Río de Janeiro, 18 dic (dpa) – El número de hogares de Brasil en situación de inseguridad alimentaria se desplomó del 30,2 por ciento, en 2009, al 22,6 por ciento, en 2013, pero todavía hay 7,2 millones de personas con hambre, reveló un estudio divulgado hoy por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
El informe incluye a los 9,6 millones de hogares donde viven personas expuestas a «inseguridad alimentaria leve», o sea, que tienen acceso a alimentos, pero temen perderlo en el futuro.
La situación de inseguridad alimentaria grave -falta real de alimentos, incluso para los niños- bajó por su parte del 6,9 por ciento, en 2004, al cinco por ciento, el año pasado, lo que significa un contingente de 7,2 millones de personas.
Al comentar los resultados del estudio, el director del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos (IBASE), Francisco Menezes, afirmó que los datos confirman el acierto de las políticas gubernamentales de transferencia de renta -mediante el programa Beca Familia- y de suministro de alimentos a las familias más vulnerables al hambre.
«Los números confirman lo que ya fue revelado el último informe de la FAO (Fundación de las Naciones Unidas para Alimentos y Agricultura), que excluyó a Brasil del llamado Mapa Mundial del Hambre.
«Aunque todavía hay índices que demuestran que parte de la población sigue en situación de inseguridad alimentaria, la situación ha mejorado mucho. Debemos festejar estos resultados, que demuestran que las políticas adoptadas fueron eficaces», apuntó.
Gran parte de los brasileños afectados por el hambre se concentra en los estados nororientales de Maranhao y Piauí, donde la inseguridad alimentaria afecta a más de la mitad de los hogares.
Por otra parte, Menezes reconoció que la situación de virtual estancamiento económico con inflación en aumento que vive actualmente Brasil puede perjudicar las conquistas de la lucha contra el hambre en el país, pese a que la población más vulnerable no depende directamente del desempeño de la economía, ya que no tiene acceso al mercado laboral o de consumo.
«El acceso de las personas más vulnerables al ingreso ya es muy bajo, por esto dependen de los programas de transferencia de renta, pero estos programas necesitan recursos presupuestarios para ser mantenidos o hasta ampliados», expresó.