viernes 29, marzo 2024
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Cristianos protestantes y la crisis cubana

Hermanos, hermanas en Cristo, de Cuba y los Estados Unidos:

Ayer se me pidió hacer una reflexión sobre Dios y, además, recapitular nuestros acuerdos de Fe sobre la crítica situación de nuestra querida Cuba. La primera parte la haré a título personal y es de mi entera responsabilidad, la segunda, solo reflejará nuestro consenso en lo que urge.

Esto que a ustedes presento y que por decisión de nosotros mismos no es un cuerpo estipulaciones “oficiales”, ni una proclama, sino un conjunto de principios constructivos para el bien común de la isla en esta crítica hora,  han de servir como propuestas de diálogo, tanto en la isla como en los Estados Unidos.

Como líderes cristianos laicos, como evangélicos, habremos de transmitir estas reflexiones a nuestros pastores y obispos, como a las altas autoridades políticas cuando sea oportuno. Autorizo a que se publique este documento -en todo o en parte- salvaguardando el anonimato de los 14 cubanos y 9 estadounidenses que participamos en esta larga encerrona.

Antes que nada permítaseme abordar las siguientes interrogantes: ¿tiene nuestra Fe evangélica el suficiente bagaje ético para pronunciarse sobre conflictos políticos, crisis internacionales, y los apremios entre Estados?, y de ser afirmativa la respuesta, ¿cuál debe ser nuestro principal papel en estos menesteres?

Sabemos que la ética de Jesús se inspiró en tradiciones proféticas hebreas como las expresadas con elocuencia por Isaías y Jeremías, referentes donde las preguntas sobre la justicia son centrales. La ética cristiana luego deberá mucho de su desarrollo al discurso greco-romano en sus inquietudes respecto a temas como el de la “libertad” y otros que siguen vigentes.

Nuestra Fe tiene, en efecto, una sabiduría -una ética que proponer- labrada en el transcurrir de miles de años de discernimiento entre lo correcto e incorrecto. Tenemos la Biblia y no la malgastamos como las escuelas religiosas fundamentalistas y de literalismo textual, hoy tan abundantes en la cristiandad.

Nuestra lectura es histórica, contextual y espiritual y, por lo mismo, nos ofrece el desafío, la posibilidad de renovar la vigencia de la Palabra. Si la Biblia no es actual no es Biblia. Por estas razones, los evangélicos tenemos el deber de pronunciarnos sobre muchos asuntos públicos, junto a la audacia de saber colocar nuestra prudencia cuando esta sirva a la paz y a la justicia.  Sobre esto último -la prudencia- leímos un bello texto de Aristóteles salido de su Ética a Nicómaco. ¡Qué gran virtud es esta que tanta falta hace en el mundo!

Ustedes me pusieron en un aprieto al instarme a expresar mi sentir sobre Dios. Bueno, no soy teólogo ni poseo una pluralidad de luces categóricas sobre el tema. Pero les puedo compartir mi experiencia y mi sentir, asido de la mejor tradición librepensadora del protestantismo histórico.

Con Dios comparto los dones del <<no saber>>; con Dios albergo y abrazo las inconveniencias que a cada paso causan la incertidumbre y el desasosiego. ¡Por Dios que nada está escrito en piedra! Todo se mueve, la vida ebulle, todo conspira a favor de la permanente transformación y sobrecogedores son los misterios de todo lo creado.  Las contradicciones afloran a cada instante, “resolviendo” la existencia transcurre, caótica se nos aparece la vida a la par que adivina la armonía, la mayor conquista del Espíritu humano. 

Dios mismo se renueva a cada instante; es y no es el mismo.  Por eso la oración existe entre nosotros, porque infinitos son los remolinos y los vientos desordenados, porque ningún calmo amanecer se parece a otro, porque las formas son engañosas y las sombras son brumas morenas que siempre huyen. La oración, la reflexión, el hábito místico, y la fuerza creadora de la belleza, son dones en los que el cristiano podría buscar sus luces en medio de tanta oscuridad.

Sin armonía no hay Dios, no hay belleza, no hay justicia. La estética del Dios que encuentro invita a desconfiar del Estado (cualquier Estado) porque ahí está el germen de mucha malignidad social, tanto como en la cultura inmoralmente capitalista de nuestra época. La injusticia siempre es repulsiva. Es en medio de tanta fealdad que predicamos la luz del Evangelio. No es me dable la búsqueda de Dios ni la forja de mejores Estados sino a través de la nobleza estética y de principios morales humanistas.

