“Usted no es na’/ ni chicha ni limoná/ se la pasa manoseando/ caramba zamba su dignidad.” (Víctor Jara).
El Partido Acción Ciudadana (PAC) es y siempre ha sido una opción electoral de derecha. Su creación y accionar en el contexto del devenir de la poliarquía costarricense ha cumplido de manera eficaz el desmovilizador propósito de canalizar inocuamente el creciente descontento y disconformidad popular —y «popular» se usa aquí con un subversivo – emancipador contenido político, tal como lo trabaja el pensador Helio Gallardo— que conlleva el agotamiento histórico del PLUSC.
Ahora, por primera vez, al frente del Poder Ejecutivo con el gane de Luis Guillermo Solís, el PAC no hace sino mostrar no solo las carencias e inconsistencias de su rejuntado organizativo sino, principalmente, sus internas contradicciones político – ideológicas. Ciertamente, para muchas y muchos electores que desde una sensibilidad —y por supuesto necesidades, esperanzas y expectativas— de izquierda depositaron su voto para hacer Presidente al candidato del PAC, lo que ha venido pasando con y en el nuevo Gobierno les conlleva una honda frustración y desazón, pero la verdad que se impone es que «no se le puede pedir peras al olmo».
EL AGOTAMIENTO DEL PLUSC
Para las elecciones de 1998 el agotamiento electoral del «bipartidismo» conformado por el Partido Liberación Nacional (PLN) y el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) se mostraba con claros y hondos síntomas: el dramático aumento del acostumbrado abstencionismo de alrededor del veinte para la época de la posguerra civil de 1948 a un poco más del treinta por ciento encendió las alarmas sobre la legitimidad ciudadana del régimen.
El antagonismo entre figuerismo y calderonismo había quedado atrás y las aparentes opciones electorales institucionalizadas ahora con el PUSC y el PLN en verdad conjuraban desde hacía tiempo la unidad esencial —realidad que rápidamente se popularizó como «PLUSC»—. PLUSC que reflejaba los intereses económicos de una facción burguesa transnacionalista que, logrando políticamente descalificar la concepción de un «Estado Desarrollista» que enmarcó un relativo consenso nacional de posguerra civil, terminaba por imponerse.
La compulsión neoliberal que se comenzaba a institucionalizar con los Paquetes de Ajuste Estructural (PAES) culminaría su búsqueda de hegemonía con la aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos. No obstante, la coerción del capital transnacional en y por medio del PLUSC conllevó desde temprano un alto precio electoral por la creciente desigualdad e injusticia social que le es inherente; atrás iba quedando el espejismo de una Costa Rica de «clase media» y la disconformidad del electorado comenzó a hacerse sentir con fuerza en las postrimerías del siglo pasado.
Mayores esfuerzos publicitarios del Tribunal Supremo de Elecciones y reformas electorales de contenido inclusivo aprobadas: como el caso de la incorporación de reivindicaciones feministas o la promoción de lo municipal, el abstencionismo —como el descontento y la frustración social— hasta el día de hoy nunca más bajaría, por el contrario, la tendencia es a subir.
Para las elecciones de 2002 un proyecto electoral de origen pequeño burgués hace su aparición y consigue paliar en mucho el desmedro poliárquico. El PAC se presenta entonces como una tercera opción pero no en el plano de una concepción ideológica distinta de Estado o de un diferente modelo económico de país, sino en un ámbito moral donde «corrupción» se convierte en la palabra clave. Nunca se ha tratado el PAC de un proyecto alternativo al neoliberal que se venía imponiendo con el PLUSC, sino un llamado moral en contra del saqueo de lo público, de un «grito», si se quiere, en contra de la corrupción inherente al robo del patrimonio nacional que acompaña a los procesos de privatización que exige el capital transnacional con sus testaferros y acólitos criollos.
Desgajados del PLUSC, es con ese discurso moralista que Ottón Solís y su grupo inicial de seguidores logra canalizar gran parte del descontento popular materializando con ello un inesperado fenómeno electoral: la elección en su primera aparición de catorce diputados y diputadas. Pero no se trata, se debe enfatizar, de un proyecto diferente de país, sino básicamente un rechazo a la corrupción imperante en las filas del PLN y del PUSC. Así el PAC consigue convertirse en una válvula electoral de escape al creciente descontento popular frente al PLUSC —que de otra manera lo más probable es que en buena parte hubiera engrosado el ya de por sí creciente abstencionismo—, pero sin ofrecer nunca un proyecto de sociedad nacional distinto.
