México llora la muerte del comediante, pero celebra el legado de un grande que logró cuelarse en millones de hogares de América Latina con personajes tan entrañables como el Chavo del 8 y el Chapulín Colorado. (Foto EFE).
Ciudad de México, 29 nov (dpa) – Tres generaciones se han reído en América Latina con los personajes televisivos de Roberto Gómez Bolaños, «Chespirito», el productor y actor mexicano que murió este viernes a los 85 años en su casa de Cancún.
«El Chavo del Ocho», su hijo más célebre, fue el que dio la mayor popularidad a Gómez Bolaños, uno de los más grandes comediantes que ha tenido América Latina.
Esa serie de televisión, que empezó a emitirse en 1971, traspasó no sólo fronteras, sino generaciones. Las historias de la vecindad de «El Chavo del Ocho» siguen vivas en la versión original, en caricatura y en videojuegos.
Desde los hispanos en Estados Unidos hasta los fans en Argentina, el continente hizo propio el lenguaje del «Chavo», con frases como «se me chispoteó», «fue sin querer queriendo» o «es que no me tienen paciencia».
Gómez Bolaños nació en Ciudad de México el 21 de febrero de 1929. Estudió sin concluir ingeniería en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y fueron la producción, la actuación y la dirección los oficios a los que entregó su vida.
El director de cine Agustín Delgado le puso el apodo de «Chespirito» (Shakespeare chiquito, por su baja estatura), en una comparación españolizada con el dramaturgo inglés William Shakespeare.
Florinda Meza, Doña Florinda, la emblemática actriz de sus programas, fue el gran amor de su vida. Gómez Bolaños, que era 19 años mayor, se casó con ella en 2004 después de 27 años de vida en común.
La compañera incondicional, a la que en ocasiones se le criticó por mostrarse supuestamente autoritaria ante el actor, lo acompañó hasta sus últimos días.
En una de sus escasas apariciones públicas recientes a «Chespirito» se le vio en silla de ruedas y con oxígeno en un homenaje en su honor en 2012.
«El Chapulín Colorado» fue otra de las series más populares de Gómez Bolaños. Entre sus personajes están también Chaparrón Bonaparte, el doctor Chapatín y Chómpiras.
Dos de los compañeros de set con los que Gómez Bolaños conservó una buena amistad fueron Rubén Aguirre, El profesor Jirafales, y Édgar Vivar, el Señor Barriga, que encabezó el gran homenaje que se le hizo a nivel regional a principios de 2012 y en el que ambos actores participaron.
En cambio, era mala su relación con el actor Carlos Villagrán, que encarnó a Quico en «El Chavo del Ocho», y con María Antonieta de las Nieves, que dio vida a La Chilindrina y con la que tuvo una pelea legal por los derechos del personaje.
«Chespirito», padre de seis hijos con su primera esposa, la escritora argentina Graciela Fernández, inició su carrera como creativo publicitario, un oficio que le permitió saltar a la radio y la televisión, donde se desempeñó inicialmente como guionista en los años de 1950.
Los primeros pasos como actor los dio en «Dos criados malcriados», en 1960, y desde entonces se convirtió en uno de los grandes cerebros de la televisión mexicana.
Gómez Bolaños también se involucró con el cine realizando guiones para el dúo cómico «Viruta y Capulina», unos de los más famosos de este género en México en la década de los 60, así como para filmes que él mismo protagonizó como «El Chanfle» y «Don Ratón y Don Ratero».
A lo largo de su polifacética carrera igualmente realizó una exitosa obra de teatro titulada «11 y 12» y publicó un poemario titulado «Y poemas también».
Chespirito también estuvo involucrado en la política dando apoyo público a candidatos del Partido Acción Nacional (PAN, conservador) y criticando al líder centro-izquierdista Andrés Manuel López Obrador.
Un episodio que empañó su figura fue cuando en 2007 Fernando Rodríguez Mondragón, hijo del capo colombiano Gilberto Rodríguez Orejuela, aseguró que el narcotraficante alguna vez había contratado los servicios de varios de los personajes de «El Chavo del Ocho» para fiestas infantiles familiares.
En esta oportunidad Gómez Bolaños desmintió haber tenido contacto con narcotraficantes, aunque dijo que no podía saber si todos los empresarios que lo contrataron a lo largo de su carrera «son honorables y no han tenido vínculos con personajes oscuros».
