“En una época como esta ser neutral
Es traicionar el destino del hombre.
No se puede callar ahora ni por
conveniencia ni por cortesía.”
Jorge Debravo.
El proyecto de “libre comercio” lanzado hace más de sesenta años, en Bretton Woods, relanzado por el Consenso de Washington, fortalecido por el GATT 94 el cual crea la OMC, y últimamente relanzado por los Tratados de Libre Comercio bilaterales y regionales, fracasó para los países latinoamericanos.
En este recorrido fracasó el Tratado Continental, ALCA, cuyos propósitos eran, como lo dijo Collin Powel:
“… garantizar a las empresas estadounidenses el control de un territorio que va del Polo Norte hasta el Antártico, el libre acceso sin ningún obstáculo o dificultad para nuestros productos o servicios, tecnología y capital en todo el hemisferio.”
Asimismo, cuando el súper ministro Robert Zoelick visitó Costa Rica y golpeando la mesa alrededor de la cual se reunía con el Gobierno impuso la aprobación del TLC EUCA-RD ya que había expresado con toda claridad que:
“El TLC será un instrumento clave en la apertura de nuevos mercados extranjeros para los productos e inversiones estadounidenses.”
Este intento de quienes defienden y promueven esa tesis del libre comercio y libre inversión como fundamento para lograr un mundo unido, próspero y en paz, esta vez lo hacen con la lógica económica y política de las corporaciones transnacionales por medio de la “integración profunda” de sus normas con aquellas de nuestros países y por medio de “apertura absoluta” de los mercados y territorios de los países que se comprometen en estos instrumentos de comercio-plus. No hay retorno, final del camino, nada más queda el precipicio.
Con solo leer los textos de estos instrumentos llamados de comercio pero son también de inversión, nos damos cuenta que en ellos se expresan los intereses hegemónicos de los países ricos con toda su crudeza para poner de rodillas a nuestros pueblos, con hambre y sin esperanzas de tener una sociedad igualitaria, solidaria y soberana.
Interpretar las consecuencias que han producido el ejercicio de esos instrumentos nos llevan a determinar que la pobreza aumenta, el acceso a la comida y a los medicamentos disminuye, la violencia y la inseguridad de todo tipo aumenta, la corrupción y la impunidad se disparan. La drogadicción y la prostitución a edades tempranas galopan en corceles apocalípticos, en suma, este proceso destruye a su paso la sociedad, las familias y los ecosistemas.
Pero a pesar de todo esto, se mantienen los mismos intereses hegemónicos y aparecen otros Powel y Zoelick. Otros acápites que promueven esas políticas tan nocivas para nuestras sociedades y su población, reaparecen enarbolando otros instrumentos de dominación aún más perjudiciales que los anteriores por ser definida, ahora sin tapujos, un área de “integración profunda”. Esto significa que nuestra Constitución Política y las leyes nacionales quedan integradas y sumisas a las normas de las corporaciones transnacionales. Esgrimen y revolotean el TLC “ALIANZA DEL PACÍFICO”.
Falta a la verdad quien afirma que pertenecer a la Alianza del Pacífico, Tratado Regional de Comercio e inversión, es tener libre comercio con México, Chile, Perú y Colombia, cuando con estos países hace años funcionan Tratados Bilaterales de Comercio de gran prejuicio para la economía nacional. ¿Quién puede creer que el libre comercio por si solo va a recomponer nuestra sociedad, y recomponer el bienestar social del cual gozaba? Tienen más de sesenta años de decir la misma cantaleta, posiblemente defendiendo los mismos intereses. Solo que ahora sus afirmaciones son desmentidas, con pruebas contundentes, por la inexorable realidad política, económica y social.
El sistema político de Estado Mínimo, la economía de Libre Mercado y el sistema jurídico subordinado a normativas de corporaciones transnacionales, los cuales se basan en las políticas de apertura a ultranza, privatizaciones del sector público, desregulaciones anárquicas, y en las políticas de incorporación a los TLCs bilaterales y regionales. Es esta nueva organización de la sociedad la que lleva la democracia a ser disfuncional, que los problemas se reproduzcan en forma ampliada y que se le dificulte al gobierno tomar decisiones para favorecer la vida nacional.
Incorporarse a la Alianza del Pacífico es darle el tiro de gracia a la pluralidad de pensamiento político; a la economía de mercado regulado que defienda a las empresas nacionales, a la producción nacional y a la población; a la soberanía o seguridad alimentaria; a las normas jurídicas nacionales independientes de los intereses de las corporaciones transnacionales; a un sistema laboral con derechos para el trabajador; a una educación para el desarrollo del ser humano y del desarrollo socioeconómico y no para el libre mercado; a la posibilidad de recomponer nuestra sociedad y eliminar las causas que producen las patologías sociales.
Que no nos sigan sojuzgando quienes promueven esas políticas enriquecedoras de unos pocos, las cuales desdeñan las aspiraciones y las esperanzas de un pueblo que heredó de sus antepasados una sociedad solidaria de bienestar social. Políticas que destruyen el tejido socioeconómico de la Patria que tanto costó construir a nuestros antepasados.
Eduardo Delgado Soto.
Cédula # 6 0063 0803
Don Eduardo, muy atiando su comentario respecto del tal tratado de «Alianza del Pacífico», lo más grave de todo es que en su oportunidad el Sr. Macaya del PAC, dijo que este tratado era peor que el TLC-USA.; solamente que hoy día ya no es crítico de ninguno de estos tratados porque ahora es embajador en Washington. Quisiera ser optimismta, pero me parece LGS va a terminar firmando lo de la Alianza Pacífico, y siguiendo los pasos de gobiernos anteriores de desmantelamiento del Estado Social de Derecho que tanto costo a nuestros abuelos y padres.