Ottón Solís con sus seguidores y propuesta original no han cambiado, siguen siendo un grupo moralista conservador y esencialmente antipopular, para quienes «comunismo» o «socialismo» va mucho más allá de ser malas palabras: es una amenaza que debe ser combatida a toda costa. Si hoy día hay quienes desde una sensibilidad de izquierda le reclaman a Ottón Solís su conducta «obstruccionista» —por calificarla de alguna forma— para con el Presidente Luis Guillermo Solís y su Administración, lo hacen desde imaginarios que cada cual se ha venido inventando; no desde una lectura atenta de los documentos fundantes ni de una observación crítica del accionar del grupo originario del PAC desde su aparición.
Desde una perspectiva de izquierda lo relevante es comprender como el PAC viene esencialmente a darle oxígeno a la poliarquía costarricense frente al agotamiento histórico del PLUSC. Para amplios sectores populares, lejos de alejarse de participar en los comicios subsiguientes a 1998 o de buscar construir sus propias opciones político electorales, la aparición en la escena nacional del PAC significó una falsa esperanza de derrotar electoralmente al proyecto neoliberal.
«GRADERÍA DE SOL» O ACERCA DE LA COMPOSICIÓN DEL PAC
En poco tiempo el éxito electoral del PAC se convirtió, paradójicamente, en su Némesis al resquebrajar de forma crónica la unidad y coherencia interna de la nueva agrupación basada en el liderazgo carismático de su fundador. ¿Cuál es la ideología de PAC? El PAC y su ideología eran (¿son?) Ottón Solís y su forma de pensar y actuar.
No obstante, el enorme suceso en las elecciones del PAC lo convirtió de inmediato en el trampolín idóneo para todos aquellos que viniendo ya sea de las filas del PLUSC o de tiendas izquierdistas querían ser diputados (como también pero en menor volumen porcentual regidores y alcaldes) y quienes, en sus desvencijadas agrupaciones, no hubieran tenido tal oportunidad. Igual posibilidad se abrió posteriormente con la renuncia de Ottón Solís a presentarse una vez más como candidato para quienes querían ser presidente, quienes de igual manera nunca hubieran tenido ese chance.
Debe reconocerse que muchos se acercaron al PAC creyendo de buena fe que era una opción para enfrentar a los neoliberales, sin embargo es el oportunismo electoral lo que ha imperado en el PAC, traduciéndose el mismo en una crónica crisis de identidad político – ideológica hasta el presente. Producto de ello, la amenaza del cisma en el PAC ha acompañado permanentemente a su triunfo en los comicios. Como lo ilustró con maestría un icono del PAC originario: se les había metido al partido la gradería de sol. Ottón Solís y su grupo original, y por causa precisamente de su enorme éxito electoral, fueron perdiendo el control de la agrupación conforme la misma crecía.
El PAC, entonces, ha sido una muy exitosa plataforma electoral, pero tiene muy poco o nada de partido político (lo que en la tradición política costarricense no es tampoco mayor problema). Así cualquiera que quería ser diputado —o presidente, cuando Ottón Solís renunció a continuar postulándose— sencillamente, pues, se acercaba al “partido” y se postulaba como precandidato. Cuando se reflexiona, a manera de ilustración, en que Luis Guillermo Solís —quien pocos años antes era el Secretario General del PLN— gana con ocho mil votos ser el candidato del PAC y pocos meses después es electo Presidente de la República con un millón trescientos mil votos, queda claro el abismo que siempre ha existido entre el PAC como organización partidaria y su suceso en las votaciones nacionales.
Éxito electoral que hace que Ottón Solís y el grupo original del PAC se vea constantemente acorralados (y si se quiere, ahora, ninguneados) por los advenedizos que se han aprovechado del PAC como trampolín electoral. Desde el primer éxito en las elecciones de 2002, a lo interno del PAC ha habido al menos dos grupos en disputa: la gente de Ottón Solís y los otros: los advenedizos. Es importante comprender por la aparente paradoja electoral que conllevan los números del triunfo de Luis Guillermo, que para el 2014 la realidad es que el PAC declinaba, se agotaba como válvula de escape electoral al descontento popular, al ir con los años quedando evidente su carácter conservador incapaz de representar los intereses y necesidades de las grandes mayorías: de ahí las diferencias entre la primera y segunda vuelta de los comicios pasados.
EL ALMA POR UN DIRECTORIO
El abismo entre organización partidaria y éxito electoral, el despeñadero entre rejuntado político y la ausencia de al menos un mínimo de consistencia ideológica, así como, el precipicio entre intereses personales y carencias político – programáticas en el PAC simplemente brotaron con fuerza con el triunfo de Luis Guillermo Solís, aflorando primero como fricciones y luego como contradicciones entre el PAC original y los advenedizos, dando como un primer e inmediato resultado embarrialar internamente de entrada la cancha del nuevo Gobierno.
