El relato de los detenidos es escalofriante. Y los peritos han encontrado en el lugar restos humanos, pero no han podido identificarlos por el grado de calcinamiento que presentan.
Hará falta la intervención de laboratorio de punta de la Universidad de Innsbruck, Austria, para saber quiénes son: la mayoría son cenizas y los dientes recogidos se deshacen.
«Están en tal proceso de calcinación que casi con tocarlos se convierten en polvo», dijo el procurador Jesús Murillo Karam al presentar una reconstrucción de los hechos referidos por los detenidos ante la prensa.
Pero hay una convicción, dijo el fiscal: «Ahí hubo un homicidio de mucha gente» y esas muertes «forman parte de los hechos sucedidos en Iguala», la ciudad donde los estudiantes desaparecieron, 200 kilómetros al sur de la Ciudad de México.
Los testimonios indican que los policías entregaron los estudiantes al grupo criminal entre las localidades de Iguala y Cocula y que éstos los llevaron en dos vehículos al basurero municipal de Cocula, a «un barranco oculto a la vista» para acabar con sus vidas. Nadie vio nada. Es un lugar aislado y «el temor de la población es enorme», dijo el fiscal.
Unos 15 llegaron muertos, otros inconscientes, según los testimonios. A los demás los mataron, después de interrogarlos, para saber quiénes eran y qué hacían en Iguala. Los Guerreros Unidos pensaban que se trataba de miembros del grupo rival de Los Rojos.
De acuerdo con estas declaraciones, una vez muertos, los tomaron por las manos y los pies, los balancearon y los arrojaron desde una parte alta hasta el fondo del barranco para convertirlos en cenizas.
En videos difundidos por la Procuraduría General, dos detenidos contaron los detalles. Pusieron piedras en un círculo, llantas, madera y plastico. Después acomodaron los cadáveres «así, como si fueran leña».
El fuego quedó prendido durante horas, contó uno de los presuntos participantes en la matanza. Ellos se fueron y después regresaron «a limpiar». Recogieron las cenizas y pequeños huesos en ocho bolsas y se fueron a tirarlas al río San Juan.
Una madre que no quiso dar su nombre dijo en una conferencia de prensa desde la escuela rural del magisterio que para ellos «siguen vivos» hasta que se demuestre lo contrario.