«Chespirito» gozó de una fama desbordante en la mayoría de países de la región, aunque sus historias muestran también facetas tristes de la sociedad, como el abandono de la infancia y el maltrato en el caso del «Chavo».
El éxito de «El Chavo del Ocho» llevó a Gómez Bolaños a prolongar su actuación en la serie hasta tener más de 60 años, cuando anunció su retiro al considerar que era «estéticamente desagradable» seguir interpretando a un niño de ocho años, además de que ya le costaba entrar al barril donde vivía el personaje.
La popularidad de «Chespirito» fue tal que cuando abrió la cuenta de Twitter @ChespiritoRGB en 2011 para comunicarse con sus fans empezó a recibir miles de mensajes desde toda América Latina. Actualmente, la cuenta tiene seis millones de seguidores.
«Hola. Soy Chespirito. Tengo 82 años, y ésta es la primera vez que tuiteo. Estoy debutando. ¡Síganme los buenos!», escribió en el primer mensaje. Y en su perfi ratificó su sentido del humor: «Para qué quieren mi perfil si soy más guapo de frente».
Del Chapulín Colorado a Chaparrón Bonaparte
«Chespirito» interpretó personalmente a muchos de los personajes centrales de sus series cómicas, además del famoso «Chavo del Ocho».
Estos son algunos:
CHAPULÍN COLORADO: Según el propio «Chespirito», ante la presencia de héroes como Superman o Batman, él buscó crear una especie de antihéroe latinoamericano. La palabra chapulín, de origen náhuatl, refiere a un saltamontes: de ahí sus antenas y la cola que parece la de un frac. Que sea colorado se debe, según su creador, a que otros colores no eran tan buenos para la pantalla y para los recursos técnicos del momento. Sus armas favoritas: chipote chillón, chicharra paralizadora, potentes antenitas de vinilo y pastillas de chiquitolina. Una frase: «¡No contaban con mi astucia!».
DOCTOR CHAPATíN: De pelo y bigote canoso, es uno de los personajes de «Chespirito» que salían como entremés entre el «El Chavo del Ocho» y el «Chapulín Colorado». Se trata de un viejo médico que casi no escucha y tiene un carácter sumamente fuerte. Una bolsa de papel que lleva en la mano suele servirle para pegarles a todos aquellos que dudan de sus cualidades. Es hiperactivo y sus frases más características son «¿Insinúa que soy viejo?» y «¡Ya me dio cosa!».
CHÓMPIRAS: Aquiles Esquivel Madrazo, alias el Chómpiras, es otra de las grandes creaciones de «Chespirito». Es el eterno compañero del Botija en robos que nunca salen bien, una especie de ladrón fracasado, que también representa al hombre que escapa a los golpes y los compromisos como lo indica su nombre leído de corrido: «Aquí-les-esquivé-el madrazo (golpe)».
CHAPARRÓN BONAPARTE: Amigo inseparable de Lucas Tañeda, es una especie de homenaje a la locura. Lleva un bigote estilo Charles Chaplin, y se caracteriza por un lenguaje que en todo momento es desconcertante. El clásico «dicen que estamos locos, Lucas» acompañaba a una parodia muy significativa para el espíritu mexicano: la de los licenciados, que, más que ser un título universitario, es un sinónimo de saco, corbata y oficina.
La bonita vecindad de «Chespirito»
Además del «Chavo del Ocho», otros personajes poblaron la «bonita vecindad» creada por Roberto Gómez Bolaños en la televisión para esa serie, que sigue siendo vista por millones de personas en América Latina.
Estas son las historias de los personajes:
CHAVO DEL OCHO: El muchacho de camiseta raída y gorra perpetua, interpretado por el propio «Chespirito», recibió ese nombre porque la serie se emitía inicialmente por el canal ocho de la televisión mexicana, ocupaba el «departamento» ocho y tenía ocho años. Vivía en un barril en el patio central de la vecindad, con la ilusión eterna de comprarse una torta (sandwich) de jamón. El Chavo, que es la manera en que en México se llama a un muchacho, soñaba con poseer los juguetes de Quico, el «niño rico» de la vecindad. Nadie sabe su nombre ni de dónde venía. En la serie siempre lo interrumpían cuando iba a contar algo de su vida. Y cuando le preguntaban si tenía padres, solía decir que sí, pero que todavía no se los habían presentado. Una de sus frases: «Fue sin querer queriendo».
