Bangkok, 18 ene (EFE).- El brasileño Marco Archer Cardoso Moreira fue ejecutado hoy en Indonesia, tras pasar más de una década en el «corredor de la muerte» por narcotráfico, a pesar de la petición de clemencia de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff.
Moreira, de 53 años, fue ajusticiado cerca de las 00.45 hora local (17.45 GMT del sábado) ante un pelotón de fusilamiento junto con otros cinco condenados a muerte en la penitenciaria de Nusakambangan, en la isla de Java, informó el canal de televisión TV ONE.
La presidenta de Brasil llamó el viernes por teléfono a su homólogo indonesio, Joko Widodo, para abogar por la vida de Moreira, detenido en 2003 en el aeropuerto de Yakarta cuando intentaba ingresar al país con 13,4 kilos de cocaína escondidos en los tubos de un ala delta.
Widodo, que ha insistido en que no perdonaría las condenas a muerte por delitos relacionados con el tráfico de drogas, respondió que «no podría conmutar la sentencia» pues se han cumplido todos los trámites legales.
Antes de la ejecución, el fiscal general de Indonesia, Praseyto, dijo que el 30 de diciembre fueron rechazadas las peticiones de clemencia para seis condenados a muerte -un indonesio, un holandés, dos nigerianos y un vietnamita, además del brasileño-, todos ellos por un delito de tráfico de drogas.
«Esto enviará un mensaje a los miembros de los sindicatos de la droga. No hay clemencia para los traficantes», indicó el fiscal general.
Las de hoy fueron las primeras de las 20 ejecuciones que las autoridades indonesias planean llevar a cabo este año después de que en 2014 no ajusticiaran a ningún preso y pese a nuevas peticiones de clemencia de última hora.
Amnistía Internacional (AI) reclamó una moratoria de la pena de muerte a Widodo, que tomó posesión del cargo en octubre y ha sido considerado por muchos activistas como una esperanza de un cambio en el país.
«El nuevo Gobierno indonesio juró el cargo con la promesa de mejorar el respeto por los derechos humanos, pero proceder con estas ejecuciones sería un movimiento regresivo», dijo el director de AI en Asia, Rupert Abbott.
Una docena de organizaciones locales dedicadas a la atención de toxicómanos también enviaron una carta al presidente indonesio en la que le pidiéndole también que pospusiese las ejecuciones.
Uno de los firmantes, el fundador de Fortalecimiento y Acción por la Justicia, Rudhy Wedhasmara, dijo que la solución al tráfico de drogas no es la pena de muerte, cuyas víctimas, dijo, son personas en una posición débil y vulnerable, y no los jefes de las redes de tráfico.
«El Estado no debería poner la carga de su fracaso en la lucha contra la droga en la pena de muerte. Por aquellos que sabemos y sentimos realmente los efectos dañinos del tráfico ilícito, queremos que este sea combatido sin causar la muerte», dijo Wedhasmara, según el portal indonesio «Kompas».
Reacción de Brasil
Entre tanto, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, manifestó hoy su «consternación» e «indignación» luego de que le fue confirmada la ejecución del brasileño Marco Archer Cardoso Moreira en Indonesia y llamó a consultas al embajador del país en Jakarta.
«La presidenta Dilma Rousseff tomó conocimiento, consternada e indignada, de la ejecución de Marco Archer», condenado a muerte por narcotráfico igual que el también brasileño Rodrigo Muxfeldt Gularte, quien permanece en el «corredor de la muerte» de una cárcel indonesia a la espera de que se fije fecha para su fusilamiento.
El comunicado confirma que Archer, el primer brasileño ejecutado en el exterior, fue fusilado «a las 15.31 hora de Brasilia (17.31 GMT)», tras haber pasado poco más de once años en prisión.
Rousseff reitera en la nota que «sin desconocer la gravedad de los crímenes que llevaron a la condena de Archer y respetando la soberanía y el sistema jurídico indonesio», conversó por teléfono este viernes con el primer ministro de Indonesia, Joko Widodo, para pedir clemencia.
La presidenta «lamenta profundamente que ese postrero pedido, que siguió a tantos otros hechos en los últimos años, no haya encontrado acogida por parte del jefe de Estado de Indonesia», apunta la nota.
Según Rousseff, «la pena de muerte, que la sociedad mundial condena en forma creciente, afecta gravemente las relaciones» entre Brasil e Indonesia.
En la nota, la mandataria dirige «una palabra de pesar a la familia enlutada» y concluye informando de que el embajador de Brasil en Jakarta ha sido «llamado a Brasilia para consultas».
Unas imágenes de la televisión indonesia, reproducidas hoy en Brasil, mostraron a algunos familiares de Archer cuando ingresaban al presidio para una última visita.
Según la prensa local brasileña, entre las cosas que le llevaron había un plato de bacalao portugués, pedido junto con otros de los que fueron sus últimos deseos.
También fue difundido un vídeo grabado esta misma semana por el propio Archer en la prisión.
«Es un momento muy difícil para mí. Estoy sufriendo. Sé que me equivoqué y cometí un error gravísimo, pero creo que merezco otra oportunidad», pues «todo el mundo se equivoca», dice el brasileño.
También pide «perdón» y expresa su deseo de poder «mostrarle a los jóvenes que las drogas sólo llevan a la prisión o la muerte».
En sus últimas palabras, confiesa sus sentimientos frente al inminente cumplimiento de la pena: «Me pondrán una venda en los ojos y me ejecutarán a tiros. Pero tengo esperanza. Mi vida no puede acabar de esa manera, tan dramática».