Entre los pocos dogmas que he adoptado, hay uno que debo a Friedrich Schiller, esa belleza de espíritu que Alemania parió para el mundo: “Toda reforma política debe tomar como punto de partida el ennoblecimiento del carácter humano”.  (Cartas sobre la educación estética del hombre (1795), 1990, p. 171). Llegó el deber de los protestantes de nuestras tierras el desempolvar su noble obra. Propongo esta lectura para algún próximo convivio.

¿Y qué es la historia sino molinos que nunca terminan de tejer conflictos y contrastes? ¿Y acaso no es la historia la suma contradictoria de las ambiciones de la carne y la mente, unos faraones y otros esclavos? Porque, ¿no por capricho se liberaron los hebreos de Egipto?, ¿Y qué es el Espíritu sino la luz de toda esta odisea?

Dios aparece en la historia a través de la historia, lentamente, y como un rayo se hizo visible cuando la evolución biológica le permitió al ser humano preguntarse sobre el cómo y el porqué de la justicia.  El rostro de mi Dios es el rostro de mis miedos, de mis dudas, mis desasosiegos y el de mis horas inciertas; también es el rostro de mi redención y el rostro de la belleza. A Dios se le mira con los ojos del alma y se le oye con la sordera de Beethoven.

Hay historias que me inspiran valor como las narradas en la memoria del Éxodo.  Con mis hermanos judíos -sea en la sinagoga o fuera de ella- he aprendido a resignificarlas, con las invaluables especificidades propias de la lengua hebrea.

Pienso en la India -con sus millones de deidades- que busca dentro de sus tradiciones refugio, reparo y esperanza frente a esta vorágine que es la vida, angustia que comparten creyentes y no creyentes en Occidente.

Porque hemos buscado la LUZ desde hace milenios en todos los lugares y en todas las culturas. Es ella una indagación que interesa a toda la humanidad no tan solo a los cristianos.  De ahí que nuestra Fe no pueda ser sectaria por su propia naturaleza inclusiva, sino universal.

Los dilemas humanos son del Espíritu y no únicamente de la razón. Dios no es un <<algo>> que se pueda aprehender, encapsularse o meterse en el bolsillo. Dios se expresa en categorías históricas imperfectas (pero perfectibles) pues lidia con experiencias contradictorias que nunca acaban. Dios es una EXPERIENCIA HUMANISTA que vive en todo rincón de la realidad cuando se la busca, pues se expresa en un infinito de contextos personales, sociales e históricos.

Oremos para afirmar que no todo es <<pura razón>>, que no todo es <<puro método científico>>, que no todo es la <<fría matemática>> de la economía.  El <<extremismo racionalista>> es un obstáculo para las luces, para el renacimiento humano.  Idolatría es aceptar sin chistar la <<razón de Estado>>, la <<razón de los organismos financieros internacionales>>, <<la razón del clero>>, <<la razón del neoliberalismo>> ni la <<razón>> de muchas otras cosas. 

No se trata de menospreciar el uso de la razón o de invalidar los méritos de la ciencia; la preocupación nace, más bien, a causa de su abuso cuando se convierten en comodines ideológicos con pretensiones de pensamiento único.  Todo debe ser examinado críticamente, incluida la razón, desde la ética y la moral.

Por eso la glosa de libros que compendian la Biblia es intensa; es obra humana que se sumerge en lo trascendente que intenta explicar nuestros desasosiegos. Un tema fundamental en la Biblia tiene que ver con las preguntas sobre la justicia y la compasión. Existen, como ustedes bien saben, centenares de referencias sobre estas virtudes en la Biblia y mencionaré tan solo unas cuantas que las ilustran en su Espíritu profético.

En un conocido texto el ungido Isaías preguntó:

<< ¿No es éste el ayuno que yo escogí: desatar las ligaduras de impiedad, soltar las coyundas del yugo, dejar ir libres a los oprimidos, y romper todo yugo? ¿No es para que partas tu pan con el hambriento, y recibas en casa a los pobres sin hogar; para que cuando veas al desnudo lo cubras, y no te escondas de tu semejante? Entonces tu luz despuntará como la aurora, y tu recuperación brotará con rapidez; delante de ti irá tu justicia; y la gloria del SEÑOR será tu retaguardia…>>

En el Nuevo Testamento se dice:

<<No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.>> (Gálatas 6:9)

<<Asegúrense de que nadie pague mal por mal; más bien, esfuércense siempre por hacer el bien, no solo entre ustedes, sino a todos.>> 1 Tesalonicenses 5:15

<<En fin, el fruto de la justicia se siembra en paz para los que hacen la paz.>> Santiago 3:18

Bendito sea el Maestro Jesús que recogió el Espíritu de los profetas porque ciertamente no otra cosa de valor se nos ha transmitido. Jesús señaló el camino de lo imposible pero prometido; la praxis de Jesús es optimista a pesar de los obstáculos, reside en la fe de que el bien común prevalecerá en algún momento histórico.  Y dicha esperanza hay que cultivarla incluso con la diligencia de la hormiga que nunca vio el sol.

