No vemos el Gran Cambio por lado alguno
En nuestra columna anterior planteamos la posibilidad de que, luego de contemplados los resultados apabullantes de las segunda elecciones del pasado 6 de abril e instalado el nuevo Gobierno PAC-Solís (GPS), el estado de cosas en el país no continuara reproduciéndose en manos de la Partidocracia; una coalición de poder neoliberal y derechista controlada por el PLN, y en la cual participan el PUSC, los Libertarios, el PASE, las turecas evangélicas del PLN, y en la cola el ala derechista y ultramontana del PAC comandada por Ottón Solís.
No obstante, para que esa opción transformadora cuajara –la llamamos una posible “revolución ciudadana”-, antes de finalizar el año deberíamos ya tener evidencias muy claras del anunciado y esperado viraje, el Gran Cambio de Rumbo prometido por LGS, tanto en la dirección como en el estilo de las políticas públicas.
Pero las cosas no van saliendo como se esperaba
Sin embargo, para creciente frustración, desconcierto y hasta desesperanza de la gran mayoría ciudadana que llevó a LGS a la silla de Zapote, hasta el momento no aparecen los signos de enrumbe hacia otro camino, otro pensamiento y otro estilo de gobierno. Huele de sobra a añejo.
En efecto, solo se observan pequeños cambios de matiz, superficiales y mayormente simbólicos; la mayoría con solo poses retóricas y gestuales, como la poda de árboles y la izada de la bandera del movimiento diversidad en Casa Presidencial, o el retorno a digno lugar de la estatua de Don Pepe derribada por los Arias.
Asimismo, la norma ha sido atender lo más urgente e inmediato que había, o llega, a despacho, muchas veces solo para apagarle el incendio sin resolver lo de fondo, hoy uno y mañana otro; por igual, vemos al GPS centrarse y perder el tiempo en nimiedades, materias tangenciales y simbólicas, sin distinguir lo urgente de lo importante, en medio de mucha confusión y un exceso de contradicciones. En varias ocasiones se ha actuado a fuerza de presión de personas, redes y grupos indignados con justa razón por el apego de viejos estilos y prácticas del nuevo gobierno a las fórmulas de la Partidocracia que el PGS proclamó que aspiraba a relevar del poder a fin de desterrar sus pérfidas prácticas y costumbres.
Todo lo anterior es típico de un modelo de “Gobierno Multipolar” o de mando saltimbanqui, del cual ya hemos hablado anteriormente aquí. El sociólogo español Ángel Luis Lara lo define como un tipo inestable y casuístico de administración neoliberal donde “gobernar no es ya producir un orden, sino administrar el desorden. Ese ejercicio de administración se muestra ineficaz desde dinámicas de fuerza y de imposición: sólo es capaz de funcionar en términos de modulación y de articulación de consensos o, en su defecto, de construcción semiótica de simulacros de consenso”.
Por ese camino, el de una “política del espectáculo” (en palabras de Vargas Llosa), podríamos terminar con un GPS puramente mediático, de efectos especiales, poses y mímicas, con gestión insustancial e inmediatista, que en el fondo –esto sí se atiende bien- se mueve al son que le vayan tocando los poderes establecidos “desde arriba”; por ejemplo, desde los altos círculos patronales, de banqueros y financistas, exportadores e inversionistas extranjeros, aparte de los grandes medios de comunicación aliados de esa clase gobernante real. Y creemos que bastantes indicadores de esta orientación hay ya acumulados.
La fórmula imperante es “más de lo mismo” o muy parecido
En el fondo, la tendencia del GPS en la práctica cotidiana es, por una parte, apegarse a las viejas maneras en la definición, el enfoque y el manejo de los problemas, retos, trances y conflictos que siguen multiplicándose sin cabales resoluciones; y por otra, enredarse y tejer acuerdos con los cabecillas parlamentarios de la corrupta y decadente Partidocracia, quienes hacen colapsar algunos intentos por hacer las cosas diferente, por otros caminos, y sobre bases conceptuales y visiones distintas a las tradicionales.
