jueves 28, marzo 2024
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Un país a punto de desbarrancarse

De cal y de arena

En la óptica del Presidente de la República, el país no está cerca del barranco. “Uno de mis objetivos se ha cumplido: –apunta don Carlos Alvarado- yo veía a Costa Rica muy cerca del barranco y ya no la veo desbarrancarse, le hemos ganado margen en muchos campos” (Revista Dominical de La Nación,  12/09/2021).

Evidentemente, un problema de patología política. ¡Qué vaina!. Un Jefe de Estado sufriendo miopía política es cosa seria porque sus implicaciones trascienden el ámbito personal y tienen “la virtud” de descarrilar la marcha del país. No es como el marido cornudo, último en  enterarse de su cachera. O el alcohólico que pone una barrera a toda señalización que se le haga de su pathos.

Y no es cuestión de apelar a fuentes habitualmente críticas de la administración Alvarado. Todo lo que las dependencias del Estado publican sobre el estado de las finanzas públicas y su abultado déficit, sobre el endeudamiento público, sobre el marasmo de la economía, sobre el desempleo, sobre la desigualdad social, sobre el vaciamiento de las escuelas y liceos con sus efectos en la creación de la cultura ciudadana del mañana, sobre la inseguridad en las ciudades, sobre la corrupción adentro y afuera de las dependencias estatales, sobre las trampas que se interponen en la reactivación de la economía… son evidencias claras que acusan la presencia muy próxima del peligro de que el país se desbarranque.

Sería temerario atribuir a su gestión gubernamental el origen de esta maraña de factores que conspiran contra el crecimiento sano y vigoroso de la sociedad costarricense. Los orígenes de nuestros desequilibrios van hacia atrás y al gobierno de Alvarado le cabe culpa por lo que ha dejado de hacer en punto a reestructurar la acometida de saneamiento: o se quedó corta o se equivocó de enfoque.

Fue por “un golpe de carambola” que don Carlos y su partido Acción Ciudadana ganaron  las elecciones nacionales de 2018. Pero su aval depositado en las urnas fue de escaso peso y recayó en quienes –con Alvarado Quesada a la cabeza- no sobresalían (ahora menos) por lucir una envidiable habilidad política y un experimentado historial de gestión administrativa. Sanear las finanzas públicas, en un virtual estado de quiebra, saltó como reto impostergable para el cual ni por el lado de Alvarado ni por el del PAC, se percibía capacidad de emprendimiento. Armar la ley # 9635 dirigida a fortalecer y sanear las finanzas públicas, puso al desnudo la dependencia del gobierno de los aportes que pudiesen provenir de otras fuentes políticas. Y lo que ha sucedido después, ya vigente esa ley, exhibe la cruda realidad de un gobierno sin experiencia, sin habilidad y sin fuerza política tanto para mantener en pie los dictados de la 9635 cuanto para estructurar el  conjunto de medidas complementarias para consolidar los logros de esa ley y pasar a los siguientes estadios del emprendimiento correctivo.

Ese escenario está también presente en lo que se negoció con el Fondo Monetario Internacional. A mi juicio con tonos de mayor gravedad porque la inepcia política del gobierno se agudizó más a la hora de materializar aquellos compromisos (en buena parte sin técnica estructural y sin los indispensables puntos de apoyo políticos). Poco a poco estallaron las falencias de los acuerdos con el FMI y en los vacíos políticos que debieron acompañarles si algún experimentado político hubiese estado allí presente. Peor aún fue lo que significó la gran desidia del presidente Alvarado y de su coja corte cuando dejaron pasar irresponsablemente los largos meses de sesiones extraordinarias en el Congreso sin promover las negociaciones caracterizadamente indispensables, vistos los errores y esterilidades de lo que se firmó con el FMI.

Así fue pasando el tiempo: un gobierno casi que sumido en el nihilismo. Según la óptica del  presidente Alvarado (que no percibió lagunas ni errores ni impericia) Costa Rica ya no está cerca de desbarrancarse.

Hay negligencia en la gestión del Jefe de Estado y de su círculo inmediato de ayudantes. Su incuria explica buena parte del deterioro de las finanzas, de la economía, de los equilibrios sociales y de la estabilidad política.

Esos graves deterioros constituirán un descomunal desafío para quien sea elegido Presidente de Costa Rica en abril próximo. Y su constatación demostrará cuán dañosa ha sido la miopía política del Presidente Alvarado y cómo –en efecto- Costa Rica sí está al borde del barranco.

(*) Álvaro Madrigal es Abogado y Periodista

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1 COMENTARIO

  1. Miopía de parte del presidente? Creo que no. De inepto no tiene un cinco… todo lo que ha hecho o ha dejado de hacer ha estado plenamente calculado, su deseo es que CR llegue al despeñadero y luego sea «regalada» los entes financieros mundiales.
    No responder cuestionamientos importantes ni él ni sus subalternos me demuestran el NO AMOR A COSTA RICA. Lo interesante es verlos celebrar un bicentenario cuando están regalando la patria.

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