Nos une una ética y una moral que no está predeterminada por alguna suma de posibilidades, sino por una Fe que trasciende nuestra cortísima existencia: hacer el bien por el bien mismo. Esto es lo que queremos decir cuando afirmamos ser comunidades de Fe.

Ninguna justicia humana es intachable o perfecta. Ninguna.  Son justicias que aún servidas de buenas intenciones se empantanan en aguas que de claras pasan a un oscuro turbio, como viscoso. ¿Nuevo? Todos los pueblos han bebido de esta experiencia. En esta inevitabilidad no hay secretos.

El humano se encuentra arrojado en un océano de ambigüedades; el cristiano en él navega además de soportar sus propios equívocos.  Con frecuencia cuesta entender que no habitamos en el Cielo, que cualquier intento por hacer el bien en lo social también nos salpica de mucho o poco barro.  Pero ello no disminuye el valor de nuestra ética; la hace urgente.

El cristianismo liberador debe expresarse como una fuerza ética y moral y NO como un ideario del PODER POLÍTICO.  El cristianismo organizado e institucional -nuestras congregaciones incluidas- no debemos formar partidos políticos, tampoco nos compete siquiera acariciar la mala idea de ser el poder político o ser parte de él.

Mal le ha ido a la humanidad cuando el cristianismo institucional ha querido ser del poder político.  El estado laico y la política secular son principios que los evangélicos debemos adoptar como irrenunciables y como una contribución a la paz y la libertad de los pueblos. Claro está que a cada cristiano le asiste el derecho a ejercitar sus propias opciones políticas. Pero no con la Iglesia, porque la Palabra es de todos y de nadie es.

Hacer lo contrario, incita a deslegitimar el cuerpo ético y a disminuir el potencial moral de nuestra eterna Fe. Lo he de repetir mil veces hasta el cansancio: nuestra Fe debe celebrar siempre su autonomía ética, suficientemente rica y trascendente, y la misma debe elogiarse por no depender de ninguna ideología política o sistema de gobierno. 

Tristeza causa que no toda la cristiandad lo comprenda de esta manera. Pero me uno a la voz del poeta Longfellow: “Si bien los molinos de Dios muelen despacio, muelen muy pequeño; aunque con paciencia espera, muele con exactitud todo.” Abogar por la justicia desde nuestra Fe evangélica -con lo disonante y ambigua que es la realidad- nos provee de la ventaja de poder ser empáticos con todas las injustas carencias de todos, con todos los dolores de todos, don severamente constreñido en todas las ideologías políticas y en la constante batalla por el poder del Estado.

Así las cosas (y espero haber recogido todo en lo que estamos de acuerdo), paso a repasar lo que por consenso hemos adoptado debe ser nuestra misión en Cuba y en los Estados Unidos:

1. Utilizar en ambas naciones los conductos de diálogo existentes, oficiales y no oficiales, en el abordaje de este complejo tema doméstico (Cuba) e internacional (Estados Unidos y sus sanciones);

2. Abogar por la libertad de los arrestados que no fomentaron la violencia y/o actos vandálicos contra la propiedad pública;  

3. Demandar a las altas autoridades cubanas espacios seguros para ejercitar el diálogo y la protesta pacífica del pueblo cubano;

4. Exigir a los Estados Unidos el respeto a la soberanía de la nación, el gobierno y el Estado cubano. En una situación tan asimétrica de poder entre 2 Estados, toca a la parte poderosa disipar la arrogancia y conversar de soberanía a soberanía.

5. Reclamar a los Estados Unidos el inmediato levantamiento del inhumano cerco de sanciones económicas contra el pueblo cubano;

6. Plantear a las altas autoridades de la isla la urgente necesidad de implementar novedosos cambios políticos y económicos;

7. Reiterar el argumento de que solo a los cubanos les toca definir el destino de su Patria y sin injerencia extranjera.  Deberá ello incluir a todos la cubanos sin distingos ideológicos y a los de la diáspora que de buena fe y pacíficamente contribuya al diálogo, como al alivio de las carencias materiales y del alma que tanto aquejan a esta soberana nación;

8. Decirle al gobierno cubano que su pueblo necesita volver a soñar, que necesita de un horizonte con olor a futuro, a pesar de la impiedad del imperio; que la injusta geopolítica global de hoy obliga a la Revolución cubana a plantearse nuevas visiones y estrategias sin tener que renunciar a la independencia nacional que tanto sacrificio ha costado;

9. Denunciar como inmoral el recrudecimiento de las sanciones económicas inducidas por Trump y apoyadas ahora por Biden, como una flagrante y cruel violación a los derechos humanos del pueblo cubano.