Más aún, los proyectos en la agenda del GPS son en su gran mayoría los mismos que tenían Chinchilla y las fracciones de los otros partidos confeccionados, o ya presentados a la corriente legislativa. Si vemos el movimiento de las agendas legislativas de sesiones ordinarias y ahora las extraordinarias, lo que constatamos es que, hasta el momento, no ha sido capaz el GPS de traducir a proyectos de ley una sola de las mayores ideas movilizadoras de transformación efectiva y de alto rango que formaron parte del programa de gobierno presentado al electorado. Algo lamentable, sobre todo si tomamos en cuenta lo dicho una vez por el excanciller Helmut Schmidt de Alemania: “Quien no sea capaz de trasladar sus ideas de cambio a proyectos de ley, no debería estar en política”. Una triste y desoladora realidad, pero realidad al fin; que tarde o temprano deberán enfrentar de algún modo quienes se ilusionaron con el Gran Cambio y la figura carismática del proponente.
Por ejemplo, al 1 de diciembre, en la agenda legislativa de los primeros y segundos debates, de un total de 26 proyectos de ley a discutir, solo uno era iniciativa propia del nuevo Poder Ejecutivo y carecía de trascendencia (Exp. Nº 19228, Acuerdo de cooperación con el Gobierno de Catar), los demás venían de meses o años atrás al 8 de mayo. Sólo en el caso de la generación privada de electricidad, el PGS desechó los proyectos elaborados por las administraciones Arias y Chinchilla y deja las cosas como están, una insigne excepción por vía del rechazo que confirma la regla.
Igualmente, en la “ensalada” del centenar de proyectos convocados por Zapote a sesiones extraordinarias de diciembre a abril de 2015, aparecen 9 del PASE, 16 de la administración Chinchilla, 9 del Frente Amplio, 16 del PUSC y solo hay 15 del GPS, la mayoría de relleno, viejos y nada originales, todos de bajo impacto, ajenos a los grandes problemas del país. Hay también varios de ellos candidatos a que los defenestre la Sala IV.
Por eso, no extraña que el exministro de planificación de Chinchilla, Roberto Gallardo, salga al diario La Nación diciendo: “Si, al final, las cosas no estaban tan mal, ¿cómo concretar ese cambio nebuloso que se prometió en campaña? En lo sustancial, a lo sumo se deben realizar algunos ajustes. Pero ¿cambios de fondo o nuevos paradigmas? Ninguno hasta el momento.“ (02-11-2014, pág.29A)
Y agrega Gallardo más adelante: “La consecuencias más grave de todo esto es una población cada vez más impaciente y, como lo comienzan a demostrar algunas mediciones de opinión pública, capaz de pasar del entusiasmo a la desazón en muy poco tiempo, ahora, tal vez, más proclive a optar por alternativas que en el pasado ha descartado por estar alejadas de la idiosincrasia costarricense”. Algo muy cierto y que da para mucho pensar.
Se va imponiendo la pequeña política de bajura
Si en Zapote o Cuesta de Moras se avanza un paso en la opción por una posible ruta alterna de gobierno, administración y manejo de conflictos, luego se retrocede dos pasos, o nada sucede en la realidad; y la victoria en medio de la parálisis se la lleva generalmente la cúpula de grandes padrinos de la coalición del poder, instalada en el Estado por más de treinta años.
Si así es en la esfera de esa funesta cúpula, así también -y hasta peor- en las esferas intermedias de la burocracia pública donde predominan los agentes de la Partidocracia que siguen aferrados a sus puestos respaldados por el gran poder legal y real de la Partidocracia.
Y cuando allí ha habido intentos de enjuiciar, sancionar o despedir a los funcionarios del gobierno de Chinchilla implicados en múltiples y manifiestas irregularidades, los cabecillas del PLN entonces presionan, chantajean y amenazan para que los casos sean desestimados y seguir como antes. Tal fue el caso reciente de 5 funcionarios del MAG, cuando el PLN amenazó con no aprobar un presupuesto extraordinario en noviembre si se penalizaban; y por supuesto que logró lo que deseaba. Y así está procediendo el gran parón en infinidad de otros casos; y esto a pesar de la lucha campal contra la corrupción anunciada por LGS en el discurso de los 100 días y reafirmada como tercer gran eje del Plan Nacional de Desarrollo 2015-18 (Plan que merecerá uno o varios análisis por aparte, debido a su carácter conservador y continuista).
