Buenos Aires (Centro Editor), 12 feb (dpa) – Entre el primer y el segundo Oscar a la mejor película de habla no inglesa, Argentina tuvo que esperar casi un cuarto de siglo: después de la primera estatuilla por «La historia oficial», en 1986, la segunda llegó recién en 2010 con el thriller «El secreto de sus ojos». Resta esperar si Damián Szifrón logra llevarse el tercer trofeo con «Relatos Salvajes».
Con esta última, Argentina estuvo nominada en total seis veces al Oscar. La primera fue en 1975 por «La tregua», basada en la novela de mismo nombre del uruguayo Mario Benedetti y protagonizada por Héctor Alterio y Ana María Piccio, quienes interpretaron en el film de Sergio Renán a una desigual pareja formada por un oficinista ya maduro, casado y con tres hijos, y una mujer joven y soltera. La competencia era dura: la ganadora fue nada más ni nada menos que «Amarcord», de Federico Fellini.
La segunda candidatura llegaría diez años después, en 1985, con otra historia de amor, «Camila», de María Luisa Bemberg, drama en el que un jovencísimo Imanol Arias se puso en la piel del sacerdote Ladislao Gutiérrez, fusilado en el siglo XIX junto a su amante, la joven aristócrata Camila O’Gorman (Susú Pecoraro), por orden del entonces todopoderoso gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas. La estatuilla fue para la suiza «La diagonale du fou», de Richard Dembo, con Michel Piccoli y Liv Ullman.
La actriz argentina Norma Aleandro fue finalmente la portavoz de la victoria cuando, embargada por la emoción, anunció en 1986, durante la ceremonia en Los Angeles, el premio para «La historia oficial», de Luis Puenzo, con un resonante: «God Bless You!».
Hacía apenas tres años que la democracia había regresado al país y la película de Puenzo sobre una mujer (Aleandro) que comienza a preguntarse acerca de la identidad de su hija adoptada (uno de los tantos bebés apropiados durante la dictadura de 1976-1983) le valió el primer Oscar al país sudamericano, imponiéndose entre otras a la célebre comedia francesa «3 hommes et un couffin» («Tres hombres y un biberón»), que tendría luego su remake estadounidense.
Otro considerable periodo de tiempo pasó hasta la próxima nominación. «El hijo de la novia» no logró llevarse en 2002 el Oscar hacia una alicaída Argentina sumida en una de sus peores crisis sociales y económicas, pero puso sobre el tapete el nombre de un futuro ganador, Juan José Campanella. Menos de diez años después, en 2010, se volvía a producir la hazaña de «La historia oficial» y Campanella alzaba la estatuilla dorada por su thriller «El secreto de sus ojos».