es para siempre, él o la señalada(s) se iría del país, pero siempre habrá quien delate allá y convierta la vida de los huidos en un infierno. 

 

El juicio moral es lento, pero llega, afectando hasta cuatro generaciones completas. Cualquier lector de rápido pensamiento dirá: pero queda con plata. Bueno, cuando se es viejo se comprende que la plata no reemplaza una conciencia limpia, nunca, la plata no compra la felicidad de una vida tranquila, esa es una almohada mágica para curar el insomnio.

 

Si algo ha enseñado esta Pandemia, es que el dinero vale y no vale a la vez, no se puede ir donde uno quiere, no se puede reunir con quienes uno quiere, todo está limitado.

 

Si bien podemos decir que la acción de muchas autoridades fue eficiente, no lo fue el papel de la flamante fiscala, que fue aplaudida porque había habido un fiscal demasiado irregular en sus actuaciones, entonces muchos veían en ella una mesías, no pretendo manchar su honra, ella se desnudó completamente mostrando quién era y quién es (desnudarse poéticamente hablando), ignoro cuánto de culpa tiene y cuánto no, cualquiera puede enterarse en la página del licenciado Juan Diego Castro Fernández, con lujo de detalles. 

 

La renuncia de ella le evitó sinsabores, es ahí donde uno se pregunta: ¿Por qué un empleado público renuncia y sale impune? Ese sistema de fuga (tránsfuga) es vergonzoso, tanto como lo es la prescripción del delito, cuando en otros países no es así. 

 

Es decir, queda muy fácil renunciar y evitarse un dolor de cabeza, en el sector público es una vía expedita a la prescripción. 

 

Entonces existe una libertad bajo renuncia, me voy y me olvidas…, me voy y me dejas libre. Es una especie de apague y vámonos, o sea borrón y cuenta nueva.

 

La mayoría, no haré la lista, usted querido(a) lector(a) reflexione en silencio, la mayoría de nuestros males nacen de un sistema judicial viciado de anacronismos, útil en el siglo XIX cuando incluso el voto solo era permitido para quienes tenían bienes y propiedades, totalmente inútil en un siglo XXI, y que está carcomiendo nuestro estado, desde abajo hasta arriba. He escrito mucho sobre la necesidad de una constituyente, si, y una “Constituyente paralela”, para no empeorar el estado de las cosas: silencio abismal. A muchos les conviene “el río revuelto”.

 

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico.

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