2 COMENTARIOS

  1. Buen artículo don Alfonso. Se ve que le metió seso al texto y que no es un artículo que se escribió por salir del paso y a mano alzada. A eso me refería cuando le decía que uno aprecia no la cantidad sino la calidad. Saludos.

  2. esto se ve claramente en ciertas instituciones públicas: los jefes se reúnen en su mesita cuadrada del tercer piso a hablar mierdas de los empleados, algunos de los cuales son mucho más inteligentes que ellos, y se dedican a catalogar a cada uno en su escala de agrado dependiendo de cuanto les talqueen los guevitos. Otro ejemplo: los profesores catedráticos de la ucr que se reunen a jugar de vivos en los cafes de la calle de la amargura, hablando de su mileau y de las pendejadas que hacen, como que si de algo sirviera la porquería de investigación que dicen que hacen. Lo que menos se dan cuenta es que si son jefes o mandan es por puro azar, una suerte del destino que se arregló para que ellos estuvieran allí. Si fueran los jóvenes de hoy probablemente andarían allí igual buscando brete y nadie les daría nada, porque en el fondo son tan iguales como cualquiera. Lo que pasa es que cuando uno saca doctorados porque le saca plata al micit o con goce de sueldo de la universidad para la que bretea y a otros organismos internacionales para irse cuatro años a vivir de la plata que no se ha ganado, es muy facil jugar de genio. Por eso y muchas otras cosas, en el estado no prima el mérito real ni el intelecto, sinó la adulación, como en muchos otros campos de la vida.

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