Como las viles amenazas y extorsiones de la Partidocracia han surtido efecto, se van a multiplicar y a escalar. Ya se preparan nuevos chantajes y hasta castigos directos al GPS, como la medida del PLN de alistar 1.000 mociones contra el proyecto de ley sobre fraude fiscal como sanción por la formas cómo el GPS logró a última hora y a golpe de tambor aprobar el Presupuesto Nacional 2015. Juan Luis Jiménez, su jefe de fracción ha declarado que no apoyarán reforma fiscal alguna, si no es a cambio de de reformas neoliberales al empleo público, las pensiones y cortes drásticos al gasto. Bien han observado, en esa cueva de Alí Babá, las debilidades y contemporizaciones del PGS, y se las explotan; pues se percataron de que lo conducen a nada, que es precisamente el objetivo de neutralización con reversión que manejan.
Por supuesto, que la ciudadanía no avizoraba en la novel gestión gubernamental una carencia así de grande y generalizada de firmeza, de dirección creativa y de aplicación de métodos renovadores, que son los usados en la “Gran Política” (con mayúscula). En su lugar, lo que va perfila es una prevalencia de la “pequeña política” (así, con minúscula) con sus halos de tenebrosidad por falta de transparencia y violación a normas legales y éticas; y donde no se trasciende las malas praxis del status quo heredado, sino que terminan siendo reforzadas.
Conclusión
Por consiguiente, en vez de un liderazgo presidencial trascendente del patrón establecido y semejante al electoral que desplegó LGS como candidato, lo que percibimos hoy es un ejercicio rutinario, convencional, burocrático de la autoridad, que es cosa muy distinta. El primero se alimenta y crece en una época depresiva de gran crisis económico-social –la cual vivimos indudablemente-, de desconcierto y descontento ciudadano. Surge allí blandiendo siempre la promesa de contenidos mesiánicos de una gran transformación, aplicados a un sistema de dominación o gobierno agotado y corrupto. Mientras que el segundo es usado para administrar el status quo, el orden existente con todos sus pilares intactos, sin levantar grandes olas de esperanza en algún tipo de cambio. Por eso, se dice que la autoridad es producto de la “rutinización del carisma”, de su transformación en una jefatura, en la cual se obedece al jerarca porque así los determinan el ordenamiento jurídico reforzado por la costumbre y las tradiciones establecidas y probadas desde tiempo atrás, no por el brillo e influjo de la personalidad del mandatario ni por los actos extraordinarios que se le atribuyen por parte de los seguidores.
A estas alturas, no nos quedan dudas de que el presidente Solís se va acomodando más a un ejercicio de la autoridad que a una según los principios del carisma. Y, por consiguiente, sus partidarios –los que van quedando- deberán adaptarse a ese estilo o emigrar en búsqueda de mejores alternativas. El dilema es si esperarán para expresarlo hasta el 2018 según el orden político-electoral o si buscarán otras vías antes, como lo sugería el exministro Gallardo.
Seguiremos con el tema la semana entrante.
(*) José Luis Vega Carballo es Catedrático de Sociología Política UCR
toda esta frustracion se la ahorrarian estos sorprendidos escritorcillos de obviedades si reconocieran que el presidente es solo un titere, un administrador de otros, con un cargo simbolico y que no tiene poder real. El verdadero poder lo tienen los que no salen figurando como «presidentes», «ministros» o «directores» de instituciones, estos son sólo mandaderos. Mientras no reconozcan esto, ahí van a seguir cacaraqueando la eterna canción de que no hacen nada. Si es que no pueden, Costa Rica es una colonia, los hombres en el poder (y en el pueblo)se terminaron.