Ninguneado Ottón Solís y su gente germinal, tanto como candidato y luego como triunfador Luis Guillermo Solís sencillamente caminó por su lado a su buen entender y según sus personales raíces — una sensibilidad liberacionista tardía del tiempo del PLUSC— y, por supuesto, ante la falta de organicidad partidaria, acompañado con su propio séquito de amigos.
Primero se alió con gente del PUSC, luego colocó sus “propios cuadros”, ajenos al PAC, en puestos claves. Fue así, como ejemplo, que una persona sin ningún ligamen personal con el PAC, y menos alguna afinidad ideológica con Ottón Solís, terminará siendo primer diputado por Heredia y luego Presidente de la Asamblea Legislativa. Para lograr la Presidencia del Congreso se terminó cediendo, políticamente hablando: las joyas de la abuela. Simplemente empeñó toda posibilidad de diferenciarse, de construir una identidad distinta del PLUSC.
Así, pues, la elección del nuevo Directorio Legislativo conllevó a que la Administración Solís Rivera terminara vendiendo su alma al Diablo. No solo cedería puestos claves sino cualquier independencia de agenda. Sus propias debilidades se convirtieron en fortalezas de sus enemigos. Incapaz de salirse de la camisa de fuerza de sus propias raíces partidarias y concepción burguesa de “la política”, nunca le fue posible al nuevo Presidente pensar, por ejemplo, en la fuerza político – ciudadana que pudo significar un millón trescientos mil electores convocados a manifestarse públicamente frente a los desmanes y amenazas de los neoliberales perdedores. No, lo que sectores populares conocen como la “democracia de la calle” naturalmente está vedada en un partido de derecha. Atrás quedaron, lamentablemente, un millón trescientos mil votos y a pocos meses de inaugurada la Administración Solís Rivera se bate en abierta retirada acosada, apedreada —peor aún, cínicamente a nombre del combate a la corrupción— por quienes se suponen perdieron estrepitosamente las últimas elecciones nacionales.
Si hubo una reflexión certera en relación con la naturaleza política del PAC en la última campaña electoral fue la del candidato del Frente Amplio José María Villalta, cuando diferenció “entre la derecha que roba y la derecha que no roba”, dejando claro principalmente, para todas y todos aquellos quienes desde una sensibilidad de izquierda guardaron falsas esperanzas de cambio, que el PAC es un partido de derecha y, se puede agregar, como tal «no se le puede pedir peras al olmo».
Potenciada la debilidad de la Administración Solís Rivera por su propia indefinición, existe la fuerte tendencia en que terminará languideciendo entre los intereses y exigencias neoliberales y las necesidades de los sectores populares de construir sus propias opciones político – partidarias.
Carlos Eduardo Cruz Meléndez
Cédula 3-215-179
Interesante el articulo y lo que manifiesta.Lo que no quedo claro es hacia donde y cuales son las propuestas al pais para mejorar la vida de los sectores populares.
Ni chicha ni limonada, ni de derecha ni de izquierda, el PAC está y siempre ha en el centro y eso es confeso por el Partido y sus dirigentes desde hace 14 años, y lo reafirmó Luis Guillermo en campaña, así que de que se quejan. Los de izquierda (Helio Gallardo; por ejemplo) dicen que el PAC es de derecha y los de derecha (cámaras empresariales; por ejemplo)dicen que el PAC es de izquierda; esto sólo lleva a una conclusión, y es que el PAC es de centro tal y como dijo Luis Guillermo Solís en campaña. Viéndolo en perspectiva ideológica-política, el centro se ubica a la derecha de la izquierda y a la izquierda de la derecha tal y así también se ubican la gran mayoría de los costarricenses y esta es la razón que hace imposible que, por ejemplo; FA no gane nunca una elecciones al igual que le sucede al ML. Cuando los compañeros del FA entiendan esto sabrán entonces cuales son los espacios a los que pueden optar y hacer desde ahí el papel de cambio que consideren necesario y, sobre todo; posible en nuestras actuales circunstancias culturales e ideológicas.
Los radicales conciben el mundo de manera dual, bueno o malo, negro o blanco, bonito o feo, izquierda o derecha y más. Esta visión fetichista de la realidad no los deja ver más allá de su nariz. Ahora el pensamiento se les desborda en un esfuerzo extremo por definir si el PAC y el gobierno de Luis Guillermo Solís es de izquierda o de derecha; si tan sólo vieran un poco atrás podrían recordar lo dicho por Luis Guillermo Solís, cuando ante el señalamiento de que unos de que uns lo tildaban de derecha y otros de izquierdista, él respondió que los derechistas lo tildaban de izquierdista y los izquierdistas de derechista, lo cual significaba que en realidad él y el PAC se ubican en el centro, y es que el centro está a la derecha de la izquierda y a la izquierda de la derecha; demasiado simple como para ser entendido por los dualistas.