Miami, 14 nov (dpa) – ¿Dónde está «Manila»? La pregunta que Ernesto Guevara, asediado en Bolivia, se hizo continuamente antes de morir está quizás detrás de la distancia que mantenía en el momento de su muerte con Fidel Castro.
«Manila» era el nombre en clave de Cuba y de Castro, el hombre que envió a una derrota casi segura al Che a Bolivia. Así lo asegura el periodista y escritor cubano Alberto Muller, que hoy presenta su obra «Che Guevara. Valgo más vivo que muerto» en el marco de la Feria del Libro de Miami, que comienza oficialmente el domingo.
«Fidel se desentiende del Che», aseguró a la agencia dpa Muller, de 75 años, que formó parte de la Revolución cubana, renegó del viraje comunista y ha dedicado seis años a estudiar los últimos días de Guevara. El argentino murió el 9 de octubre de 1967 en La Higuera solo, hambriento y luchando por encontrar el aire que el asma le negaba.
«Si pudiera hacerle una pregunta a Fidel, es la única que le haría: ¿Por qué lo mandaste a Bolivia?», afirmó Muller, crítico con el ex líder cubano.
Según el autor, la del Che fue «una muerte anunciada», la soñada por el idealista revolucionario argentino, la deseada presuntamente por los servicios de inteligencia de Estados Unidos y la Unión Soviética y la no evitada por Castro.
No hubo ayuda ni intento de misión de rescate para Guevara desde La Habana, según reflejó él mismo en «El Diario del Che en Bolivia», en el que en los últimos meses se lee: «Hemos perdido el contacto con Manila», «Seguimos sin establecer contacto con Manila», «La moral está muy baja porque no tenemos contacto con Manila».
Según el autor y tras el fracaso en el Congo, el Che quería llevar su ideal trotskista de revolución permanente a su país, Argentina, o a Perú, pero Castro lo conminó a ir a Bolivia pese a que había reconocido que no era un país para la guerrilla y a que los campesinos eran propietarios de sus tierras tras una reforma agraria en 1952, por lo que rechazaban una revolución que no necesitaban.
Además de numerosos errores estratégicos, no estaban dadas las condiciones. Hasta el Partido Comunista Boliviano, cercano a las tesis de Moscú, veía la lucha armada con recelo.
La Unión Soviética (URSS) estuvo aparentemente en el centro de la separación entre Castro y Guevara. El 24 de febrero de 1965, en Argel, el Che, más próximo al maoísmo chino, fue crítico con la Unión Soviética, a la que acusó del mismo imperialismo que a Estados Unidos. Todo ello en un momento en el que Castro, siempre pragmático, cerraba acuerdos con el Kremlin.
«La URSS le da a Fidel los 55 años en el poder. Estuvo más claro que el Che, que es más puro que Fidel», comparó Muller.
«Entonces, el Che se convierte en un apestado para la revolución cubana», dijo a dpa el autor. «Era una piedra en el zapato de Fidel», agregó. Y también para la URSS y para Estados Unidos.
«El Che era un tribalista, un idealista, por eso murió como murió. Si hubiera sido un poquitico como Fidel, no le acepta que lo envíe a Bolivia», agregó Muller, que cree que el propio Guevara aceptó la muerte que lo convirtió en un icono en un momento, 1967, de efervescencia social. La juventud del mundo necesitaba un ídolo. Por ello, según Muller, fue la CIA la que más se empeñó en evitar una ejecución ordenada por el gobierno de La Paz.
Pese a que el Che pedía a sus hombres que se pegaran un tiro antes de ser apresados, él no lo hizo y dejó esa frase enigmática y sorprendente «Valgo más vivo que muerto» que algunos historiadores aseguran que dijo en el momento de ser apresado, reflejo quizás de su desesperanza y su desilusión.
Muller contrapone a Castro con Guevara, que murió con una «moral intachable». El autor considera al Che como un «disidente» de la Revolución cubana y cree que se «indignaría» al ver la Cuba actual, en la que se han implementado algunas reformas de mercado.
«La revolución del Che es distinta a la de Fidel, hay que separarlas. Aunque Fidel ha tratado de meterlas en el mismo potaje, la historia las va a separar», aseguró Muller.