San José, 15 Abr (ElPaís.cr) – En Jazz Café Escazú, que estaba a rebosar de personas, en donde la gente salió por las ventanas, y la calle y los estacionamientos no dieron abasto para ningún otro auto, la banda costarricense de rock Magpie Jay, hizo oficial el sábado 11 de abril la presentación de su primer material discográfico bajo el nombre de Monte Claro.
«Un llenazo total», así lo describió el representante de la banda Antonio Rodríguez, mientras conversaba alegremente con el público al terminar el espectáculo.
Según los miembros de la agrupación, la idea de grabar nació luego de un concierto tributo para el que se reunieron a tocar, actividad que no practicaban juntos desde su último año en el colegio de secundaria.
«Empezamos a hacer piezas sin norte definido y a medida que salían las cosas nos dimos cuenta que el asunto era en serio y debíamos grabar», comentó Felipe Apéstegui, guitarrista del grupo.
«Todo fue como muy orgánico. Teníamos una idea de lo que queríamos pero nada planeado. Poco a poco las cosas fueron saliendo solas.», señaló el vocalista Julián Garita.
De acuerdo al bajista, Felipe Gonzalez, las canciones fueron pensadas para llevar cierto orden que tuviese una transición con la que la gente pudiera identificarse y sacar sus propias conclusiones.
Y es que además de «revelar» la fuerte y honesta relación de amistad entre los músicos, las piezas del álbum pretenden transmitir la misma energía que ellos sintieron al grabar por primera vez.
Por otra parte, Monte Claro fue hecho detrás de un concepto de arte que representa luz y oscuridad debido a la transición de día a noche que hace en el disco físico, sin embargo, no es solamente un tema de polos opuestos, sino también todo el espacio que existe entre estos dos puntos.
«No se trata sólo de una canción feliz y una triste, porque algunas veces un sonido alegre puede estar hablando de algo más nostálgico o viceversa», recalcó el guitarrista.
En cuanto al nombre del álbum, los muchachos aclararon que se debía al lugar en donde compusieron la mayoría de canciones y el que le dio la esencia al sonido de la banda.
«Así se llama la finca del baterista en Liberia, «Monte Claro». Nos inspiramos en eso porque ahí nos escapábamos los fines de semana para tocar y pasar el rato», detalló Garita.
La producción total del proyecto les tomó dos años y fue grabado en Conquista Records, Escazú por Miguel Pacheco y Jorge Noguera. El trabajo final se llevó a cabo en Masterdisk, Nueva York.
Esa noche, además de contar con una proyección de animación en vivo a cargo de Luciano Obregón y Gregory Fage Hay, al evento asistieron más de 400 personas, entre los que figuraron los teloneros Cabeza de Vinil y The Road Atlas.