Aquel día se pelearon la mamá de Pepito y una vecina. Las dos curiosamente tenían algo en común, ambas eran güechas (ese abultamiento en la garganta que en tiempos pasados era tan común por la deficiencia de yodo). Se decían de todo las señoras, sacaron todo su repertorio de insultos. De pronto Pepito, jalando a su mamá del delantal le dijo: mami, mami, dígale güecha antes que le diga ella…
Traigo este cuento a colación a propósito de que el gobierno de don Luis Guillermo Solís Rivera, en un inusitado acto de continuidad de gobiernos anteriores, está arremetiendo contra quizá el principal, quizá la única razón de existir, la capacidad que le otorga el Código de Trabajo para negociar y suscribir convenciones colectivas con la parte patronal a los sindicatos. Hay que recordar que esta campaña contra los sindicatos no es de ahora, viene desde hace muchos años aplicando diferentes métodos, desde la implantación del solidarismo, la persecución abierta contra los dirigentes sindicales. Lo novedoso es que actualmente la campaña ha tomado un giro esencialmente de demonización mediática.
El gobierno no ha hecho más que sumar su voz al de algunos medios de comunicación muy importantes y al coro que despotrincan contra los sindicatos desde las redes sociales.
Se olvidan (o lo tienen muy presente), que los sindicatos son un componente vital en una democracia, una sociedad que se enorgullezca de ser democrática y sus trabajadores se ven imposibilitados de organizarse sindicalmente no lo es desde ningún punto de vista.
Muy a propósito les ha venido hacer comparaciones entre un sindicato como SINTRAJAP, que tiene muchos años de lucha negociando convenciones colectivas y gracias a ello ha podido mejorar sus condiciones de vida y de trabajo por encima de las mínimas establecidas en el Código de Trabajo, comparándolos con trabajadores de las zonas francas donde ni siquiera la posibilidad de organizarse sindicalmente tienen a su alcance. Es muy fácil hacer esas comparaciones, comparar al que no tiene nada con el que ha logrado algo y decir que esos logros entonces son privilegios.
Pero vamos más allá, el asunto es que esta campaña, a la cual se ha sumado el gobierno, viene desde hace ya bastante tiempo. Su objetivo es matar dos pájaros de una pedrada: desaparecer los sindicatos y en consecuencia las convenciones colectivas.
Yo no sé si se han dado cuenta ustedes, en aquellas empresas públicas donde se ha privatizado, también ha desaparecido el sindicato y en consecuencia la convención colectiva. El caso más patético es el del puerto de Caldera.
Los partidarios del neoliberalismo consideran que esto es lo que ahora llaman un” PLUS”, es decir eso le da la posibilidad al país de ofrecerse para la inversión extranjera como un país sin el estorbo de los sindicatos, eso, dicen, aumenta nuestra COMPETITIVIDAD.
Y mientras tanto, los entuertos que esperaban un millón trescientos mil electores fueran enderezados, siguen pendientes. No se habla de derogar la Ley de concesiones, partera de los chorizas pactados entre el poder político y el empresariado nacional y extranjero. Ya no se menciona la ruta 27, la mina crucitas, la carretera a San Ramón, la carretera a San Carlos (que se dice es peor que la trocha) ni la trocha misma. Y sigue adelante la refinería china, la carretera china y los puertos del Caribe parece no hay marcha atrás en entregárselos a la transnacional APM Terminals.
El gobierno le copió muy bien a Pepito, lanza una gran cortina de humo, nos dice “güechos” antes que le digamos. Les dice güechos a los sindicalistas antes que le recuerden los compromisos asumidos, el rumbo que prometió enderezar, la justicia que debe hacer, a los corruptos que debe encarcelar. El gobierno está logrando su propósito de poner a la defensiva al movimiento popular.
Juan Félix Montero es Educador.
Muy atinado lo que expresa don Juan Félix. El PLUSC inició la penetración y destrucción desde adentro de los sindicatos. Primero repartió dádivas o compro almas colocando dirigentes sindicales en oficinas y en embajadas. Propulsó, ayudados por un cura de mal recuerdo en las zonas bananeras, la creación del movimiento solidarista, talvés no del todo malo si no es porque se hizo con el fin expreso de acabar de destruir a los sindicatos y eliminar la capacidad de lucha de los trabajadores por sus intereses y su activismo social. El actual gobierno es un claudicador de principios y promesas, es más de los mismo, hasta el momento, tiene tamaño güecho. Me dicen que en tiempos pasados el decirle güecho a alguien era un insulto entre cartagos y josefinos, parece que el cuento es real.
Todavía, y tal vez por iluso, estoy esperando que Luis Guillermo Solís y su gente cumplan lo predicado en campaña. Pero, si por la víspera se saca el día, esperando el retroceso del veto de Laura, a la ley que evidencia la OIT, galán estaríamos si además se va contra los sindicatos y sus convenciones colectivas. Estaría en pelota ante sus solapadas intenciones. En fin, démosle tiempo, corto, para ver cuando el telón este de par en par. Recordemos que la mentira, tarde o temprano, no puede tener sustento siempre.