En el gobierno anterior se concluyó la convención colectiva laboral MEP-SEC. Una soberana atrocidad, jurídicamente hablando. Una belleza para los trabajadores beneficiados. Esa es la característica fundamental de las convenciones, ponen a gozar a los empleados públicos beneficiados, a costa de los mortales no beneficiados.
La del SEC ya está en la Sala Cuarta, en una acción plausible del Movimiento Libertario. Fue una herencia perpetrada sin siquiera contar con criterio oficial de la PGR y contra las advertencias del Servicio Civil. Además, a contrapelo de la Constitución, si nos atenemos a la jurisprudencia de la Sala, recientemente reiterada.
Ahora viene la de la ANDE. Para eso es que querían transformarse en sindicato, para chupar igual.
¿Qué hará el actual Gobierno? El país votó por un cambio. ¿Seguirá el mismo desmadre? Primero el cálculo político, es la política tradicional. Fue la del PLN cuando favoreció la convención MEP-SEC, que ni por pienso cabía y que de nada le sirvió. Dicen que decía Churchill que la democracia es el peor sistema político; el problema es que no hay otro mejor, acotaba.
Todo esto recuerda la anécdota atribuida a don Luis A. Monge, cuando era Presidente y fue a Washington. Había un barreal a la entrada de la White House. Como buen palmareño, don Luis se arrolló los pantalones. Cuando ya venía a su encuentro Reagan, un acompañante le advirtió apurado sotto voce: don Luis, bájese los pantalones. Don Luis le preguntó entonces, ¿qué, tanto le debemos a estos güevones?
Pero no hay que estresarse por estas nimiedades. Recuerden que tenemos que ser felices, a güevo. Y si al final sigue el mismo desmadre de siempre, pues qué va’ ver, como decía Oduber.
El suscrito, elemental, escribe todas estas cosas aun a sabiendas de que a todos los ticos les importa un pepino. Nos vemos.
(*) Dr. Mauro Murillo A. es abogado.