Berlín, 17 mar (dpa) – ¿Qué sucede entre Berlín y Atenas? Por un lado, el acalorado debate sobre la crisis de deuda helena y por otro, las exigencias de reparaciones de guerra de la Segunda Guerra Mundial. Desde hace días el tono de las declaraciones ha tensado tanto la cuerda que ha hecho saltar todas las alarmas.
En un intento por calmar la difícil situación, la canciller alemana, Angela Merkel, invitó a su homólogo griego, Alexis Tsipras, a Berlín el próximo lunes, tras comprobar que sus respectivos ministros de Finanzas no logran entenderse. «El diálogo con Grecia es complicado actualmente», reconoció hoy la mandataria germana.
«Estamos de acuerdo en que no estamos de acuerdo», resumió el titular de las finanzas alemanas, Wolfgang Schäuble, en un encuentro en Berlín con su homólogo griego, Yanis Varoufakis. Esa parece haberse convertido en la base de las relaciones entre Alemania y Grecia, dos países cuyas relaciones pasan por sus horas más bajas desde que comenzara la crisis financiera.
Desde Berlín acusan a Atenas de no cumplir con lo acordado a la hora de recibir la ayuda financiera y de querer renegociar las reglas del juego en medio del partido, mientras desde el gobierno heleno critican que la política de austeridad está ahogando al país y acusan a Alemania de inmiscuirse en cosas que no le incumben y a Schäuble de destruir las relaciones.
«No entiendo por qué cada día dirige una nueva declaración contra Grecia», afirmó recientemente el ministro de Defensa griego, Panos Kammenos, del partido populista de derecha Griegos Independientes, socio menor en la coalición de gobierno de izquierda liderada por Tsipras.
«Es como una guerra psicológica y con ella Schäuble envenena las relaciones entre los dos países», agregó sobre las complicadas relaciones que atraviesan los dos países europeos.
Por su parte, Schäuble alertó de que «han destruido toda la confianza», al mismo tiempo que señaló que Atenas iba hasta noviembre por un camino que la podría haber sacado de la crisis, pero esto ahora se acabó.
El continuo goteo de declaraciones parece haber acabado con la paciencia de Alemania. «Sinceramente: ya es suficiente», reclamó el vicecanciller alemán, Sigmar Gabriel.
Junto a esto, ahora, 70 años después del final de la Segunda Guerra Mundial, los griegos vuelven a poner en el centro del debate político los actos cometidos por los nazis en Grecia durante la ocupación entre 1941 y 1944, un capítulo que el gobierno germano ve completamente cerrado.
En un intento desesperado por ver condonada su deuda recordando que a Alemania le perdonaron la suya en 1953, Atenas reclama además a Berlín 11.000 millones de euros por un crédito forzoso concedido a la Alemania nazi en 1942 y reclama indemnizaciones por crímenes nazis. Incluso ha llegado a amenazar con confiscar propiedades de Alemania en el país heleno.
El gobierno de Merkel insiste en que el Acuerdo de Londres de 1953 y el Tratado 2+4 firmado en 1990 imposibilitan que vayan a prosperar las exigencias helenas.
Sin embargo, empiezan a aparecer las primeras grietas en esta postura. «Desde mi punto de vista, políticamente el asunto está claro: deberíamos responder financieramente a las víctimas y sus familiares», afirmó la presidenta de la comisión de valores fundamentales del Partido Socialdemócrata (SPD), Gesine Schwan, en declaraciones publicadas hoy en la versión online de la revista alemana «Der Spiegel».
«No deberíamos relacionar la cuestión de las indemnizaciones con el debate actual sobre la crisis del euro. Sin embargo, independientemente de ello, creo que deberíamos llevar a cabo una discusión sobre las indemnizaciones», apuntó por su parte Ralf Stegner, vicepresidente del SPD, socio de Merkel en el gobierno de coalición.
La polémica está servida. «No hay ningún derecho que lo sustente. Los griegos deben ocuparse de sus deberes y dejar de buscar las culpas en otros lados», apuntó el presidente de la fracción parlamentaria de la CDU, Volker Kauder.
Mientras, desde su hermano bávaro, la Unión Cristianosocial (CSU), van más allá y no dudan en recordar el dicho de «No morder la mano del que te da de comer» y acusan al gobierno de Atenas de actuar a la desesperada valiéndose de una «maniobra de distracción barata».
Las reclamaciones griegas no son nuevas. Desde hace dos décadas el gobierno de Atenas reclama periódicamente las reparaciones, algo que Alemania ha frenado todo el tiempo ante el miedo de sentar un precedente y crear una reacción en cadena. El problema de Merkel ahora es más político-moral que jurídico.