10. Criticar las ortodoxias para que nada fundamental cambie en Cuba, así como desoír las voces del odio y del revanchismo que se propagan desde Miami.

En la medida de nuestras modestas fuerzas es que podemos contribuir a una mejor Cuba y a un mejor Estados Unidos. Oremos y actuemos para que ello suceda a la par de un Dios que bendice la paz.

Muchas gracias.

(*) Allen Pérez es Abogado

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5 COMENTARIOS

  1. De parte del gobierno cubano las solicitudes no tendran eco.Pongale la firma.
    Buenas intenciones no son buenas razones.
    Ya la inteligencia cubana tiene controlados e identificados a los participantes y sus famiiares quienes no veran el sol por mucho tiempo.
    Un pueblo desarmado,en una isla paradisiaca pasando hambre.Eso es Cuba.

  2. Interesante su artículo Allen Pérez, particularmente creo que el materialismo, venga de donde sea, nos tiene acorralados. Leyendo “La política en tiempos de indignación” de Daniel Innerarity, va uno comprendiendo que o nos ponemos todos de acuerdo o nos acabamos como especie.
    Su artículo es muy interesante y muy inteligente.

  3. Realmente es asombrosa la vigencia de los textos bíblicos citados en su artículo, me llama mucho la atención que aquellos profetas tuvieran la valentía de escribir y reflexionar sobre opresores y oprimidos, algo invariable por lo visto. Isaías, tan profético, exhortando a dejar libres a los oprimidos, bien pudo ser bastante incómodo para quienes ostentaron el poder en su época, tanto como hoy lo es Cuba para el Imperio. Valientes los cubanos en un contexto tan complejo como el actual, sin la solidaridad de las otras naciones,cómplices del bloqueo impuesto por el gigante vecino de la isla. Y como bien usted dice, «ninguna justicia humana es intachable, ni aunque estén cargadas de buenas intenciones». Es el momento de fomentar el diálogo con Cuba, presentar propuestas constructivas, pero dejando que ellos mismos,soberanamente, resuelvan sus problemas sin amenazas, ni asfixiando su economía.

  4. Don Allan, me parece loable la intención de su artículo, del rol que debe jugar la iglesia moderna en un mundo tan injusto y es deber moral ponerse del lado de los más débiles. Porque como dijo Maqueavelo la arrogancia lo llevará directamente al precipicio.
    Cuando se refiere a iglesias cristianas evangélicas a cuál se refiere? , porque en USA, hay más de 1000 denominaciones, y muchas son conservadoras y defensoras del imperio, porque viven con grandes beneficios económicos.
    Tal como dijo el obispo anglicano de Catenburry, muchos cristianos conocen muy mal a Cristo. Pero que bueno que hay voces que se levantan para combatir la injusticia, porque la ética de cualquiera que se llame cristiano, debe estar basado en la justicia y en la lucha por el bien común. El rol del cristiano hoy en día tiene otras dimensiones y responsabilidades en la búsqueda de un mundo más justo y más humano, tendiendo a lo divino mientras esperan la llegada del mesías.

    • Gracias, Diego: se decía en mi tiempo de hace mucho: “ahí donde haya 2 trotskistas habrá 3 partidos”. O, como ahora en Boston, “ahí donde haya 2 judíos habrá 3 sinagogas”. Igualmente digo hoy: “ahí donde haya 2 evangélicos habrá 1000 templos”. Sí, somos muchos, evangélicos de todos los tamaños, colores y sabores. Cada persona de esta tradición sabrá escoger cuál escuela seguir conforme a su mejor entender. Yo soy un protestante Episcopal ecuménico y humanista, por ahí creo percibir la libertad para seguir cultivando el cristianismo de Jesús. Por supuesto, no es el único que existe. Perfectamente me pude haber congregado como un cuáquero, un menonita, un metodista, un luterano, un anglicano, etcétera, etcétera. En fin, simplificando, son sectores que expresan un progresismo protestante y evangélico. Ejemplo:

      https://consejodeiglesiasdecuba.org/index.php/2021/02/18/carta-de-iglesias-y-organizaciones-basadas-en-la-fe-en-los-estados-unidos-al-presidente-de-ese-pais/

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