DON RAMÓN: Este hombre viudo vive con su hija la Chilindrina en el departamento 72. Su proverbial pobreza y su negación sistemática al trabajo lo caracterizan. Se enfrenta constantemente al Señor Barriga, dueño de la vecindad, de quien suele escaparse cuando llega cobrar el alquiler. Era interpretado por Ramón Gómez Valdez, hermano del famoso cómico mexicano Germán Valdez, alias Tin Tan. Murió en 1988 de un cáncer de pulmón. «Me mató de risa en los ensayos y ahora que veo los programas me vuelve a matar de risa», dijo de él Gómez Bolaños. Una frase de Don Ramón: «Con permisito, dijo Monchito».
QUICO: Es el hijo único de Doña Florinda y de un marinero que murió en un naufragio. De ahí su eterno traje de marinero. Es amigo y competencia del Chavo. Tiene todos los estereotipos del hijo único, excesivamente dependiente de su madre y mezquino con sus juguetes. Luce cachetes inflados y llora contra la pared. Lo interpretaba el actor Carlos Villagrán, que fue el primero en abandonar a «Chespirito» para utilizar a su personaje de manera solitaria. Una frase: «¡Cállate, cállate que me desesperas!».
DOÑA FLORINDA: La mamá de Quico es enemiga natural de Don Ramón, a quien golpea cada vez que puede. Su apodo dentro de la vecindad es el de «vieja chancluda», expresión mexicana de la mujer desarreglada. Eterna enamorada del Profesor Jirafales, a quien siempre invita a tomar una tacita de café, es fiera defensora de su hijo. Representa a la clase media caída en desgracia. De ahí sus aires de superioridad y su siempre inacabado peinado. La interpretaba Florinda Meza, esposa y actriz fetiche de Roberto Gómez Bolaños. Una frase: «Vámonos tesoro, no te juntes con esa chusma».
LA CHILINDRINA: Es la hija de Don Ramón y quien completa la tríada infantil de la vecindad, junto a Quico y al Chavo. Es la más inteligente de los tres, incluso la única capaz de hacerles bromas a sus amigos. Usa el sweater al revés, le falta un diente, tiene pecas y unas grandes gafas. Criada solo por su padre, la Chilindrina destaca por su facilidad de palabra. Era interpretada por María Antonieta de las Nieves, una actriz dramática a quien Chespirito eligió no solo por sus dotes sino por su baja estatura. Creó el Circo de La Chilindrina y mantuvo con Chespirito un largo juicio por el uso y los derechos del personaje. Una frase: «Síiii… ¡Fíjate, fíjate, fíjate!»
DON BARRIGA: Era el dueño de la vecindad, y el obeso cobrador de alquileres que siempre llegaba con su maletín, traje y riguroso bigote. Era recibido siempre por un golpe, que invariable e involuntariamente le daba el Chavo del Ocho. Personaje tierno y desprovisto de maldad, por momentos exageradamente comprensivo con Don Ramón, que le debía 14 meses de renta. Ñoño era el otro personaje que hacía el mismo actor, Édgar Vivar, dentro de la vecindad. Vivar se alejó del show por problemas cardíacos a causa de su obesidad. Una frase: «¡Tenía que ser el Chavo del Ocho!»
PROFESOR JIRAFALES: Aparecía en la vecindad con el solo propósito de visitar a Doña Florinda, con quien tenía un noviazgo tan eterno como ceremonioso. Llegaba siempre con un ramo de flores y cuando veía a doña Florinda, una melodía los sumía en un embobamiento que acaba siempre cuando se decían «pase usted», «después de usted», con el que Gómez Bolaños se mofaba de la formalidad mexicana. Tenían una larga lista de apodos, entre los que estaba el de profesor «Longaniza». Lo interpretaba Rubén Aguirre, quien también hizo un circo con el que recorrió gran parte del continente americano. Una frase: «Tá, tá, tá, ¡tá!»
DOÑA CLOTILDE: La señora mayor y de vida solitaria era llamada por los niños unánimemente, «La bruja del 71», que era el número de su departamento. Vivía enamorada de su vecino Don Ramón, a quien hacía constantes guiños amorosos, que él siempre despreciaba. La interpretaba la actriz española Angelines Fernández, que murió en 1994. Una frase de Doña Cleotilde: «¡Tenía que ser el Chavo del Ocho!»